‘Teresa’: La espada en la piedra

Blanca Portillo se ciñe las vestiduras de la Santa en "Teresa"
Blanca Portillo se ciñe las vestiduras de la Santa en "Teresa"

En la capilla de Montesiepi, en la Toscana, la afilada hoja del arma de un caballero permanece incrustada a los pies, en la roca. No forma parte de la mitología artúrica, sino que atesora su leyenda. Perteneció a Galgano Guidotti, santo que en 1180 renunció a su vida seglar tras recibir, como narra la leyenda, la visita de un arcángel de nombre Miguel. La espada, en forma de cruz, muy venerada en nuestros días, acabó representando su férreo compromiso con Dios.

Con una determinación incluso más inasible que el acero, Teresa de Jesús, enfrentó en el S. XVI las acusaciones y el juicio de la Inquisición por la rebeldía de dar, uno a uno, sus propios pasos, los que sentía profundamente estrechos al Creador. Estaba tocada por un misticismo único. Su figura ha sido llevada en diversas ocasiones al cine: Con Josefina Molina, la Santa tuvo el rostro de Concha Velasco; Paz Vega fue la Teresa de Ray Loriga y Marian Álvarez la interpretó en la tv-movie dirigida por Jorge Dorado antes de la pandemia, lapso que ha reprogramado nuestra temporalidad presente.

Si cada generación reconoce a una Santa Teresa de Ávila, la que ahora emprende el vuelo lo hace de mano de Blanca Portillo (Madrid, 1963), con el personalísimo estilo de Paula Ortiz (Zaragoza, 1979). Teresa traslada a la gran pantalla La lengua en pedazos, de Juan Mayorga (Madrid, 1965), obra basada en El libro de la Vida, de Santa Teresa y por la que el dramaturgo recibió el Premio Nacional de Literatura. “Resultaba muy atractivo y estimulante hablar sobre una mujer de fe y símbolo de la fe cuyo motor era el autocuestionamiento permanente. Esta pulsión dramática también lo es del conocimiento humano y contra cualquier dogmatismo y autoritarismo”, explica la directora, quien resalta que el signo de la contemporaneidad de Teresa reside en “la tensión existencial permanente” que caracteriza su existencia. “Cualquier pensamiento que tienda al totalitarismo, lo destruye la duda. Una persona que duda no puede ser fascista”.

Blanca Portillo y Asier Etxeandía protagonizan un duelo de altos vuelos en "Teresa", dirigida por Paula Ortiz.
Blanca Portillo y Asier Etxeandía protagonizan un duelo de altos vuelos en «Teresa», dirigida por Paula Ortiz.

Blanca Portillo se mide en contraplano con Asier Etxeandía (Bilbao, 1975), en la piel de un resabiado Inquisidor. El intrincado encuentro entre el representante del Santo Oficio y la que sería la primera Doctora de la Iglesia prende fuego a una descarnada batalla dialéctica, en la que la palabra se transforma, se revuelve. “Blanca, Paula y yo hemos convivido en torno a Teresa, enamorándonos del texto de Mayorga, sacando a relucir todas nuestras relaciones y miedos, colocándolo paralelamente a cada coma del texto e incluso elevados por momentos”, afirma el actor sobre el proceso.

Su personaje representa la canalización de una mirada opuesta sobre la fe y la visión del mundo a la de la Santa, pero su presencia viene a personificar un juicio de mayor envergadura, el del juez interior. “Es una creación de Teresa, juzgándose a sí misma. Se pregunta: ‘¿Lo hago para que me quieran? ¿Lo hago para salvarme? ¿O realmente estoy conectada con Dios?’ A veces parece Jesucristo, a veces parece Satanás, pero se está autoexpiando continuamente. Se perdona y se condena por momentos. La ama y la admira porque es el amor propio”.

La obra de Mayorga ejerce de espina dorsal y articula la película en una aproximación que Paula Ortiz considera que no hubiera podido lograr por otra vía. “Es un personaje realmente muy complejo. El combate dramatúrgico me ha permitido una estructura narrativa desde el que volar a las grandes pesadillas y anhelos de Teresa”, expone. “Mi acercamiento es delicado porque no tengo formación religiosa, no transito la fe católica, pero para mí la religión es el área de la espiritualidad, un tipo de experiencia humana que a veces rehuimos, que escapa a nuestras certezas y que empuja nuestras primeras y últimas preguntas”.

