Indie-rock de los ’90 y agujeros de gusano: ‘Lena y Karl’ es el libro del verano

Una ex banda de indie-rock, viajes en el tiempo, una historia de amor con distintas líneas temporales y un viaje que salió mal. Así es 'Lena y Karl'.

Se ha escrito mucho sobre viajes en el tiempo, hemos visto cientos de premisas donde los protagonistas de películas y series se dedicaban a ello, desde Regreso al futuro, pasando por Lost, Los cronocrímenes o El Ministerio del Tiempo. La ficción televisiva ha tenido un gran saco de ideas lleno de viajes intertemporales. La contraportada del libro de Lena y Karl (Blackie Books, 2019), escrito por la autora Mo Daviau, nos traslada a un bar de Chicago, el Dictator’s Club y a su protogonista -Karl Bender-, un guitarrista de un grupo extinto que gozó de cierto éxito en los ’90 llamado The Axis. Era todo normal, hasta que Karl descubre que en su armario existe un agujero de gusano que permite viajar en el tiempo y lo usa de la mejor manera que se lo ocurre: para ver conciertos míticos.

Esta novela – que seguro querrán adaptar pronto a la pantalla (ojalá) – combina el agujero de gusano (o puente EinsteinRosen), mucha música y una historia de amor imposible. Unidas estas tres partes, forman un trío que hacen las delicias de todos los lectores que hayan decidido leerla. «Karl es un rockero en horas muy bajas que ocupa sus días tras la barra de un bar. Una día descubre un agujero de gusano detrás de un armario y monta el negocio definitivo con un colega: viajes al pasado para ver conciertos míticos. Pero algo sale mal… Muy mal. Lena, una astrofísica melómana, tendrá que ayudarle». La sinopsis no deja lugar a dudas de que es uno de los libros del verano.

La autora Mo Daviau y la portada del libro en USA.
La autora Mo Daviau y la portada del libro en USA.

En Estados Unidos el libro se tituló Every anxious wave. Con un ojo especial en las novelas donde puede ocurrir lo increíble, Blackie Books ha sumado a su catálogo una auténtica joya. Lena y Karl es la primera novela de esta escritora que confiesa que viajaría en el tiempo para ver a R.E.M. en Atenas en 1980 o a la actuación en la que Tina Turner y Janis Joplin cantaron juntas en el Madison Square Garden como invitadas a un concierto de los Rolling Stone.

La música que (no) me salvó

Viajar solo a conciertos sin interceder en el pasado estaba bien, pero evitar la muerte de John Lennon era una idea mejor. Por poco que se sepa sobre los viajes en el tiempo, siempre se dice que no se debe interceder en nada, no se debe cambiar la historia porque ya ha ocurrido, pero si te dan la oportunidad de salvar a Lennon quizás te lo pienses dos veces. Eso es lo que le ocurre a Wayne, el compañero del negocio intertemporal de Karl. Accidentalmente no llega a 1980, el 1 se queda en el camino y va al 980 sin posibilidad – por tanto – de regresar, ya que no había energía suficiente como para que eso pudiera ocurrir. En este punto entra la otra parte importante de la novela, la astrofísica Lena Geduldig.

Con la figura de Lena en acción ocurren varias cosas, la más importante es cómo la autora nos acerca una historia de superación personal, con la ayuda del agujero de gusano de por medio y donde el feminismo y las letras de las canciones pueden hacer mucho por alguien devastado. En esta historia de ciencia ficción donde nada queda al azar, el amor por Eliott Smith puede hacer que una pareja se encuentre en varias líneas temporales distintas sin apenas conocerse, pero queriendo encontrarse. Como aquel capítulo de La Constante de  Lost (Perdidos), Lena y Karl deben buscarse más allá del tiempo.

Portada francesa del libro.
Portada francesa del libro.