30 Años de Quentin Tarantino (II)

Fotograma de 'Malditos bastardos'.
Fotograma de 'Malditos bastardos'.
Repasamos la filmografía de Tarantino hasta la fecha y su incierto futuro.

En el primer artículo sobre las tres décadas de Quentin Tarantino como director, hablamos sobre su estilo, sus influencias y su valor en el cine actual. En este, repasamos su filmografía hasta la fecha y su incierto futuro.

El camino del arte es un camino incierto. Uno no estudia una carrera, aprueba unas oposiciones y se pone a trabajar como director de cine profesional. Cada artista adquiere su conocimiento, su técnica y construye su carrera de forma diferente, la mayoría de veces sin saber cómo va a sobrevivir el día de mañana. Tal es el ejemplo de Stanley Kubrick, quien tuvo que pedir dinero prestado a su familia y arruinarse un par de veces antes de poder demostrar al mundo sus capacidades detrás de la cámara.

Y es que el fracaso es un estado natural de todo ser humano y, por supuesto, de todo artista. En el caso de Quentin Tarantino, no es diferente. Tras una “frustrada” carrera como actor, comenzó a dirigir sus propios proyectos con el dinero que ganaba trabajando en el videoclub ‘Video Archives’. Así, fue capaz de financiar su metraje My Best Friend’s Birthday, del cual perdería la mayor parte en un desafortunado incendio.

Finalmente, Quentin Tarantino consiguió la financiación que necesitaba para estrenarse en la dirección de cine independiente con Reservoir Dogs (1992), hace justo 30 años. A partir de ese momento, su carrera cinematográfica no dejaría de ascender, convirtiéndose en el director de nueve películas (hasta ahora) y en el guionista de otras tantas, además de realizar numerosos papeles como actor. En este artículo, nos centramos en su carrera como director, que ha dejado algunas de las joyas más influyentes en la historia reciente del séptimo arte.

Crimen tras crimen

‘Reservoir Dogs’ (1992)

Una película sobre un atraco, donde lo único que no aparece, es el atraco. Este simple hecho, este detalle en el que apenas cae el espectador, sumido en la dinámica hipnótica del filme, es un anticipo y una declaración de intenciones de la posterior obra de Tarantino.

¿A quién se le ocurre? Exactamente a la misma persona que se atreve a parodiar, a desmitificar y, básicamente, a humanizar a sus propios personajes de la manera más natural posible: poniéndolos a debatir en la mesa de un bar acerca del significado de una canción de Madonna, justo antes de atracar un banco. ¿Inverosímil? Más bien, es tan real que nadie habría pensado nunca verlo en una película.

Es lo que tiene el cine de Quentin Tarantino: nos dice a la cara que estamos presenciando una ficción, y al mismo tiempo nos conecta de forma radical con la realidad. Con este tipo de recursos, Tarantino subvierte el género del Heist, y lo hace tan bien que ni siquiera necesita exhibir el robo en pantalla. En su lugar, lo que nos muestra es el pasado y el presente de los personajes, lo que pasó antes y lo que pasó después, pero nunca lo que pasó mientras. Pese a la abundancia de personajes, la personalidad de cada uno se va construyendo poco a poco mediante la manipulación del tiempo y el uso tarantiniano de los diálogos (del cual hablamos en el artículo anterior).

En lugar de un filme descafeinado sobre un robo, como tantos otros, Tarantino nos muestra una visión escalofriante de hasta dónde puede llegar el ego individual, al mismo tiempo que construye una serie de antihéroes completamente naturalizados que reman a contracorriente para poder establecer dinámicas de comunicación entre ellos. El resultado: mentiras, falsedades y un buen baño de sangre.

Aunque es una gran película, lo cierto es que no mucha gente la vio cuando fue estrenada, por ser Tarantino un director novato y desconocido. Sin embargo, una vez que Pulp Fiction (1994) fue sacada a la luz, gran parte del público la descubrió en las salas de reestreno. Una clara muestra de por qué hay que apostar por los nuevos cineastas y apoyar el cine independiente.

