Josep María Miró: «Mi teatro plantea encontrar mecanismos éticos para ser mejores»

El Teatro de La Abadía dedica un ciclo al destacado dramaturgo Josep María Miró
El Teatro de La Abadía dedica un ciclo al destacado dramaturgo Josep María Miró

La Abadía celebra este mes de febrero al dramaturgo vivo en lengua catalana más publicado, traducido y representado en el mundo. En 2022, el autor era reconocido con el Premio Nacional de Literatura Dramática por El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar, cuyo estreno en castellano ha acogido la Sala José Luis Alonso de mano del director Xavier Albertí y el actor Pere Arquillué. Al fascinante montaje, le acompañan propuestas de la envergadura de Reyes del Mundo, adaptación de la novela de Sebastià Alzamora que dirige José Martret, con un reparto encabezado por la actriz Carmen Conesa. Galaxias concéntricas que concilian al ocaso el crepitar del día.

Nokton Magazine: ¿Cómo recibes el reconocimiento a tu obra de este “Universo Miró”?

Josep María Miró: Es una alegría volver a La Abadía. Para mí es vital porque en 2014 enseño por primera vez algo de mi teatro aquí con El principio de Arquímedes. Y volver diez años después con tres montajes y una lectura que explican la diversidad que hace un creador… Es una mirada caleidoscópica al concepto de autor. Son materiales queridos, con equipos queridos, y en un teatro históricamente vinculado a un tipo de obras con las que me siento cercano; un “espacio de paz y libertad”, como lo define Mayorga, quien es una figura crucial para entender la dramaturgia de este país.

NM: ¿En qué fase creativa transitas actualmente?

JMM: Estoy en un momento muy esencialista, sobre todo con mi última obra, El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar, la primera de un tríptico de tres textos para un único intérprete. Siento que el teatro es lenguaje, especialmente palabra, generadora de pensamiento y acción teatral, y que Xavier, el director, ha puesto en un primer nivel la idea de la palabra en este montaje.

NM: Palabra que muda en carne y movimiento con Pere Arquillué, solo bajo el foco durante más de hora y media, generando territorios y personajes.

JMM: Necesitábamos un instrumento privilegiado y afinado, conectado con la verdad. Pere es uno de los mejores actores de nuestro país. Sabe transitar por el verbo y el cuerpo y generar imágenes. Hay un cambio de cuerpo muy intenso, de colocación de la musculatura, para entrar en la construcción de personajes. Un texto como este, de un cuerpo agredido, mutilado, deseado, diferente… nos habla de algo esencial. El actor en escena no es materia, sino una convención. Por este motivo, el texto podría interpretarlo un hombre, una mujer o alguien no binario, sin importar la edad.

NM: Al retablo de voces que toma turno de palabra le envuelve la bruma del thriller.  

JMM: Me gusta la presencia del género sin que determine la obra. El aire de suspense me ha interesado siempre desde un lugar atmosférico, pero en cambio la voluntad de decir quién es el asesino, no. Si fuese así, haría género policiaco, del estilo de Agatha Christie, que era buenísima. Mi teatro no busca la resolución, sino los procesos humanos. No es habitual la pregunta de quién ha matado Albert, en torno a quien gira todo, pero no es el objetivo. Aquí hay una muerte sacrificial de un joven, lo que en ficción siempre permite la expiación de un pecado, la regeneración de la comunidad.

NM: ¿Te atrae la belleza del horror, el renacimiento que releva al gesto turbio?

JMM: A veces me han dicho que es una obra oscura y bella. Yo digo que es una obra oscura que permite la posibilidad de restauración, lo que la convierte en luminosa. He escrito siempre un teatro luminoso porque en él se plantea la necesidad de encontrar mecanismos éticos para ser mejores. Un personaje afirma en la obra: “No hay nada más desafiante y subversivo que la belleza”. Es movilizadora del mundo y al mismo tiempo destructora. El personaje de Albert tiene algo de Teorema, de Pasolini, donde la belleza es delincuente y evidencia el sistema de corrupción. Yo no juzgo a ninguno de los personajes, pretendo contarlos desde la humanidad de su dolor y de su culpa.

NM: ¿Escribiste El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar indagando en el desafío formal?

JMM:  Es de las menos conscientes. Tengo a veces la sensación de que la escribí sonámbulo. Lo escribo en un momento de dolor, durante la pandemia. Empiezo el día en que muere Josep María Benet i Jernet, amigo y autor importantísimo en Cataluña. Cuidó mucho a las generaciones que vinimos detrás. La escritura se produjo de una forma salvaje, como un huracán que estaba en mi interior hacía mucho tiempo. Esta no es una autoficción, sino una geoficción. Cuento una historia a partir de un paisaje conocido, el de mi pueblo, que tiene también una rectoría, un aserradero, una higuera y un riachuelo.

