La muestra del laboratorio ¡Una obra maestra!, impartido en la recta final del Frinje por la bailarina y coreógrafa Bérengère Bodin, miembro de la plataforma artística belga Les Ballets C de la B, tuvo varios momentos mágicos y mezcló con acierto danza, palabra, humor e improvisación. La búsqueda de la sensibilidad y esos instantes mágicos es una constante de esta compañía radicada en Gante, que se caracteriza por trabajar en equipos que responden a las preguntas con más preguntas.
La traductora, que había servido de enlace entre la artista y los bailarines y actores durante las casi 30 horas de trabajo, presentó la muestra con unas palabras del pedagogo, escritor y cineasta Fernand Deligny, referidas a los dibujos realizados por niños autistas que solía tratar: “por ser fallidos, son una esperanza de descubrimiento”. El tiempo de trabajo no había sido mucho y Bérengère parecía estar un poco reticente a hacer una muestra pública pero, incluso en los pequeños fallos que pudieron darse en la exhibición, hubo mucha belleza, magia y verdaderos hallazgos.
En especial, me pareció un acierto muy notable abrir de par en par las puertas de la Nave de Terneras, muy próxima ya a Madrid Río, para que entrase la cálida luz crepuscular (muy necesaria, ya que el espacio se iluminaba solo de manera natural) y, sobre todo, un público curioso, ajeno a lo que allí estaba ocurriendo, que entró con cautela ante la llamada en el exterior de los bailarines mediada la función y que permaneció hasta el final tan fascinado como los demás.
Creo que este tipo de acciones deberían buscarse más en las próximas ediciones del festival, ya que lo interesante sería atraer también a un público no habitual de las salas de teatro. Al no contar Madrid con una tradición de teatro de calle fuerte –frente a lo que ocurre, por ejemplo, en Tárrega, Valladolid o Lekeitio– pienso que hay una vía de exhibición poco explotada y, sin duda, interesante para el Frinje. ¿Por qué se programan conciertos al aire libre, pero no teatro? ¿No es esto un festival de artes escénicas? Ahí lo dejo. Hace unos días nos enterábamos de que, tras tres años de parón, los días 25 y 27 de septiembre vuelve el Festival Internacional de Teatro de Calle de Getafe (FITEC), que celebra su decimoctava edición. Un poco de empuje en esa misma dirección no estaría nada mal.
Volviendo al espectáculo que presentó Bérengère Bodin, pretendía indagar en lo personal y único que tenemos cada uno de nosotros, en cómo cada persona posee una visión singular del mundo y eso se refleja en sus huellas, su cuerpo y sus movimientos, y en cómo cada una de nuestras supuestas desventajas puede transformarse en algo intransferible e irrepetible. Estas ideas estuvieron latentes durante toda la pieza pero se verbalizaron hacia el final, cuando cada miembro del equipo fue diciendo lo que menos le gustaba de sí mismo para acabar gritando “¡Eres lo más bello del mundo! Coraje”.
A lo largo de la última semana, pudieron verse además otros interesantes trabajos, como la fantasmagórica propuesta de los ingleses FellSwoop Theatre o la interesante ¿Es lo que hay? de Armadillo y La Casa en el Árbol que, tras ganar un premio de la campaña Sí Me Importa de Oxfam Intermon y representarse el 16 de abril en la Universidad Autónoma de Madrid, proporcionó al público asistente un espacio y una excusa para pensar sobre conceptos tan actuales como la ayuda al desarrollo, el cambio, la solidaridad o la empatía, incluso después de terminada la obra.
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