LA FRAGUA y la implicación cultural en el entorno

Proyectos culturales que se convierten en motores económicos de su comunidad.

En el norte de Andalucía, en esa zona en el que el acento se difumina y no se acaba de saber muy bien si eres manchego, extremeño o cordobés, hay una pequeña Suiza, y no por el capital desviado, sino por los pastos verdes y las lustrosas vacas que te puedes encontrar. Y en una esquinita del Valle de los Pedroches, esa helvética andaluza, se encuentra el pueblo de Belalcázar y la olla de arte en ebullición que llevan Gaby Mangeri y Javi Orcaray: LA FRAGUA.

Escuchar a Javier hablar de sus proyectos y sus ideas te anima a ponerte en marcha y luchar contra lo que se te pueda poner por delante para llevar a cabo tus ideas. Si no se puede por este camino, busca otro. Te contagia de un positivismo que intenta disfrazar de pesadumbre, pero que no consigue tapar tanto como para que no brille por debajo y su luz se filtre.

En un viaje de ida y vuelta que cambió sus bases, volvió del otro lado del Atlántico con una idea germinada en su cabeza y con tanta energía en el cuerpo que le cuesta aguantar demasiado tiempo sentado. Los inicios de LA FRAGUA, la asociación y su retoño en forma de residencia artística, fueron un mucho de cabezonería y empeño y un poco bastante de “echarle morro” al asunto. Y las cosas van saliendo, vaya que sí.

LaFragua-1Nokton Magazine: Experiencias de residencias artísticas en todo el mundo hay desde los años 60, ¿en qué modelos os habéis inspirado? ¿Cuáles conocíais de primera mano?

LA FRAGUA: Antes de nada, nos gustaría daros las gracias por servirnos de altavoz a nuestros comentarios que siguen en constante cambio. De alguna manera, nosotros también “vivimos en residencia” porque compartimos espacio con los artistas, por lo que contestar es siempre un ejercicio de reflexión cercano a la práctica de escribir un diario de lo que vemos pasar ante nosotros, cosa que no hacemos tan frecuentemente como deberíamos.

“Vivir en residencia” te hace compartir con los artistas los dos únicos preceptos que definen hoy en día una residencia de artistas: movilidad y temporalidad. Si nos centramos en estos dos conceptos, podemos ver el uso que esa “experiencia móvil y temporal” se puede dar en contextos diferentes. Es entonces cuando llegamos a la conclusión de que esa temporalidad y movilidad nos interesa mucho que se use de una manera política para intentar cambiar un entorno.

Poco a poco nos hemos ido alejando de mastodontes deshumanizados como I.S.C.P en Brooklyn, donde más de 40 artistas buscan una forma de colocar su obra en una galería y acercándonos más a Grizedale en Inglaterra, donde realmente existe una conciencia del arte como vehículo para el cambio.

LaFragua-8NM: Dentro de la tradición de las residencias artísticas, ¿en qué corriente se encuadra LA FRAGUA?

LF: Nos gusta protestar contra la etiqueta de “residencia rural”, en la cual inevitablemente se nos incluye. Creo que los geógrafos catalanes están haciendo una labor bastante interesante al respecto, eliminando barreras entre campo y ciudad, o al menos así lo entendemos, ya que proponen que ya todo es “ciudad”. Claro, en el sentido más literal, se entiende como una contaminación, como una extensión de todos los males. Nosotros le hemos dado la vuelta y por ahora, trabajamos con la idea de que todo lo positivo que representa la ciudad, debe estar al alcance de la gente que no vive “dentro”. Obviamente, poner barreras a la creación artística y a la experimentación por aquello de vivir en un pueblito, pues para nosotros no tiene sentido. Mucho menos si volvemos al concepto político, en este sentido, si lo hiciéramos estaríamos considerando que la gente que vive en el medio rural son los “otros”.

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NM: ¿Cómo elegís los artistas que pasan por vuestra residencia? ¿Qué perfiles buscáis? LA FRAGUA tiene una clara aspiración internacional, ¿qué artistas nacionales e internacionales habéis acogido en la residencia y cuáles os interesaría hacer partícipes de ella?

LF: Desde nuestra apertura en diciembre de 2010 hemos acogido a más de 80 artistas, mayoritariamente internacionales. Este hecho se debe a que LA FRAGUA es un proyecto independiente y la financiación depende en gran medida de lo que pagan los artistas por sus residencias. Resulta envidiable cómo Canadá, Bélgica, Alemania, Inglaterra, Australia o Corea ayudan tanto a la movilidad de sus artistas . Intentamos generar un balance con los artistas españoles cuando tenemos becas propias.

Lo que sí tenemos muy claro desde el principio es que la selección no depende de la capacidad de financiación de los artistas. Nos negamos a ser un “hotel para artistas”. Respetamos ese tipo de centros, pero no es nuestra línea. Preferimos perder dinero rechazando solicitudes en beneficio de consolidar una idea: los artistas en residencia en LA FRAGUA deben estar dispuestos a experimentar con su obra, el entorno y la comunidad.

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NM: ¿Cuál es vuestro método de financiación? En el caso de necesitar mecenas, ¿buscáis al “mecenas perfecto” para el artista en cuestión?

