Una famosa periodista canaria, Idaira Bethencourt, siente su mundo temblar cuando su amante, el fotógrafo Robert Fisa, es asesinado. Casada con el prestigioso ciclista Carlos del Río, la presentadora se verá envuelta en una compleja trama de corrupción y dopaje mientras lucha contra el tiempo para dar con la clave oculta detrás de la desaparición de Robert. A partir de esta trama de mentiras e interrogantes, el periodista y escritor catalán Daniel Arrébola debuta en la ficción con Recuérdame que soy guapa, un atrayente thriller de investigación y suspense que acuña solo el preámbulo de una incipiente carrera literaria.
Nokton Magazine: Cinéfilo declarado, te has volcado siempre en cuerpo y alma en la esfera de la cultura, pero en tu primera novela te lanzas al periodismo deportivo.
Daniel Arrébola: ¡Es cierto! Yo he trabajado sobre todo en redacciones de radio y cultura, pero es verdad también que es una sección que he vivido de cerca. Personalmente me gustan casi todos los deportes, especialmente el ciclismo, que traigo a primer plano aquí. El tener muchos contactos, amigos y relaciones dentro de esta parcela, me ha permitido meterme en un deporte tan especial. También se debe a toda esa infancia que recuerdo de muchas vueltas ciclistas, del Tour de Francia…
NM: En Recuérdame que soy guapa las Islas Canarias tienen un gran protagonismo. ¿Qué te atrapó de este escenario?
DA: He visitado varias veces las Islas. De niño, con mis padres, conocí la isla de Lanzarote, donde transcurre la mayor parte de mi historia, y me fascinó. Ha sido como ponerle personajes a ese lugar fantástico, de desiertos y paisajes volcánicos. Solo pensar en espacios así me relaja, me ayuda a evadirme. Lo bueno que tiene la escritura es poder viajar, al menos mentalmente.
NM: ¿Cómo nació la idea de la novela?
DA: De alguna manera, todos vamos acumulando de forma inconsciente casi todo lo que vamos viviendo. De golpe y porrazo, por la magia que tiene esa cosa tan desconocida de la mente, activa el interruptor y le va dando forma. Nace mucho antes de empezar a teclear la primera palabra. Idaira es un personaje que fue surgiendo a raíz del trabajo con distintas compañeras periodistas. Es una especie de homenaje y cóctel en el que podemos incluir, con esos ojos de testigo, todos los nutrientes recibidos.
NM: ¿Cuánto hay de ti en tu protagonista?
DA: Un escritor mentiría si dijera que los personajes no tienen nada que ver consigo mismo. Es imposible desquitarse de esa parte personal. Por supuesto, le añades rasgos nuevos, pero el alma, los gestos, las acciones… va a tener mucho de ti o de tu entorno. Según escribía, sin fijarme en una persona concreta, he ido dando trazos a Idaira de los caracteres de compañeras de profesión. El detalle más propio es que, como yo, es una romántica empedernida.
NM: Bajo el sol, autores como Elia Barceló, han demostrado que el crimen no espera a la noche. En tu novela invade la misma certeza.
DA: Sí, prácticamente toda la novela ocurre de día y se va alimentando de ironía, tiene mucho sentido del humor. La oscuridad no suele estar presente, a diferencia de lo que se asocia al género de suspense. He querido plasmar que la luz es muy potente. De hecho, la portada de la novela muestra un volcán de fuego, un guiño a Lanzarote y a la protagonista. Idaira es una Leo sentimental, pura erupción. El texto tiene también esa parte mía cinéfila que el lector puede sentir como espectador imaginando escenas de un filme.
NM: ¿Cómo cuáles?
DA: Todos tenemos un museo en la retina. Es algo de lo que no puedo desligarme. Siento un gran amor por la narrativa, pero acumulo en mi recuerdo más películas que literatura pura y dura. No desvelo ningún spoiler cuando digo que Recuérdame que soy guapa empieza en una boda, como una de las películas más famosas de todos los tiempos, El Padrino. Combino el pasado y el presente y es un guiño a todo ese ritmo cinematográfico.
NM: ¿Qué otras referencias cinematográficas flotan en las páginas del libro?
DA: Me gustan los narradores como David Fincher o Christopher Nolan. Mi libro no es como una película suya, pero tiene esa influencia de contar una historia por piezas, como una serie. También me interesan los que dan mucha importancia a los caracteres de los personajes. Ahí incluiría a Woody Allen, Quentin Tarantino… La novela tiene ese aroma a cine clásico de los años 40, tipo Perdición. No hay femme fatale, pero posee elementos particulares. Todos los detalles cuentan, agrandan la novela. Por ejemplo, cómo fuma o conduce un personaje
NM: La actriz Laia Costa reflexionaba en una entrevista reciente acerca de cómo resulta fácil juzgar a los demás cuando tenemos herramientas o un lugar de privilegio. Y añadía que en un personaje femenino el juicio está mucho más presente.