A pesar de la desconfianza y la contradicción, el Inquisidor observa una verdad apabullante en el verbo y la mirada de su interlocutora. Le atemoriza al igual que le desmonta. Esa mujer, que se ha saltado las normas fundando su propio convento y escribe textos considerados incendiarios no puede más que estar iluminada por una razón superior. “Ese mastodonte tan peligroso también se desarma con la verdad. No sabemos cómo fue el juicio de la Inquisición de la época y cómo no la quemaron siendo cómo eran, pero quiero pensar que fue por la absoluta verdad de esa mujer revolucionaria”, reflexiona Etxeandía. Su expresión transita todavía la emoción de un trayecto subterráneo, de noches de estudio, cavilación e interrogantes. “Todo el tiempo me cuestionaba. Cada pregunta del Inquisidor me la hacía a mí mismo. Los seres humanos somos los únicos sobre la tierra que sabemos que vamos a morir y tener esa consciencia hace que te plantees todo en la vida”.

La explosión entre Portillo y Exteandía crepita en cadena, incluso cuando lo único que se interpone entre sus pupilas es el silencio, el puchero humeante, el vacío de un cielo estrellado. Ambos son grandes amigos y, en escena, interpretaron juntos una magnífica versión de Las amistades peligrosas en 2007. “Blanca y yo rimamos mucho, la vida nos ha colocado en personajes antagonistas, profundamente unidos y condenados a estar juntos. Era parecido a lo que sucedía con el Vizconde de Valmont y la marquesa”.

Juan Mayorga se muestra encantado con el “enorme” reparto de la traslación cinematográfica de su obra y destaca la “riqueza” que le ha ofrecido Ortiz al texto teatral. “Paula no solo ha logrado llevar la obra a otro formato, sino que lo ha traslado a su mundo, a su propio lenguaje”. La imaginación y la fabulación onírica se entrelazan a través de los diálogos. Vemos a la mujer, de familia judeoconversa, que fue niña (Ainet Jounou); y a la que atesoró una devota y confusa juventud, interpretada por Greta Fernández.

Sus tribulaciones forjan un sentido multidimensional. La fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzas, una mujer de rigor, se despliega en estratega, política, teóloga, letraherida… “Quien intente apropiársela va a fracasar. Tiene tantos rostros…”, comenta Juanma Latorre, miembro de Vetusta Morla y compositor de la banda sonora. Un conocido dicho de la Santa, ‘En la contradicción está la ganancia‘, le resuena desde niño y describe la satisfacción de haberse lanzado al agua. “Utilicé elementos musicales que para mí en principio me eran muy ajenos: La música del barroco o del último renacimiento e instrumentos como la viola de gamba o un cuarteto de polifonía vocal”.

Al tema principal, le engarza su evocadora voz la cantaora Rocío Márquez. El músico confiesa que este fue el punto de partida y a partir de “esa fuerza irresistible” ya vio claro lo que quería hacer con la banda sonora, una mezcla entre la firmeza de los sintetizadores y la reverberación coral. “Es verdad que en el proceso de una BSO pierdes autonomía, porque dependes de todos los elementos de la película, pero merece la pena a favor de una experiencia multisensorial. Es mágico cuando entras al cine, se apagan las luces y todo te envuelve”, comenta emocionado.

Teresa ya transita por las salas españolas. La hermana, primero rechazada por la Iglesia, siglos después elevada a los Altares. La mujer que insistió en llegar al borde de los márgenes, la que renunció a las órdenes de los hombres. La poeta que escribió ‘la verdad padece, pero no perece’ y tantas frases de guardar. ¿Sería también una de las primeras feministas? Paula Ortiz cita a Mayorga. “No, en su cosmovisión no existía el feminismo como el ideario que es hoy. Si bien hace una defensa del espacio de las mujeres, cuando se le coloca el lazo, tendemos a colonizarla. Debemos mejor no hablar de ella y dejar que ella nos hable”. A principios de un nuevo siglo, medio milenio mediante, he aquí la buena nueva. Como asegura el también director artístico del Teatro Abadía, “todas las personas en España tienen alguna noticia de Teresa”.