LF: Los costes de las residencias, las cuotas de los socios (somos jurídicamente una asociación cultural), donativos y un poquito de financiación pública y privada. Buscamos mecenas constantemente para financiar residencias. Cuando los encontramos les convencemos de que la mejor manera de encontrar al “artista perfecto” para su mecenazgo es mediante una convocatoria internacional. Normalmente se presentan una media de 40 artistas, a veces hasta 80 o más,  y siempre decide el comité de LA FRAGUA a quien se le da el premio. Posteriormente, el mecenazgo está compensado con la obtención de una obra creada en el periodo de residencia. Pero básicamente nuestro futuro depende en gran medida de la financiación internacional.

NM: ¿Qué pensáis del modelo institucional del arte español en los últimos años?

LF: Pues la verdad es que no estamos muy puestos. Entendemos que al Estado le interesa hacer un uso político del arte para narrar su propia historia (Museo del Prado), que al alcalde de turno le interesa montar un cuchitril para ganar votos (museos locales), etc. Más allá, nos perdemos. Sí estamos en la lucha por la coherencia en los presupuestos culturales que una administración pública debería tener como fin. Más aún cuando ya está tan claro que la cultura mueve pasta. Si no quieren entender que invirtiendo en cultura se invierte en la mejora social, que por lo menos entiendan su componente económico.

LaFragua-9NM: LA FRAGUA está en Belalcázar, un pueblo de 3500 habitantes al norte de la provincia de Córdoba, ¿cómo articuláis la relación de la residencia y el pueblo? ¿Qué objetivos os planteáis en ese sentido con el pueblo y con la comarca?

LF: Desde el inicio supimos que la mejor manera de integrar la actividad de LA FRAGUA en la comunidad era haciendo que los artistas formaran parte del panorama visual de Belalcázar. Los artistas viven en el pueblo y se desplazan en bici al convento de Santa Clara, donde están los estudios. Este trasiego, que al inicio llamaba tanto la atención, se ha convertido en algo muy natural para los habitantes del pueblo, como lo es verlos en cualquier establecimiento, bar o simplemente dando vueltas. El boom económico y del ladrillo no llegó aquí, por lo que la inmigración ha sido mínima. Nos gusta pensar, que gran parte de nuestra aportación con LA FRAGUA a la comunidad, es que vean otras “caras” del mundo.

LaFragua-7Por otra parte hemos sido conscientes de que la aceptación del proyecto pasaba por la participación activa de la comunidad. Nos encantan los artistas que vienen con proyectos de participación, sobre todo si rescatan partes del ideario colectivo que tienden a olvidarse o colocan a la gente en situaciones nuevas. El pueblo no solo ha sido activo sino también bastante generoso, nos ha ayudado mucho.

Un proyecto que queda siempre en el aire, por falta de recursos humanos, sería el establecimiento de una red de residencias por todo el Valle de los Pedroches. Esta idea, es tan simple como utilizar las infraestructuras que existen y están abandonadas. Pensemos en la cantidad de museos locales que nacieron cuando había otros presupuestos. Ahí están, muertos. Seamos honestos, las colecciones por si solas no bastan, hay que tener una programación y enganchar a la gente con actividad. Un programa de residencias artísticas sería parte de la solución. Solo falta que los gestores, que se quejan de la falta de oportunidades, se ponga las pilas. En los Pedroches queda casi todo por hacer.

LaFragua-3NM: Una cosa es la residencia y otra son las obras que de allí manan, ya sabemos todos los tópicos y las “reticencias” de comprensión que provoca el arte contemporáneo.

LF: El pueblo, en su mayoría, no ha tenido experiencias con el arte contemporáneo. Es normal que la primera reacción para mucha gente sea rechazarlo. Pero igual pasa en la ciudad con la mayoría de la población. Lo mejor es explicarlo mucho y bien, para que poco a poco la gente adquiera herramientas para disfrutarlo. También es bueno que los propios gestores, en nuestro día a día, no nos volvamos perezosos, el arte debe estar al alcance de todos, nuestra función es encontrar caminos de diálogo.

NM: ¿Qué contactos tenéis con otros proyectos de desarrollo y de arte en el medio rural en España como Scarpia, Morille u otro tipo de residencias?

LF: Hemos participado en dos ediciones de Scarpia, nos encanta. Tiene mucho mérito lo que hacen cada año, sobre todo porque hay un contexto teórico detrás de cada edición del festival.  También porque en El Carpio todo el pueblo está bastante implicado y sigue con mucho entusiasmo después de tanto tiempo. También nos gusta bastante la labor que se realiza en Sierra Centro de Arte en Huelva. Me gusta pensar que en Andalucía no estamos solos, que hay otras residencias que buscan lo no convencional. Ojalá existieran más.

LaFragua-10NM: Respecto a los modelos de gestión de espacios rurales, ¿crees que es más productivo y cobra más sentido el trabajo funcionando en red?

LF: Hacer redes es imprescindible. Sobre todo hacer redes con gente con quien es agradable trabajar, aprender de ellos y disfrutar de la vida. Creemos que en esto no hay diferencia entre campo y ciudad, al fin y al cabo ya estamos todos en la misma “aldea”. Lo que sí es cierto es que para hacer buenas redes, hay que ver y leer mucho lo que están haciendo los demás. A veces nos hemos equivocado con algunas redes y echando la vista atrás, quizá fuera porque nos podía la ansiedad por crecer. No está mal planificar este tipo de intercambios con más calma.

Fotos cedidas por LA FRAGUA