Hablamos con Yolanda Camacho sobre su libro ‘Supera eso, nena’

Yolanda Camacho.
Yolanda Camacho.
Yolanda Camacho vuelve a la carga. Tras triunfar escribiendo terror ahora se atreve con la novela romántica en 'Supera eso, nena'.

Yolanda Camacho vuelve a la carga. Tras triunfar escribiendo terror ahora se atreve con la novela romántica en el flamante sello Selecta de Random Penguin House. Sin embargo, Supera Eso, Nena está muy lejos de retratar un romance al uso. Aprovechamos la ocasión de su lanzamiento para hacerle unas preguntas sobre el panorama literario y cómo ha conseguido hablar de terror en una novela situado a las antípodas del género.

Nokton Magazine: La primera pregunta es la más obvia, ¿cómo una autora de terror escribe una novela romántica?

Yolanda Camacho: Buena pregunta (risas). La culpa de todo la tuvo Valeria. La serie de Netflix, sí. Estuve viéndola cuando la estrenaron y una parte de mí se preguntó: “Tía, ¿tú no tenías una novela de este género ahí muerta de asco en un cajón?” Y así fue como recordé que, en efecto, Supera eso, nena llevaba mucho tiempo parada, desde que la publiqué con otra editorial que cesó su actividad y se quedó en el limbo. Me entraron unas ganas locas de rescatarla y aquí estamos. No estoy nada segura de ser “una autora de terror”, de todos modos, porque tiendo a aburrirme de cualquier género si me centro demasiado en él, necesito ir alternando según lo que me apetece en cada momento.

El tema romántico me llama bastante ahora mismo porque, no te voy a engañar, tal como está el patio no me apetece demasiado escribir cosas terroríficas o desagradables: bastante hay con la realidad. 

NM: Leyendo la novela me doy cuenta de que pese a que es romántica sigues ambientándola en un mundo que el fan del terror puede reconocer, tanto que me resulta muy diferente de la idea que podría tener de lo que es una novela romántica. 

YC: Hace poco lo comentaba en redes: parece que, cuando no escribo terror, como mínimo tengo que hablar de terror. No es algo que haga a propósito, simplemente hablo de lo que me interesa y conozco. Siempre he pensado que, con la cantidad de gente que escribe y la inmensa cantidad de obras que se publican, es prácticamente imposible ofrecer nada nuevo. Ni siquiera a nivel de experiencias o puntos de vista puedes pretender innovar: seguro que alguien ya ha dicho lo mismo que tú, y tal vez mucho mejor. Pero, a pesar de todo, me agarro a la convicción de que eso es lo único que puedo ofrecer: lo que soy, lo que me obsesiona, lo que vivo. Si soy una tía que devora pelis de miedo, escucha música oscurilla y se mueve en determinados ambientes, terminaré escribiendo sobre ello, es inevitable.

También sucede que se suelen tener determinados prejuicios hacia el género, sobre todo si no lo conoces o lo lees muy ocasionalmente. Y me incluyo, porque la primerísima vez que alguien me sugirió que escribiera una novela romántica no pude evitar torcer el morro con escepticismo. Parece que determinados tropos son imprescindibles e insalvables, cuando lo cierto es que, si se trata de escribir una historia de amor (o una historia donde el amor tiene mucho protagonismo) hay infinitas opciones para hacerlo.

¡Ni que solo vivieran historias de amor las personas que son de una determinada manera!

NM: En tu opinión, ¿cuáles son las ventajas de escribir romántica en vez de terror en España?

YC: No tengo tanta trayectoria para juzgar la diferencia entre hacer una cosa u otra. Diría que es obvio que se trata de un género más accesible y con más público, pero viniendo de otros géneros eso no tiene por qué ser necesariamente ventajoso, porque logras atrapar a lectores nuevos pero también alejas a los que no sienten interés por ese nuevo registro.

La romántica y el terror, por surrealista que pueda parecer, tienen algo en común: que muchísima gente los considera géneros menores.

NM: Hemos hablado mucho de cómo consideramos una novela “personal” u “honesta”. Basándonos en esta novela, ¿podríamos hablar de una novela autobiográfica?

