Hablamos con Marta Carnicero de su libro ‘Coníferas’

Libro Coníferas, de Marta Carnicero.
Libro Coníferas, de Marta Carnicero.
Tras 'El cielo según Google' Marta Canicero publica el libro 'Coníferas'. Hablamos con ella sobre este título.

En El cielo según Google, la primera novela de Marta Canicero tras haber publicado diferentes títulos gastronómicos, nos adentrábamos en una historia de relaciones y de búsqueda de la perfección. Ahora publica el libro Coníferas (editorial Acantilado).

En esta ocasión nos encontramos ante una novela que nos adentra en la importancia de la memoria, en una comunidad sin tecnología y en una historia de incertidumbres que no deja de lado los sentimientos. De todo esto hablamos con  la escritora, ingeriera industrial y profesora Marta Carnicero.

Nokton Magazine: Tu primera novela era realmente un trabajo de fin de master, mientras el libro Coníferas lo has escrito casi en un retiro. ¿La literatura se ve marcada por el lugar o el ritmo con el que la escribes?

Marta Carnicero: Sí, es cierto que esta segunda novela la empecé en una residencia para escritores, a un par de horas al norte de Nueva York, y debo decir que el paisaje llegó a meterse completamente en la escritura y a convertirse en un personaje más, aunque cuando yo visité ese lugar las temperaturas eran estivales, y en Coníferas hace bastante más frío.

NM: Coníferas viaja entre el amor y la ciencia ficción, pero especialmente entre la tecnología y la memoria. El derecho al olvido, las enfermedades mentales, el querer indagar en la memoria de los demás… ¿Estamos viviendo una época demasiado veloz en la que casi no tenemos oportunidad de pararnos a recordar, en la que la memoria solo se mide en GB?

MC: No sé si es demasiado veloz, aunque sí tengo esa sensación en algunos momentos. Más que de velocidad, o de vorágine, lo que más me preocupa es el cambio de las prioridades. A veces parece que la vida real es la que se “vive” en las redes, cuando lo que se nos muestra es una información doblemente filtrada: por el usuario, ante todo, que es quien decide que es lo que desea poner en el escaparate, y por el algoritmo, más tarde, que muestra, o no, dichas actualizaciones al resto de miembros de la red, según intereses y preferencias que no siempre están claros.

Portada del libro Coníferas.NM: Nombrar a la comunidad sin tecnología en la que se sitúa Coníferas como Walden llega desde el  ensayo de Thoreau y ese clima de naturaleza en el que la escribiste. ¿Cuánto influye la obra Walden en la creación de este escenario?

MC: Me interesaba usar el término Walden por las connotaciones que tiene. El hecho de anteponerle un hashtag permite confrontar la necesidad de retorno a los orígenes con el avance demoledor de la tecnología.

NM: Las cartas de papel son una constante en la novela. Joel, a falta de acceso a la tecnología, las utiliza como herramienta, pero también son las que le descubren más sobre su situación. Incluso en un momento el personaje reflexiona sobre el paso a escribir a máquina. ¿Qué perdemos al abandonar la escritura manual?

En mi caso, no tengo la sensación de haber perdido nada. Mis padres me impusieron la realización de un par de cursos de mecanografía durante la adolescencia, y hoy no puedo estarles más agradecida. Escribo mucho más rápido vía teclado de lo que lo haría a mano, puedo reescribir el texto tanto como quiero sin necesidad de andar borrando o tener que pasar a limpio (me cuesta horrores enfrentarme a una página sucia) y tengo la sensación de que eso permite transferir los pensamientos al papel con la rapidez y claridad que me hacen falta. Pienso en los famosos originales garabateados de tantos autores (Balzac, Hugo, Joyce…) y espero no tener que volver nunca al viejo método. La necesidad de corrección se comería al texto.

NM: Actualmente no somos capaces de vislumbrar los límites de la tecnología. Tu propones en la novela un paso más (que quizás no esté lejano); la implantación de chips para ayudar en la memoria, además con todos los detalles de ese posible modelo. Y ello genera conflictos, traumas y evasiones a los personajes. ¿Algún día la novela dejará de ser ciencia ficción?

MC: Un mes antes de la publicación de la novela se difundió la noticia de que Elon Musk y sus colaboradores acababan de implantar un chip en el cerebro de un cerdo, y se insistía en que los resultados del experimento eran “más que prometedores”. La novela (que sin embargo no es una obra de ciencia ficción) parte de una hipótesis que no parece, pues, descabellada: la existencia de una mejora tecnológica que permita realizar una copia de seguridad de los recuerdos.

NM: Es muy interesante el uso del lenguaje en Coníferas, como Emma dice “en plan” por ejemplo. Por usar esa terminología “millenial”, ¿eso “te nace” o están perfectamente medidas las palabras que utiliza cada personaje?

MC: He sido profesora de tecnología durante 16 años, así que la adolescencia no es una etapa que me resulte ajena. La manera de hablar de Emma, aunque matizada, es fruto de una escucha atenta.

NM: Las relaciones de pareja y la llegada (o no) de un hijo marcan el hilo de ambas novelas –Coníferas y El cielo según Google-, pero desde dos perspectivas opuestas. Una especialmente intimista y otra ligada a una trama tecnológica, ¿las historias de amor/desamor tienen cabida en cualquier género?

MC: Como decíamos antes, el elemento tecnológico es sólo una excusa. El género, efectivamente, fija el contexto, pero no es protagonista. Las relaciones humanas no se ven, más que en los  detalles, afectadas por él.

NM: Esta pregunta está muy manida, pero es cierto que en tus libros el lector es alcanzado por igual por el cómo contarlo que por la propia trama. ¿Buscas premeditadamente ese equilibrio?

MC: [No me parece una pregunta manida… No recuerdo, en todo caso, que me la hayan hecho antes.]

Un texto me gana tanto por la reflexión que contiene (y las distintas perspectivas que ofrece) como por su estilo, y por ese motivo trato de cuidar ambas cosas en las páginas que escribo. Me alegra que lo hayas advertido durante la lectura.