Cuando Bette Davis y Joan Crawford se alían para retomar su trono en un Hollywood que siempre ha sufrido de mala memoria para sus veteranas estrellas femeninas, no solo nace uno de los clásicos más abrumadores de la historia del cine, ¿Qué fue de Baby Jane?. El choque de egos de las dos divas, hermanas en pantalla, traspasaría el set para forjar más que una anécdota, un mito sobre la época dorada de la meca del cine. Con texto de Anton Burge y dirección de Carlos Aladro, los camerinos de aquel rodaje reviven para el público en ¿Qué fue de Bette y Joan?, con unas Yolanda Arestegui y Goizalde Núñez superlativas. El actor y productor Jesús Cisneros nos habla del montaje, así como del 25 aniversario de su productora (Descalzos producciones) y del éxito de La curva de la felicidad, espectáculo que coprotagoniza y que celebra dos décadas sobre las tablas.
Nokton Magazine: ¿Por qué Bette, Joan y el viejo Hollywood nos siguen fascinando?
Jesús Cisneros: Bette y Joan son dos de las estrellas con más personalidad del cine de los 40 y 50. Valientes, luchadoras, madres… abriéndose paso en un mundo de hombres. Consiguen un guión cuando ya a la mujer a partir de cierta edad se la consideraba mayor. Lo estamos viendo todos los días, por ello la mayoría de las actrices intentan perpetuar un poco su juventud, su rostro, su piel.
NM: ¿Qué os empujó a hacer realidad la función o, a retomarla para representarla en Madrid?
JC: Yolanda tenía toda la intención de hacerla porque le tocaba por edad y experiencias propias. Ella ha hecho de madre desde muy joven y ha visto de cerca de lo que habla esta obra, de cómo pasa de rápido el tiempo para las mujeres. A nosotros no se nos mira tanto que nuestra piel no tenga arrugas. Yolanda consiguió a una compañera magnífica, como es Goizalde, y un director como Carlos Aladro, que había leído mucho sobre la relación de estas actrices. Yo simplemente he sido un coordinador de esfuerzos.
NM: Siempre han corrido ríos de tinta sobre su enemistad…
JC: Se maltrataban, pero a la vez se buscaban. Joan va a ver a Bette para hacer ¿Qué fue de baby Jane? Es contradictorio. Alguien que lleva tiempo siendo tu competidora y de la que has hecho comentarios de menosprecio para la prensa y que sea precisamente la que buscas para reeditar un éxito en el cénit de tu carrera.
NM: Los insultos volaban entre ellas, pero se necesitaban, ¿no?
JC: Eran dos grandes supervivientes. El autor de la función, Anton Burge, lo ha concretado en el rodaje de la película, durante la que se produjo todo un historial de enfrentamientos. Aunque tuvieran sus luchas por quien estaba por arriba y tenía más papel y siempre anduvieran hablando con el productor y el director, creo que en las dos había admiración. Si no, les hubiera sido imposible permanecer juntas. Cuando Bette Davis vino a San Sebastián y la iban a acompañar al escenario, se levantó de la silla de ruedas para subir sola y que la vieran todavía con elegancia y presteza.
NM: ¿Ubicar la puesta en escena en intentan recrear un mosaico de espejos?
JC: Precisamente el escenario lo divide un espejo en el que habitualmente están discutiendo. Se valoran a sí mismas y se estimulan mirándose en la otra. ¿Qué fue de Baby Jane? tuvo un éxito arrollador. Era difícil de encasillar en un género. ¿Terror, drama o, en cierto sentido, comedia? Hay escenas en las que están tan enfrentadas que te provoca la risa. Es una reacción a la maldad, a los extremos.
NM: La dualidad entre las actrices y sus personajes forma parte de la leyenda.
JC: Sí, en la trama de la película interpretan a dos hermanas que también sienten un poco la una por la otra lo que en la vida real. Todo fue cómo si hubiera habido una conjunción para que hicieran esa película y en ese momento. Lo que más valoro de la obra es que está muy vigente porque habla de mujeres combativas, abanderadas, esposas de hombres importantes… Resume muy bien, quizás, todo el feminismo de hoy en día.
