María Reig: “El siglo XXI vive entre el anhelo de expiación y la ilusión del futuro”

Portada de 'Una promesa de juventud', de María Reig.
Portada de 'Una promesa de juventud', de María Reig.
Tras aventurarse en el Madrid previo a la II República en 'Papel y tinta', la  escritora y periodista María Reig vuelve a ahondar en los recodos de la historia reciente con 'Una promesa de juventud'.

«Zúrich era elegante, era silenciosa y bella. Como un susurro que no cesa en medio de todo (…), acallado por el rugido del agua que arrulla a los paseantes y a los comercios del Limmatquai (…), forjado en un pasado guerrero y mercenario que se había tornado en sólida neutralidad«. Tras aventurarse en el Madrid previo a la II República en Papel y tinta, su novela debut, la escritora y periodista María Reig (Barcelona, 1992) vuelve a ahondar en los recodos de la historia reciente en su segunda novela, Una promesa de juventud, en la que a través de un envolvente misterio y una delicada ambientación, nos transporta hasta la Suiza de la II Guerra Mundial.

A través de la investigación de Caroline Eccleston, doctoranda de la Universidad de Oxford, se abrirá una puerta hacia atrás en el tiempo. Desde los 70 hasta finales de la década de los 30, para descubrir cómo afectaron los ecos del conflicto a los grandes internados europeos, que en la Confederación Helvética, albergaron alumnos de los cinco continentes. Un retrato de tolerancia a prueba del silbido mudo de las balas.

Nokton Magazine: La II Guerra Mundial ha sido un tema recurrente en la literatura y el cine. No era fácil encontrar una vertiente a explorar, pero tu novela es prueba fehaciente de que siempre queda por contar. Tanto como variedad de prismas…

María Reig: Justamente ese era uno de los grandes retos de la novela. Cuando escogí la Segunda Guerra Mundial como marco histórico, era muy consciente de lo mucho que se había contado sobre ella. Realmente me determinó a seguir adelante esa perspectiva diferente, desde un país que, a menudo, se ignora por su condición neutral pero que tuvo un papel curioso y ambivalente durante la contienda. Cuando eliges un punto de vista nuevo, siempre tienes la duda de si va a interesar, pero conforme me documentaba, me iba convenciendo de que merecía la pena asumir ese riesgo y narrar esa historia desde un escenario distinto.

NM: Charlotte, antigua alumna de uno de los internados protagonistas, St. Ursula, se convierte en la narradora omnisciente que guía a Caroline Eccleston y al lector. En sus palabras, Suiza en el año del estallido de la IIGM era «… un país que estaba preparado para luchar por su independencia, pero que olía desde una aterradora cercanía el sudor de sus enemigos». Sorprende descubrir un país dispuesto a las armas para defender su posición neutral.

MR: Ese es uno de los aspectos más interesantes de Suiza. Históricamente, es una nación guerrera que, aunque neutral, basó parte de su actividad económica en la cesión de sus soldados a otros ejércitos en las grandes contiendas europeas de la Edad Moderna. De ahí la presencia de  la Guardia Suiza, por ejemplo, en el Vaticano. Es un país que ha optado tradicionalmente por mantenerse al margen de los conflictos armados, pero que es muy consciente de su ubicación y de los peligros, así que, en la Confederación, cada hombre es un soldado. En la Segunda Guerra Mundial, se movilizó a cantidades ingentes de ciudadanos en edad de luchar. Llenaron de explosivos sus puentes y accesos. Estaban preparados para reaccionar ante cualquier invasor.

NM: Charlotte y sus amigas Liesl, Joanna, Évanie, Sara… representan la diversidad de nacionalidades y sentires entremezclados en los pupitres de los colegios internacionales. ¿Cuál debió ser el mayor reto: convivir con la sombra del conflicto bélico o que los vínculos sobrevivieran al conflicto ideológico?

MR: En mi opinión, el desafío debió de ser conservar la amistad más allá de esos pupitres. Uno de los elementos que se analizan en la novela es la complejidad de la mezcla dos mundos: el de sus casas y familias y el de la escuela. Imagino que, una vez dejas de recibir esa influencia, ese diálogo casi obligado al estar conviviendo con personas de otros países y culturas, te enfrentas al crudo ejercicio de la tolerancia.

