La lectura, ese estimulante cerebral

Lectura como estimulante cerebral.
La lectura es un estimulantes cerebral de lo más potente, pero además es la oportunidad de vivir infinitud de vidas y aventuras.

Más allá de ser una actividad placentera, la lectura es un proceso complejo y sistemático. El hecho de ir pasando lentamente de una página a otra involucra a varias áreas del cerebro, que se van desarrollando en el hemisferio izquierdo y corteza inferotemporal, zona encargada de detectar la palabra escrita. Debería sorprendernos que precisamente esta parte de nuestro cerebro también cumple la función de interpretar los símbolos, de tal forma que podemos utilizar la comunicación no verbal, siendo algo auténtico del ser humano.

Leer un libro tiene muchos beneficios de los cuales debemos tomar conciencia. A través de la lectura aprendemos a pensar, a ordenar las ideas con mayor rapidez, a relacionar conceptos y a ejercitar la memoria mediante actos de imaginación que nos sumergen dentro de universos infinitos. Una buena lectura también genera más temas de conversación y una mejor interacción en las relaciones sociales. Y es que la lectura es la única válvula de escape del mundo artificial de Facebook, Twitter e Instagram. La idea es tener el cerebro ejercitado y estimular nuestras neuronas. Al parecer los libros tienen la solución.

La lectura es buena a cualquier edad, pero inculcarle el hábito a los niños y a los ancianos debería insistirse aún más. Y es que en el caso de los primeros, a tan corta edad su cerebro y sus funcionalidades aún están desarrollándose y la lectura es un complemento esencial para todo ese proceso; y en las personas mayores, para que puedan seguir manteniendo su cerebro en constante actividad, la lectura diaria es un estímulo. Además, la ciencia ya ha comprobado que la lectura es un protector de enfermedades neurodegenerativas que son más susceptibles de padecer las personas de la tercera edad. El doctor Guillermo García Ribas, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Nefrología, explica en Infosalus que “llevar a cabo actividades preventivas, como por ejemplo fomentar la lectura, puesto que se ha comprobado que leer retarda y previene la pérdida de la memoria, permitiría retrasar la aparición de estas enfermedades y, por lo tanto, reducir el número de casos”.

A la par de una buena lectura, los expertos como Lawrence Katz y Manning Rubin recomiendan la “gimnasia mental” que consiste en aplicar ejercicios específicos para el cerebro, de tal manera que se estimulen todos los sentidos y generen que la persona ponga más atención a sus actividades, lo que agudiza la capacidad de concentración y memoria. La escasez de ciertas vitaminas y minerales también pueden producir degeneración en el cerebro que puede ser grave con el paso de los años, generando mala memoria, cansancio mental y dificultad de concentración en la lectura. “Nuestro cerebro, nuestros nervios y nuestros sentidos (especialmente la vista) dependen estrechamente de la vitamina B21. Si nos falta este nutriente, podemos padecer todo tipo de alteraciones en estos sistemas, como sensaciones “extrañas” (hormigueo) en nuestras extremidades, dificultad para caminar e incluso problemas de visión”, resalta Dannie Hansen de Sundt.es.