‘Pulp Fiction’ (1994)

La obra maestra de Quentin Tarantino, sin lugar a dudas. Y eso que el listón no está precisamente bajo. Pulp Fiction representa el inicio de una nueva manera de hacer cine; la culminación de todos los factores que forman parte del llamado “cine posmoderno”: un guion con aspiraciones literarias, la superación deliberada de la suspensión de incredulidad, la alteración y manipulación de la estructura espaciotemporal…

Y, por encima de todos ellos, encontramos una marcadísima relativización moral, un tablero de juego donde todos los personajes realizan actos moralmente cuestionables, pero con los que el espectador es capaz de empatizar por la presencia de ciertos valores intrínsecos en sus acciones.

Es una película tan compleja que suscita un sinfín de interpretaciones por parte del espectador. Se trata de un filme salvaje, provocativo y ambicioso (quizá de forma inocente), donde una serie de personajes intentan, por encima de todo, cambiar. En palabras de Jules Winnfield (Samuel L. Jackson):

“El camino del hombre recto esta por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que en nombre de la caridad y de la buena voluntad saque a los débiles del valle de la oscuridad”.

La segunda película de Quentin Tarantino es ya un hito en la historia del cine y ha dejado escenas inolvidables, como la famosa escena de baile en el ‘Jack Rabbit Slim’ entre Uma Thurman y John Travolta, a ritmo de Chuck Berry. Un imprescindible en la lista de cualquier aficionado al séptimo arte.

‘Jackie Brown’ (1997)

Aquí Quentin Tarantino rescata no solo uno de los géneros cinematográficos que más le ha influido, el “Blaxplotation”, sino también a su figura histórica principal: la actriz Pam Grier.

Junto a un reparto lleno de nombre conocidos, como Samuel L. Jackson o Robert De Niro, Tarantino construye un filme diferente a los anteriores, que decepcionó a buena parte de sus seguidores, pero que al mismo tiempo se ganó el aplauso de gran parte de la crítica.

Algunas de las acusaciones que se le han hecho es haber dejado de lado su estilo brutal y sangriento (por lo menos, en parte) para construir una película más lenta. Algo bastante común: en primer lugar, es criticado por su uso de la violencia; después es acusado por dejarla de lado. Nada nuevo. Por otro lado, los diálogos de la película, uno de los puntos fuertes del cine tarantiniano, fueron extraídos y bastante respetados del libro homónimo de Elmore Leonard en el que se inspira la película, por lo que muchos replican una gran diferencia en la escritura de sus películas anteriores y esta.

En cualquier caso, se trata de una buena película, llena de referencias y con un manejo de los recursos cinematográficos al nivel de su autor.

‘Kill Bill Vol. 1 & 2’ (2003-2004)

Una de las películas más famosas del director y la favorita de muchos. Aunque fue concebida para ser una sola película, su extensa duración provocó que los productores terminaran por separarla en dos partes.

La mezcla de géneros, la sangre, la violencia y los típicos “homenajes” de Tarantino son llevados hasta su máximo exponente en esta película. De hecho, es complicado encontrar un solo plano que no haya sido directamente inspirado por otro rodado anteriormente. Es aquí donde se hace del todo evidente el amor de Quentin Tarantino por el cine de Serie B y por las películas asiáticas de artes marciales, que lo convierten, como él mismo dice, en un “friki del cine”.

Una película sobre la venganza, el relativismo moral, la justicia, la redención. Un festival de técnica cinematográfica y un disfrute visual. Un manifiesto sobre la absurdidad de catalogar la cultura en ‘alta’ o ‘baja’. Un colorido y frenético baño de sangre, como de costumbre. Un divertimento y un juego de malabarismos formales trabajados milimétricamente. Todo eso y mucho más es Kill Bill.

Aunque muchos la han categorizado como la mejor película del director, y aunque, personalmente, opino que las listas, las jerarquías y las “notas” carecen de total sentido en el mundo del arte, he de decir que, para mí, está por debajo de Pulp Fiction en cuanto a profundidad y complejidad. Sin embargo, eso no quiere decir que su visionado no merezca cada uno de los minutos que dura.