NM: ¿Es esta una gran oportunidad para que los jóvenes las conozcan?
JC: Cada vez más, la gente joven mira un poco las fuentes. Veo a mis hijas y, a lo mejor, en su momento no sabían quiénes eran estos dos mitos. Es verdad que ahora no se ve tanto el cine clásico como los veíamos nosotros. Yo era un asiduo al Cineclub en mi pueblo, la única manera de ver películas en versión original y grandes obras del cine.
NM: ¿La pantalla grande fue tu escuela?
JC: Ver, enseña mucho. Cuando me preguntan respondo “Yo, mundología y letras”. He leído muchísimo, he tenido la inquietud de saber. A mí me habría matado vivir mi adolescencia en esta época, no saldría de mi casa de todas las cosas que se pueden ver. Me ha pillado un poco mayor y me he librado de eso, que si no hubiera sido un ratón de mi propia casa. Antes tenías que hacer el esfuerzo de cogerte tu carné de la biblioteca, irte y buscar un libro adecuado, que nadie se lo hubiera llevado. Ahora todo está a mano.
NM: ¿Ha cambiado el panorama del teatro?
JC: Es verdad que ahora se está convirtiendo en algo muy especializado. Mucha gente va a ver a los teatros oficiales obras muy bien trabajadas y presentadas. Y luego está la persona que busca el ocio con otra gente alrededor. Pero qué bonito que la gente lo busque en el hecho de compartir un hecho social. En España no hemos perdido la costumbre de salir y tomar un vinito o una cervecita y comentar las sensaciones que la obra nos ha trasladado.
NM: ¿Las nuevas generaciones tomarán el relevo?
JC: Los chavales de ahora son hijos de su tiempo, por lo que las obras que observan las ha realizado a su vez gente que ha tomado referencia de otros artistas. No quiero creer que por no haber visto ciertas películas míticas o leído ciertos títulos, cuando se ve un producto cultural actual, no están ahí las fuentes. Si piensas en las películas de ahora de Clint Eastwood, ¿quién dice que no tienen el mismo espíritu de Frank Capra? La cultura es formación y cuánta más cultura tenemos, más datos para un criterio propio.
NM: ¿Cuál es el secreto para que veinte años después de iniciar funciones, La curva de la felicidad -en la que ejerces de intérprete y coproductor- no deje de llenar plateas?
JC: Creo que es porque cuando ha pasado cierto tiempo, lo volvemos a recuperar con una cabeza de cartel, ahora Gabino Diego. Yo soy creativo en las obras que hago como actor. No me conformo, tengo inquietud de que siempre las evolucionemos. Es más fácil en el teatro que tiene comedia humana y actual.
NM: ¿El humor revive?
JC: Hacer comedia es terapéutico. Disfrutas, te lo pasas bien, no tienes miedo, se consigue una comunión con el público continua. Cuando te da la risa, te la celebran. Yo me considero el nexo porque es verdad que el productor lo que debe tener es mucha espalda, siempre surgen problemas. A veces los puedes solucionar y a veces no.
NM: La celebración es doble, ya que tu productora -Descalzos Producciones- acaba de cumplir 25 años. ¿El sacrificio sigue valiendo la pena?
JC: Vale la pena cuando escuchas los aplausos y tocas a alguien el corazón, le mueves. Los días de estreno, en los que se ve el trabajo de todos, te olvidas del esfuerzo que ha habido. Te queda el orgullo de lo que has podido levantar.
‘¿Qué fue de Bette y Joan?’ se representa en el Teatro Quique San Francisco hasta este domingo 18 de febrero, con funciones a las 19h / ‘La curva de la felicidad’ se representa en el Teatro Infanta Isabel los miércoles, jueves y viernes a las 21:30h y los sábados y domingos a las 20:30h.