YC: Todo lo que escribo tiene algo de autobiográfico. Absolutamente todo. Como he dicho antes, no sé hacer las cosas de otra manera y creo que lo único valioso que puedo aportar con mis escritos es mi experiencia personal. La premisa en sí de Supera eso, nena está basada en ciertas situaciones que viví tras una ruptura complicada, y algunos personajes están inspirados en personas que conozco o he conocido. Las preocupaciones de Vero, la protagonista, y su forma de enfocar la vida también están influidos por mis propios quebraderos de cabeza.

Aquí voy a aprovechar para explicar que me parece muy curiosa la inquina que he observado durante los últimos tiempos hacia los personajes femeninos que expresan no sentirse como mujeres “típicas”. La gente tiende a ponerse en guardia y suele opinar (muy alegremente) que se trata de una posición misógina, que son personajes que “van de guays”, y no voy a mentir: es un tema que me ha preocupado y me preocupa con esta novela en concreto, en la que la protagonista expresa más de una vez su agobio por no ser una chica “»»normal»»”. Pongo muchas comillas porque ya sé que eso de distinguir lo que es normal de lo que no ya da bastante grima. Pero es que esas cosas pasan. Cuando no comulgas con determinados intereses o puntos de vista es habitual que termines sintiéndote alienada y te hinches a recibir comentarios presuntamente bienintencionados pero que, en realidad, son la hostia de crueles (Deberías maquillarte un poco. Ponte falda/vestido/tacones de vez en cuando, que estarás más mona. Esa ropa no es para mujeres de tu edad. ¿LOS HIJOS PARA CUÁNDO?). Y si esto sucede a cualquier edad, cuando te vas acercando o pasas ampliamente de los treinta es todavía más complicado (aunque se lleve mejor porque hayas aprendido a que te resbale), porque de pronto parece que los demás se dan cuenta de que eres así de verdad y que igual no vas a cambiar.

No se trata de “creerse” diferente, o de pensar que esas diferencias te hacen mejor; no es esa la cuestión ni el debate. Se trata, simple y llanamente, de que esa realidad existe y, como parte de mi experiencia, me interesaba hablar de ello y cómo llega a condicionar las relaciones, ya sean amistosas o de pareja.

No estaría mal que asumiéramos que cada cual debería ser libre de vivir su vida como quiera, y que dar por hechas ciertas cosas sobre una persona en función de su género no es algo precisamente maravilloso.

NM: Respecto a lo que comentas aquí, ¿cuál es el público lector al que te diriges? ¿Tu novela romántica está dirigida a personas de tu edad o para un público más amplio?  

YC: Supera eso, nena se dirige a un público adulto. Imagino que quien más podrá sentirse identificado será quien se encuentre en ese limbo terrorífico cercano o propio de la treintena (la incertidumbre personal y laboral, la sensación de que deberías tener la vida encauzada y no es así para nada…), pero no diría ni mucho menos que es exclusiva para esa edad.

NM: ¿Cómo ha sido trabajar con una editorial grande como Selecta? ¿Cuáles son los mayores cambios que has notado de trabajar con una editorial pequeña?

YC: Tal vez lo que más me ha alucinado ha sido la total transparencia en cada momento y cómo se han ido cumpliendo los plazos con exactitud casi religiosa. Al margen de ello, tengo que decir que estoy encantada, me he sentido (y me siento) muy arropada en Selecta.

NM: Pese a sus grandísimas virtudes, el fandom es conocido por criticar las editoriales grandes. Ahora que has trabajado en diferentes, ¿qué opinas sobre el mundo editorial en general?

YC: Mi experiencia con editoriales grandes es muy limitada, pero por el momento no tengo nada malo que objetar. Opino que muchas de las críticas que suelen dirigirse a editoriales grandes tienen su base y su sentido, pero también creo que muchas editoriales pequeñas se excusan en la falta de recursos para justificar prácticas que, en verdad, no tienen absolutamente nada que ver con los medios ni con el volumen de ventas y que solo dependen de la voluntad de cada cuál de hacer las cosas bien (o no).

NM: ¿Qué otros proyectos tiene en marcha Yolanda Camacho?

YC: Tengo varias cosillas en la recámara para este año. Si ninguna de ellas se tuerce (en fin, el mundo está muy loco ahora mismo, quién sabe lo que puede pasar), en 2021 publicaré romántica (sí, más), terror y fantasía. Para todos los gustos, oiga.