‘Death Proof’ (2006)

En mi opinión, la película más floja de la filmografía de Quentin Tarantino.

En esta ocasión, recupera el género de Rape & Revenge para denunciar el acoso patriarcal sistemático hacia las mujeres, poniendo en sus propios puños la capacidad para decir: “ya es suficiente”. La película, de nuevo, juega con aspectos temporales e incluso ha suscitado diversas teorías en cuanto a su interpretación.

No voy a extenderme mucho más, puesto que es una película que no disfruto especialmente. En cualquier caso, en ella se encuentran gran parte de los elementos del cine tarantiniano llevados a su versión más “macarra” y de carretera, por lo que su visionado no es en vano. De hecho, es probable que termine por darle una segunda oportunidad.

‘Malditos Bastardos (Inglourious Basterds)’ (2009)

A partir de esta película, y exceptuando a Los Odiosos Ocho (The Hateful Eight) (2015), Quentin Tarantino comienza a desarrollar un universo propio donde combina el mundo real con la ficción. O, más bien, desarrolla un mundo de ficción que le hubiera gustado convertir en real.

Además de un diseño de producción espectacular, unas interpretaciones geniales, un estupendo desarrollo de personajes, un uso extraordinario de la tensión narrativa y un guion formidable, la película tiene dos puntos fuertes que son prácticamente arrolladores:

El primero de ellos es que, básicamente, juega con ventaja. ¿A qué me refiero con esto? Me refiero a que el uso narrativo de la violencia tarantiniana puede ser utilizado por el director con una libertad y un placer exorbitantes, tanto para él como para el espectador, y esto se debe nada más y nada menos que a un factor determinante: los malos son nazis. Y ser nazi es considerado, en la cultura contemporánea, como ser la encarnación del mal. Por lo tanto, da igual la crueldad, la brutalidad o la violencia inhumana con la que los Bastardos traten a sus oponentes: son nazis, a nadie le importa. De hecho, cuanta más violencia se ejerce contra ellos, más satisfecho se siente el espectador (hecho que se hace evidente en el clímax y desenlace de la película).

El segundo punto fuerte, y uno de los más grandes en toda la carrear del director, es el desarrollo de su mejor personaje: Hans Landa, interpretado de forma brillante por el políglota Christoph Waltz. Un personaje descarnado, insolente, arrogante, falso, ambicioso y con tintes psicopáticos, formado por tantas caras como sean necesarias. Incluso el propio Tarantino ha declarado que es la mejor caracterización que ha escrito, y no le falta razón.

‘Django Desencadenado’ (2012)

El segundo largometraje donde Quentin Tarantino fusiona una realidad histórica con una dosis de ficción bien administrada. Si en el filme anterior jugaba con ventaja por querer ver el mundo libre de nazis, en este ocurre lo mismo por querer ver el mundo libre de hombres blancos racistas.

Ambientada en la Estados Unidos profunda del siglo XIX, en pleno apogeo del esclavismo en contra de las personas negras, y en plena expansión genocida hacia el oeste del país en contra de los nativos americanos, Tarantino nos presenta un esclavo llamado Django (rescatado de la película Django (1966) de Sergio Corbucci) que decide quitarse las cadenas y poner fin a la situación.

Tarantino declaró que quería construir un filme sobre la realidad del racismo y el esclavismo en Estados Unidos, pero tratado a modo de un spaghetti western y no de un filme social. El resultado es esta película escandalosa, violenta y reivindicativa, quizá no la más elevada en cuanto a complejidad, pero sí una de las más satisfactorias en su visionado. ¿A quién no le gusta ver esclavistas rancios y retrógrados volar por los aires?

‘Los Odiosos Ocho (The Hateful Eight)’ (2015)

El segundo western que rueda Quentin Tarantino, esta vez con una ambientación muy diferente.

