Nada queda en el tintero. La siguiente novela será aquella cuya idea todavía no es una realidad, pero vendrá y sorprenderá a su autor, que no es otro que Eloy Moreno (Castellón de la Plana, 1976), un optimista del transcurrir cotidiano y sus afluentes. Hablar de sus obras es observar las pequeñas escenas de la vida sin inclinar el ánimo. En estilo directo, con sonrisa ancha y una sencillez que respira. Así conversamos de Cuando era divertido, su última novela, la única de su bibliografía con advertencia a habituales y lectores recomendados.
Nokton Magazine: Publicas tu primer texto no dirigido a todos los públicos. La etiqueta destaca en portada: “No apto para todas las edades”.
Eloy Moreno: Es la primera novela en la que muestro referencias sexuales, algo que no había hecho antes, pero en verdad esa sería la superficie. Yo escribo para todo el mundo, nunca pongo edad a mis lectores, pero creo por ejemplo, que los adolescentes de 12-13 años que hayan leído Invisible todavía no entenderán bien el trasfondo de la historia. Quisimos de alguna forma avisar para que un profesor que haya puesto algunos de mis títulos como lectura para sus alumnos, no recomiende este por que sea del mismo autor.
NM: Cuando era divertido se acerca a las relaciones y rupturas sentimentales a partir de una pareja en crisis. ¿De dónde nace la necesidad de retratar este espacio de intimidad?
EM: Es un tema que tenía en mente hace tiempo. Un cúmulo de vivencias que estaban guardadas ahí y han salido. Al final conoces a muchas parejas que están, pero no están; que ves que son más compañeros de piso que de vida. Todos conocemos a alguien en esta situación. Gente que nunca da el paso, que se quiere separar, pero no.
NM: Las hipotecas unen mucho, como bien señala una abogada en la novela.
EM: ¡Sí! (Ríe). Los bancos unen mucho a las parejas. Y como ha demostrado la pandemia, la ley también. Matrimonio por obligación.
NM: O por pereza.
EM: Así es. Una pareja me dijo, bueno, uno de los dos: “¡Qué pereza ahora separarme!”. Me contó que no estaban bien, pero que ahora cambiar de casa, empezar de nuevo… Me llamó mucho la atención y lo incluí en el libro.
NM: Hablando de la pandemia, ¿el encierro fue productivo o apabullante?
EM: La novela me rondaba, pero también durante la pandemia me pregunté cómo sería el confinamiento para las parejas que no se querían y no querían estar juntas, pero no tenían más remedio que convivir. En mi plano personal, el encierro no me ha causado ningún trauma. Mi día a día es estar mucho en casa, escribiendo, por lo que intenté acoplarme. Acababa de publicar una novela, así que hice muchos directos, entrevistas y encuentros con clubes de lecturas a través de Team y Zoom.
NM: ¡Y vaya coincidencia! La novela, Tierra, era una historia sobre personas confinadas.
EM: ¡Yo mismo me extrañé mucho! Pensé “tengo una bola de cristal…”, pero fue una completa casualidad. Hubo gente que me preguntó totalmente sorprendida. La había escrito año y pico antes de saltar la alarma por el Covid.
Eloy Moreno, autor de «Invisible», «Tierra» o «Cuando era divertido».
NM: Se tilda a la sociedad de obrar por impulso, de apurar lo inmediato, de necesitar los cambios… pero en Cuando era divertido somos testigos de cómo duele no poder salvar lo insalvable.
EM: Hay de todo. Conozco relaciones muy felices, con muchos años a las espaldas. A veces intentamos estirar y estirar, pero tampoco da más de sí. Es como alargar el desastre y llega un punto en el que el amor, el cariño y la admiración que hubo se convierte en odio. Nadie es totalmente coherente con uno mismo. Decimos una cosa y hacemos otra. El ser humano es cómo es y en todas mis novelas intento reflejarlo.
NM: ¿Qué ha cambiado desde entonces?