DA: Me alegra escuchar estas palabras. Perimetrar la novela en el género de suspense no deja de ser el cuadro donde el pintor hace el lienzo y, en este caso, donde el escritor da forma a su novela. A mí lo que me gusta, además de entretener, es dejar una semilla. Yo quería hablar de esta problemática de prejuicios estéticos, sobre todo con las reporteras consideradas atractivas. El título de la novela, Recuérdame que soy guapa, tiene trampa. Será una frase que Idaira Bethencourt dirá a su amante en muchas ocasiones, haciendo hincapié en que quiere que le recuerden por su inteligencia y sus méritos laborales. En mis entrevistas a actrices veía esa preocupación latente. Se sentían muy mal juzgadas.
NM: Idaira, célebre y casada con un campeón del ciclismo, se esfuerza por no verse deslumbrada por los destellos de los focos y ser valorada por méritos propios.
DA: Quise hacer un personaje de carne y hueso. A pesar de su éxito y su fama no se traiciona a sí misma. Su familia y sus amigas de la infancia son realmente las que le hacen sentirse ella misma. No se deja pisar por nadie y es valiente y generosa. Dar voz a las mujeres es tan importante como naturalizar sus voces. Con mi novela espero aportar ese punto, por expresarlo de algún modo, de feminismo tranquilo.
NM: De hecho, la periodista es el núcleo de un triángulo romántico y no dudará en investigar lo sucedido a su amante, aunque haya de abrir la caja de pandora. Sin culpa ni complejos. Libre del arquetipo de mala mujer.
DA: La primera decisión que toma al inicio de la novela es coger el coche y echarse a la carretera sin esperar a nadie, teniendo presente que es una mujer, con todas las implicaciones que eso conlleva. Se podría hacer una comparativa interesante de toda esa costumbre anglosajona de detectives mujeriegos de pipa y gabardina y los personajes femeninos de carácter detectivesco.
NM: ¿Habrá más entregas protagonizadas por Idaira Bethencourt?
DA: Todavía no he encontrado la respuesta. Es verdad que la novela concluye con un final bastante cerrado, pero hay margen para secuelas o precuelas. A ver si la novela responde bien. El personaje de Idaira tiene mucha “chicha” para contar, pero de momento pienso solo en esta novela.
NM: Si diriges la mirada hacia la estantería, ¿qué autores te acompañan?
DA: En mi balda están desde los clásicos, como Homero, a contemporáneos como Gabriel García Márquez y antologías de cuentos. Me fascinaban en mi infancia Edgar Allan Poe y Julio Verne. No pueden faltar tampoco Almudena Grandes y autoras, con un estilo muy visual, como Lorena Franco, María Oruña y Dolores Redondo.
NM: ¿Nació antes el escritor o el periodista?
DA: Tuve la suerte de poder estudiar la carrera por la que sentía vocación. Quise ser periodista desde pequeño. He tenido siempre próximo el mundo del periodismo, escuchaba mucho la radio cuando era niño. El primer párrafo de Recuérdame que soy guapa refleja el poder de las ondas, de madrugada… Recuerdo cómo me ilusionaban los concursos de Sant Jordi del 23 de abril. Estaba deseando que llegaran para escribir relatos o alguna poesía. El periodista y el escritor han ido siempre de la mano, se han retroalimentado.
NM: Tu primer libro, Perdón, por favor, gracias (2018), suma su segunda edición. ¿Qué te condujo de la crónica de tu experiencia como entrevistador a la novela?
DA: Con este segundo libro deseaba desligarme, en el buen sentido, de Perdón, por favor, gracias porque quería demostrarme a mí mismo que era capaz de escribir una historia de ficción. Mi primera publicación, un relato de las experiencias con distintos artistas que he entrevistado en festivales, me hizo sentir tan bien y me dio tanta seguridad que no quería tocar más ese terreno, sino afrontar nuevos retos a la hora de escribir.
NM: ¿Qué entrevistas recuerdas más?
DA: Las de Monica Bellucci y John Malkovich, a los que siempre he admirado. Cuando Bellucci apareció en la suite del Hotel María Cristina de San Sebastián, fue un poco cómo ver a Jesucristo en persona. Mantuve la compostura, pero me costaba no entrar en modo fan. En cuanto a la de Malkovich, a veces estamos muy contaminados por los prejuicios. Me advirtieron que tuviera cuidado con él porque era “alérgico a la prensa” y yo entré con cierto miedo. Luego fue todo lo contrario. Incluso John Malkovich estaba muy relajado tomando café y agradeciendo el tiempo de los periodistas. Me dijo “muy buena pregunta esta, nunca me la habían hecho” cuando le pregunté acerca de su opinión sobre la prensa. La respondió muy bien.
NM: ¿Cuál de todas las posibles entrevistas pendientes firmarías por hacer?
DA: Especialmente dos. Una sería a Meryl Streep, una de las mejores actrices de la historia. Es una espinita clavada porque no hemos coincidido, se me ha ido escapando. Estaría horas y horas charlando con esa mujer. Y la otra sería con Woody Allen. Recuerdo que hemos coincidido en ruedas de prensa de un modo muy vertiginoso o en el Festival de Cannes de una manera muy exprés. Es también de los que tiene una relación, digamos, particular con la prensa. Recuerdo verlo correr, prácticamente huyendo de los periodistas.