Liliana Díaz Mindurry: “Guernica sucede siempre, puede ser en esta pandemia o en tantos frentes del dolor”

'Guernica' de Liliana Díaz Mindurry.
'Guernica' de Liliana Díaz Mindurry.
Liliana Díaz Mindurry presenta su nuevo libro, 'Guernica', que es también su acercamiento al cuadro de Picasso y a las muchas formas de la tragedia.

Liliana Díaz Mindurry es poeta, narradora, ensayista, mujer comprometida con su tiempo, ganadora de diversos premios literarios, y publica en España Guernica (Huso Editorial, 2020), su nuevo libro que es también su acercamiento al cuadro de Picasso y a las muchas formas de la tragedia. Conversamos con la creadora argentina sobre algunos detalles de su obra.

Nokton Magazine: ¿Cómo nace la idea de hacer poesía a partir de Guernica?

Liliana Díaz Mindurry: Hace muchos años conocí el cuadro en el museo Reina Sofía en su magnitud y belleza, aunque ya esa imagen sea un ícono y un cliché de nuestra cultura. Pensé mucho tiempo en esa banalización de las grandes obras de arte a través de la repetición, la pérdida del aura, como diría Walter Benjamin. Tal vez la poesía podía resignificar esa liquidez, por llamarla de alguna forma, buscando nuevos caminos. He escrito mucha poesía ecfrástica relacionada con la pintura, pero buscando mi propio camino personal, acerca de ese cuadro y de otros, por ejemplo Cazadores en la nieve de Brueghel, que es uno de mis libros de poemas basados en una obra visual.

NM: Picasso convirtió en arte la tragedia, le dio la otra dimensión que solo sabe dar el arte. ¿Cómo se acerca usted a la tragedia desde la poesía?

L.D.M: Vamos a dejar el concepto de tragedia como género literario, obra dramática de personajes nobles llevados al dolor desde el hado o el castigo de la desmesura. Sí, pienso en mi poemario Guernica algo más cercano al género épico, pero de una forma claramente distinta a la narración de batallas o la historia de héroes. Volviendo al significado de des-gracia, en el sentido de la imposibilidad de ser eximidos de una ley fatal, creo que la poesía es abundante en dicha des-gracia, por su cualidad de transmutación del sufrimiento. En este caso se trata de tragedias colectivas, de males que azotan, no a una persona determinada, sino a la humanidad en general, como la guerra y la injusticia. El arte está siempre en ese proceso alquímico de transmutación en belleza de catástrofes, por ejemplo. La poesía busca el excedente de sentido, la paradojalidad, lo sinuoso y diagonal del lenguaje que cuestiona y observa el dolor con una mirada que llamaría abismática. Yo tomé todos los personajes de Picasso y les di un tratamiento individual: el toro, la mujer con el niño muerto, el caballo, la mujer del quinqué, el o la que levanta los brazos (lo volví sin sexo), la mujer que se arrastra, el guerrero, la paloma, la bombilla eléctrica, la ventana y finalmente el cuadro en general. Son personajes laterales: Picasso, la persona que resignificó en la tapa el cuadro de Picasso, yo misma y el espectador-lector.

NM:  En este libro usted hace cincuenta acercamientos a Guernica. ¿Nos podría hablar de algunos de ellos?

L.D.M.: Para tomar un caso, tomo la bombilla eléctrica o lámpara de Guernica como deseo de alumbrar la desgracia, una luz que casualmente y que tal vez ahora vive en algún negocio de cosas desesperadas o bien la posibilidad de ser un Ojo del mundo. Y como la luz puede resucitar, puede nacer otra vez. De nuestras tragedias podemos dar luz de nuevo o apagarnos por siempre. Es una actitud, tal vez.

Liliana Díaz Mindurry.

NM: Como el Guernica, ¿su poesía nos muestra una tragedia que sigue presente en nuestro tiempo?

L.D.M.: Todos somos Guernica, digo en un poema. Todos somos individual y colectivamente, el resultado de una o muchas tragedias. Guernica sucede siempre, puede ser esta pandemia o tantos frentes del dolor, un Tercer Mundo que va hundiéndose ante la indiferencia del Primer Mundo, millones de oprimidos en la injusticia de los poderosos, que es eterna y no terminará nunca.

NM: ¿Falta poesía en nuestro presente?

L.D.M.: La poesía está siempre. Puede faltar en el ojo de muchas personas que no saben contemplar, que se mueven en forma robótica, que son manipulados como si no fueran humanos, que tienen solo un pensamiento aplicado, que han perdido su libertad profunda y su capacidad gratuita de contemplación, desesperados por adquirir una riqueza que no los salvará de contemplar la muerte y la soledad, o el sinsentido. Opresores que sin saberlo porque también son robóticos, son oprimidos. Y no ver la poesía o la belleza es el peor de los castigos, sobre todo si no se trata de marginales sin posibilidad absoluta, mártires, esclavos sin elección. Los poderosos nada saben de la belleza. Aunque coleccionen obras de arte y bibliotecas. Es una pura vidriera, escaparate. Ninguno.

NM: ¿Cómo fue su confinamiento desde el punto de vista literario?

L.D.M.: Estuve en España antes y durante la pandemia y el 25 de mayo volví a Argentina, mi país. Aquí está todo más crítico y cada vez más confinado, mientras lentamente España se repone de sus heridas. En Argentina el confinamiento es mucho más grave por la pobreza y el hambre que avanzan como un ciclón. Ya sé que en Europa también habrá pobreza y marginalidad, pero en una escala casi infinitamente menor. Yo sigo confinada. Recién cuando esto termine si termina y ojalá sí termine, veré que me ha dado del punto de vista literario y si puedo escribir una novela con mi experiencia en forma ficcional y no autobiográfica. En las épocas de sufrimiento es difícil la creación, pero la crisis va enseñando y provocando surcos en el cerebro y después se verán los frutos, como son los de la poesía y la literatura: amargos en la lengua pero con posibilidad de una resurrección transfigurada, aunque no por ello menos trágica.

 

Texto de: Adriana Quintero