EM: Hay momentos en que deja de ser lo que era. Hay gente que lo sabe encauzar y otra gente que está por estar cuando no tiene sentido seguir por rutina y por inercia. Hay muchas dudas, sentimientos de culpa, remordimientos… Una separación no es tan fácil. He querido reflejar esos miedos, un poco de todos esos estados.
NM: Este pensamiento interno lo expresa Ale, o en realidad, uno de los dos, ya que los protagonistas responden al mismo nombre. ¿Solo querías mostrar la simetría de dos seres humanos ante una ruptura?
EM: Sí, fue muy consciente. Nunca sabes quién es quién. Me he encontrado con lectores que piensan que quien se va de la relación es ella y otros que es él, pero como no lo pongo en ningún momento… Juego mucho con esa ambigüedad. Quisiera que todo el mundo se sienta identificado y que tampoco se diga “siempre es la mujer” o “siempre es el hombre”. Aquí no va a pasar eso.
NM: Cuando todo estalla por los aires, él siente momentáneamente un cierto miedo a que ella, herida, pueda denunciarle por violencia de género. ¿Te pudo inquietar que esta referencia fuese malinterpretada?
EM: No, no había ninguna intención, realmente todo lo que cuento son casos reales. Conozco un chico que, por sus circunstancias, tuvo miedo de que esto pudiera sucederle. Me rodean muchas parejas con sus distintas experiencias y me he permitido tomar sin decir nombres, obviamente, sus miedos, preocupaciones y vivencias.
NM: El aspecto más delicado de una separación es la custodia de los hijos. Aquí rozas esta cuestión tangencialmente, pero el núcleo es la intimidad de una pareja rota.
EM: Sí, es la historia de una pareja. Hasta en la portada son dos columpios, lo reduzco a dos personajes. Hay un niño, pero solo se ven detalles. Los hijos no deberían sufrir las consecuencias. En el libro intento dejarlos al margen. No muestro ningún conflicto real, es algo puntual, y cuando él aparece, todo se calma de repente. Podría haber entrado, pero hubiera sido otro jardín, otra novela.
NM: ¿Qué representa el columpio?
EM: La parte divertida de la infancia. Cuando ves a un niño columpiándose, no está enfadado, al contrario, siempre está feliz. Pensé que era una gran imagen: El contraste de la felicidad de un columpio con la nieve que no permite apenas que se pueda usar.
NM: El parque se puede ver desde el balcón de la casa de Ale y Ale. ¿Este balcón hace las veces de refugio?
EM: La terraza representa, a modo de metáfora, la comparación que se crea cuando ves a otra persona o a otra pareja. Desde allí se observa la vida de modo un poco idílico, cuando no lo es tanto, y al revés, alguien que está peor que tú. En ese momento sientes que no estás tan mal. Ya se sabe, “mal de muchos…”.
NM: Y piensas aquello de Cuando era divertido.
EM: Pues fíjate, alguien me dijo “¿te acuerdas cuándo era divertido?” y me llegó de pronto la frase cuando iba a decidir el título. Cuando algo ya no es divertido, es así de simple, deja de gustarte.
NM: Todas tus novelas comparten una moraleja: ¿Qué esperas a ser feliz?
EM: Tienes razón, ese es el objetivo final de mis libros. Cada uno lo expresa en distintos ámbitos de la vida. En El regalo podría ser el laboral, el de los sueños por cumplir. En mi nueva novela, el personal, el que habla de lo emocional. Es un mensaje de que todo mejore, en cualquier contexto, pero que mejore.
NM: Si recibieras una carta, como el protagonista de El regalo, en la que se te preguntara qué estarías haciendo si hoy fuera tu último día, ¿qué responderías?
EM: Fíjate, me gustaría estar rodeado de más personas, personas a las que quiero, pero tampoco haría nada especial. Estoy bien, no haría nada diferente de lo que estoy haciendo. Soy afortunado. Diez años después de autopublicar El bolígrafo de gel verde sigo dedicándome a lo que me gusta de verdad.