Colas de turistas a las puertas de Instagram

Turistas en Instagram.
Turistas en Instagram.
El turismo de Instagram son una especie única que hace colas por una foto en blanco, pone agua donde no lo hay o compran el romanticismo.

Instagram, como meca de la irrealidad, toca techo en verano. Playas, piscinas, monumentos históricos, calles, edificios… y personas, siempre personas. La que protagoniza la imagen y todas las que esperan para protagonizarla después utilizando todos los atajos visuales que la tecnología pone en nuestras manos. El turismo de Instagram ha llegado.

Hace ya unos veranos el banco de Loiba (Galicia), al que llegaron a tildar de “el mejor banco del mundo”, se convirtió en el lugar del veraneo por excelencia. Y ante él hacían colas decenas de turistas que esperaban su momento; hacerse la foto impuesta por el postuireismo. Desconocemos si se tardaba más en hacerse una foto aquí que en pillar sitio en algunas playas mediterráneas. De hecho en el Mediterráneo no tienen por qué ser las playas el fondo ideal; en Denia el lugar más instagrameado es una puerta, la puerta azul de Cala Barraca.

En ocasiones los lugares que se hacen populares no lo hacen por su encanto, solo hay que pensar en todos esos turistas que se están haciendo fotos en Chernobyl tras la popularidad de la serie

Pero es cierto que los paisajes que se hacen populares se hacen muy populares, como demuestra la cuenta @insta_repit que solo publica composiciones de fotos realizadas en el mismo lugar y con el mismo encuadre.

Y es que en el encuadre… pues está el truco. Ya leímos el gran fake de las fotos en Instagram del templo Pura Lempuyang de Bali, en Indonesia, cuando la periodista Polina Marinova llegó al lugar y descubrió que no existía esa agua que se veía en las fotos de los turistas delante del templo, sino que era un efecto al colocar un espejo bajo la cámara de fotos. Un truco que parece que proponen los propios locales porque, sí, ellos son conscientes de que el contenido es el rey.

 

Encontrar rincones que parecen el Caribe es innato a instagramear en verano, vale cualquier lugar con aguas turquesas. Aunque esté en Rusia y sea tóxico. Las fotos de gente en el “lago” Novosibirsk han hecho saltar la alarma en la zona ya que este estanque recibe vertidos que pueden generar reacciones alérgicas. Pero fotos de la urticaria, ni una oye…

Demostrar el amor también es innato al postureo. Tanto que por ejemplo en Roma ya se ofrecen servicios de “novios” por horas para poder replicar las instantáneas más románticas.

El tiempo dedicado a navegar por Instagram es directamente proporcional a la necesidad de ir a la playa. La envidia (buena, mala o al gusto) es el pecado capital por excelencia en esta red porque el verano en Instagram es el tiempo de máximo postureo, de viajar desde el móvil… O, por qué no, sin salir de casa. Y es que, en Instagram, todo depende de un buen encuadre.

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