Eternos maestros del caos

La muestra profundiza en la comprensión de las distintas culturas y las diferentes épocas ante el mal y el caos inherente al ser humano.

Por mucho que se empeñen en lo contrario, lo lisérgico y lo psicotrópico tiene una presencia notable en el devenir vital de la raza humana. Sea por sugestión, por elementos externos que lo provoquen o por consumo consciente, muchas veces nos sumergimos en estados alterados de conciencia que abren y cierran puertas en nuestra psique y quién sabe si no nos puede mostrar vertientes de nuestro mundo que nos esforzamos en negar.

Unas luces frías titilantes que acompañan hasta el umbral de la sala de exposiciones enajenan el caminar del visitante por las escaleras del Caixa Forum, como un hechizo de otro tiempo que expulsa de la claridad a aquel que se despista. Un paso más y la oscuridad. Jadeos, gritos amortiguados, ojos desquiciados y vacíos que miran más allá. No es intencionado, lo sé, lo he sufrido en otras ocasiones, pero esta vez tiene un efecto hiper-sensitivo que seguramente el comisario de la muestra, Jean de Loisy, no ha tenido en cuenta.

La muestra recoge piezas como figurillas, máscaras, trajes ceremoniales y representaciones procedentes de grandes colecciones antropológicas y etnográficas. Ahonda en lo macabro de lo folklórico. Los caminos elegidos por diferentes tribus y culturas de lugares tremendamente distantes son paralelos. Mitos y leyendas explican todo elemento básico necesario para la comprensión de la existencia. Los ritos y ceremonias propician el ritmo de la vida. Pero no todo es solemnidad y otro punto común a todos, mucho más profano, es el intento de ridiculizar nuestros miedos. Una catarsis física y espiritual a través de le fiesta, el humor y el desenfreno. Bacanales que permiten que purguemos nuestros demonios en comunidad. Pero Maestros del caos no es una exposición antropológica, combina este material con piezas e instalaciones de artistas contemporáneos. Fríamente, cuesta encontrar diferencias sustanciales entre los procesos de creación y la finalidad de unas y otras. Es la vigencia del caos de la noche de los tiempos.

Annette Messager. La Parade de l’Écureuil [El desfile de la ardilla], 1994. Cortesía de Annette Messager y de la Marian Goodman Gallery, París/Nueva York

Chamán viene del francés y el francés lo toma del xungu, lengua siberiana que usa el término para designar, literalmente, a “el que sabe”. En culturas atávicas eran los chamanes los que guiaban en el paso entre la luz y la sombra. Eran los elegidos por la tribu, o quizás por una fuerza superior desconocida, para mediar entre dos mundos. Saben algo más. Conocen de la vida en más caras de las que ofrece el poliedro. Entienden el caos que permanece agazapado en la calma. Quizás los artistas también comprendan ese desconcierto. La creatividad del arte no sólo exorciza los males del mundo personal del que firma porque esos fantasmas pertenecen a la cultura y a la sociedad donde se desarrolla el creador.

Las tradiciones reflejan la inevitable e interminable lucha entre el orden y el caos y ponen de manifiesto la tensión entre estas fuerzas. Parece que en el lado de la luz permanecemos protegidos por el orden, pero sabemos que todo tiene su otra cara y al otro lado de la moneda nos encontramos de bruces con el caos. ¿Es precisamente eso lo que hace al mundo caminar? ¿Es indispensable para que el universo permanezca en equilibrio?

Maestros del caos: artistas y chamanes estará en la sede del Caixa Forum de Madrid, en el Paseo del Prado 36, hasta el día 19 de mayo de 2013. De lunes a domingo, de 10 a 20 h. La entrada es gratuita, pero los jueves a las 18 h y los domingos y festivos a las 12 h se organizan visitas guiadas por la muestra. Su precio es de 3 € por persona.

 

Foto: Myriam Mihindou. Serie «Déchoucaj’». Haití, 2004-2006. Colección de la artista / Foto: Annette Messager. La Parade de l’Écureuil [El desfile de la ardilla], 1994. Cortesía de Annette Messager y de la Marian Goodman Gallery, París/Nueva York