La acción se sitúa en un viejo refugio en las montañas de Wyoming, después de que un grupo de lo más peculiar (que inevitablemente recuerda a La Diligencia (1939) de John Ford) necesite refugiarse de una ventisca. Es curioso que Quentin Tarantino declarara sus dudas entre rodar la película o convertirla en una novela, pues no son para menos.

A parte de un buen estudio de personajes y de sus dinámicas grupales, el punto fuerte de la película reside en su uso literario de la estructura. Como de costumbre, Tarantino divide la historia en capítulos, y no duda en desordenarlos a placer para jugar con la tensión narrativa y con la información que se le proporciona al espectador. De esta forma, consigue efectos sorpresivos que rompen con el horizonte de expectativas y mantienen alta la atención durante todo el metraje.

Además, hay que destacar la maravillosa actuación de Samuel L. Jackson, quien parece brillar especialmente cada vez que es dirigido por Tarantino, la brillante fotografía de la película y la banda sonora de Ennio Morricone, probablemente el compositor de música western más icónico de la historia.

‘Érase Una Vez En Hollywood…’ (2019)

Al igual que había hecho en Malditos Bastardos y en Django Desencadenado, Tarantino vuelve a mezclar una cruda realidad con una ficción brutal. Si antes había elegido la Europa asolada por el nazismo y la Estados Unidos en el máximo apogeo del esclavismo, esta vez el filme se ambienta en algo mucho más concreto.

Por un lado, el director nos presenta la historia de Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), un actor de capa caída que intenta relanzar su carrera junto a su doble, Cliff Booth (Brad Pitt). Por otro, se muestra la llegada de Roman Polanski y Sharon Tate junto a la casa de Rick, y las sectarias andadas de la “Familia Manson”.

Lleno de nostálgicas referencias a ese Hollywood de finales de los 1960s, la película nos muestra, a lo largo de casi 3 horas, estas pequeñas historias que parecen no tener nada que ver entre sí, pero que terminan enlazándose en un clímax de brutalidad, sangre y rabia contenida; una rabia que sólo puede ser expresada a través de la ficción y que resulta verdaderamente satisfactoria para el espectador (siempre y cuando esté familiarizado con el “Caso Tate-LaBianca”).

En cualquier caso, es una buena película, multifacética y, aunque aparentemente ajena, bastante personal. De momento, la última de la filmografía de Quentin Tarantino hasta nuevo aviso. 

¿El último capítulo?

Lamentablemente para muchos de los espectadores, Tarantino ha anunciado en diversas ocasiones que se retirará después de rodar su décima película. Contando Kill Bill como una sola, actualmente ha rodado nueve películas, por lo que, teóricamente, sólo le queda una por rodar.

Las dudas aquí emergen automáticamente. ¿Cuál será la última película que ruede Quentin Tarantino? El director ha mostrado varias veces su interés en realizar una secuela de Kill Bill, a modo de La Trilogía del Dólar de Sergio Leone. Sin embargo, todavía no ha confirmado nada y no hay noticias sobre lo que, supuestamente, será su último largometraje. ¿Pero será una persona como Quentin Tarantino, que desde joven ha sentido, vivido y respirado el cine, capaz de retirarse por las buenas en lugar de seguir rodando?

Esta última pregunta es una verdadera incógnita, o por lo menos el clavo ardiendo al que muchos de sus seguidores se agarran con la ilusión de que el director no dé por finalizada su carrera. Hasta que él mismo no tome la decisión, no sabemos qué es lo que ocurrirá. Lo que sí sabemos es que, de momento, ha trasladado su centro de interés hacia la escritura y ha publicado la versión novelizada de Érase Una Vez En Hollywood…. Además, recientemente ha anunciado que compartirá todo su conocimiento sobre cine en Cinema Speculation, su último libro, que no tardará en publicar.

De momento, nosotros quedamos a la espera por ver hacia dónde se dirige la carrera de Quentin Tarantino y de si, realmente, presenciaremos en su próxima película el último baile de un director que ha hecho historia en el cine contemporáneo.