El actor Pere Arquillué, maestro de ceremonias de "El cuerpo más bonito que se ha encontrado nunca en este lugar".
El actor Pere Arquillué, maestro de ceremonias en El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar.

NM: ¿Elementos que podrían adornar el espacio de otro enclave?

JMM: Una comunidad pequeña me permite muy bien contar esta historia porque todo se amplifica: La diferencia, el miedo, la violencia… La obra llegó a Nueva York y México, se estrenó el año pasado en Uruguay y Perú, ahora se hará en Grecia… y me resulta fascinante que en todas partes piensan en un pueblo de su geografía. La obra tiene mucho de “Pueblo pequeño, infierno grande”, un valor universal. Seguramente se trate de la obra más local que he escrito, pero toca a espectadores de lugares muy lejanos.

NM: ¿Hay necesidad instintiva de un sentimiento de pertenencia?

JMM: Cuando estuve en Nueva York me llamó la atención que el actor buscaba agudos casi nasales cuando interpretaba el hombre del aserradero. Yo veía a un señor de la América profunda. Pere, sin embargo, persigue los graves, la musicalidad. Una clave para escribir es comprender cuál es la musicalidad de tu lengua. Cuando voy a Argentina a dar un curso hablamos de que tienen lengua española, pero la musicalidad interna es italiana. Hay unos determinados sonidos o formas de hablar, de la coma alta o baja, en el que uno siente su identidad. Las lenguas construyen nuestra forma de comunicarnos.

NM: La labor de los traductores rebasa el signo y la semántica.

JMM: Absolutamente. He generado un vínculo muy especial con mis traductores. Traducir teatro es como traducir poesía, va más allá de la literalidad. Se ha de tener conciencia e intuición de teatralidad. Mi última obra se ha traducido a nueve idiomas (inglés, francés, italiano, árabe …) y yo les contaba que cada personaje tiene su forma interna de drenar el discurso. He intentado no hacer nunca obras que sean solo trama y situación. Propongo muscular la lengua, la interpretación y la dirección. Me hace especial ilusión, siendo un punto de inflexión, que con este texto me concedieran el Premio Nacional de Literatura Dramática y el Premio de la Crítica, entre otros.

NM: En otro de los montajes de este ciclo, Yo, Travesti, visibilizas ese travestismo que en su diversidad acoge sentires diversos.

JMM: Arrancamos el texto citando a Camila Sosa, una actriz, escritora y activista argentina maravillosa. Ella dice que su primer acto de travestismo no fue salir a la calle vestida de mujer con todas las de ley, sino escribirse como mujer. La ficción es travestismo. Lo hacemos también como espectadores. De golpe, nos proyectamos con personajes que no coinciden con nuestro género porque apreciamos conexión con un cierto ideal. Hay algunas mujeres divas que la comunidad LGTB ha sentido muy suyas. Para mí, muchas de ellas son diosas, espacio de espejo del mundo del transformismo.

JMM: Con la canción que nos representará en Eurovisión, Zorra, de Nebulossa, se palpa todo un movimiento de identificación.

NM: Hay algo más allá del gusto y de los conceptos musicales: La reapropiación del insulto como espacio de orgullo. Se transforma en otra cosa, también en un acto de travestismo. Zorra deja de ser un insulto, crea identidad. En la comunidad ha sido clarísimo con el término “maricón”. En el espectáculo nuestro, por ejemplo, se da su lugar a la travesti charnega. Por supuesto, existen unas reglas internas, como eso de “yo puedo hablar de mi madre, pero tú no”.

JMM: Ventura Pons, recientemente fallecido, trasladó una de tus obras más destacadas, El principio de Arquímedes, al cine en su película El virus del miedo. ¿Cómo percibes su legado?

NM: Ahora que murió Ventura resalta un aspecto significativo y admirable, su coherencia. Él siempre apostó por una lengua, por unas determinadas temáticas… Desde Ocaña, él hizo una apuesta muy clara por el concepto LGTBI, en un momento en el que no había tantos referentes. Apostó por el teatro, del que se nutrió, así como de la literatura. Buscó a Belbel, a Lluïsa Cunillé… Hasta este último diciembre lo vi en la butaca.

JMM: De haber una meta concreta en el horizonte, ¿qué estarías viendo?

NM: Para mí es esencial escribir para actores y actrices, no para el público, a quien espero de todas maneras que me acompañe y participe. Constantemente me pasa que pienso “ay este actor, esta actriz…”. Los admiro profundamente, son los canalizadores de la emoción. Me queda todo, pero mi objetivo es continuar trabajando con grandes intérpretes. Reivindico a nuestros actores mayores y veteranos, patrimonio inmaterial de este país.

Para consultar los detalles de las representaciones del ciclo, así como horarios y compra de entradas, se puede visitar el siguiente enlace: https://www.teatroabadia.com/josep-maria-miro-llega-con-un-retablo-de-cuatro-titulos-al-teatro-de-la-abadia