NM: No fueron pocas las figuras relevantes que se formaron en estas instituciones. Como Maria Riva o André Gorz. ¿Fueron inspiración transversal para tus personajes? ¿Qué curiosidades descubriste?

MR: Hice un pequeño barrido por diversos perfiles que asistieron a este tipo de colegios, pero lo cierto es que los personajes son ficticios al 100%. Quería que su origen tuviera lógica, pero también me apetecía jugar, con máxima libertad, con su pasado y sus circunstancias. En relación a Maria Riva, por ejemplo, una de las curiosidades que más gracia me hizo –y que incluí en la novela– fue que, en sus años de alumna de un internado suizo, cambiaba fotografías autografiadas de su madre, Marlene Dietricht, o de actores de la talla de Clark Gabble, por dulces o agua de lavanda.

NM: En sus encuentros, los caracteres de Caroline y Charlotte se confrontan. El arte -una pieza más en la intriga- no escapa al debate. ¿Las vanguardias fascinan o aturden?

MR: ¡En pocas cosas están de acuerdo! (ríe) La verdad es que soy más de arte clásico, pero hay corrientes vanguardistas, como el surrealismo, que me parecen fascinantes.

NM: El músico Yehudi Menuhin meditaba: «Si tuviera que resumir el siglo XX, diría que despertó las mayores esperanzas que haya concebido nunca la humanidad y destruyó todas las ilusiones e ideales». ¿Cuál es tu perspectiva de nuestro tiempo?

MR: Creo que el inicio del siglo XXI vive entre el anhelo de expiación por los excesos del pasado y una ilusión, llena de miedos, trabas y más excesos -aunque de otro tipo-, por sentar las bases del futuro. Pienso que este siglo tendrá sus propios claroscuros. Y a los hechos me remito con este complicado 2020… Pero seguro que suponen aprendizajes y avances para la sociedad.

María Reig.NM: En tu narrativa, tus protagonistas son mujeres decididas, independientes e incluso transgresoras para su época. No se conforman, no se dejan encasillar. ¿Hay una intencionalidad de reivindicar las voces femeninas o las sientes más próximas?

MR: Es una combinación de ambas. Por un lado, siempre me he sentido más cómoda e inspirada con protagonistas femeninas. Por otro, me resulta muy interesante ahondar en una época desde un punto de vista tan silenciado durante siglos. Para mí, como autora, es refrescante. Esto no quita que disfrute muchísimo con personajes masculinos. Me gusta combinarlos, pero, de forma natural, suelo escoger a una mujer como voz principal.

NM: Si bien en los años 30 la radio era la ventana informativa (y propagandística), actualmente Internet, con las redes sociales, son el prisma con el que observamos y filtramos el exterior. La posverdad ha disuadido los márgenes de la realidad, ¿no crees?

MR: Sobre este tema reflexioné mucho en mi anterior novela, Papel y Tinta. Al analizar la sociedad actual, en comparación con la de ambas historias (años veinte y años treinta), me doy cuenta de que hace cien años existía desinformación por dificultad de acceso a los datos y de que hoy persiste por exceso de los mismos. Vivimos sobreestimulados y, aunque podemos consultar muchísimas fuentes en solo segundo, jamás tuvimos una visión tan sesgada de la realidad. Filtrada por intereses comerciales, personales, políticos…Yo intento hacer un ejercicio de control, de contraste, pero no siempre lo consigo. Considero que Internet o las redes sociales han aportado muchos elementos positivos, pero tenemos que aprender a usarlos y a poner límites. Me gusta pensar que si nos esforzamos por formarnos y educarnos como sociedad, el impacto de la parte negativa de las redes, los bulos y la sobreinformación será menor.

NM: A escribir se aprende leyendo. Como autora, ¿qué novelas, relatos o autores han sido tu escuela?

MR: Yo pienso que cada libro me aporta algo, pero si tengo que escoger los títulos que más me han marcado, te diré: Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen; La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón; Guerra y Paz, de Tolstoi y El Tiempo entre costuras, de María Dueñas.

NM: Durante la promoción de Papel y tinta, avanzabas en la investigación para Una promesa de juventud. ¿Has elegido ya la coordenada histórico-temporal de tu próxima ficción?

MR: ¡Sí! La verdad es que justo me pillas inmersa en el proceso de documentación. Todavía no te puedo contar nada, pero estoy muy emocionada. Aprendiendo y estudiando para crear el próximo viaje en el tiempo.