Lee Miller, una mujer icónica

Repasamos la biografía de Lee Miller, una fotógrafa que hizo historia derribando los muros del patriarcado.

La Fundación Miró expuso el pasado mes de noviembre las obras fotográficas de Lee Miller, una artista polifacética cuyas múltiples facetas profesionales fueron un referente para la concepción de la figura de la mujer en el siglo XX. Desde Nokton Magazine hacemos un repaso de la vida de una mujer que no tuvo miedo a romper las barreras impuestas por la sociedad de su tiempo.

Infancia y primeros años

Lee Miller nació bajo el nombre de Elizabeth Miller en Poughkeepsie, Nueva York, en 1907. Su padre, ingeniero e inventor fue quien introduzco a la pequeña Elizabeth en la fotografía. Al principio solo posaba como modelo para él, sin embargo, posteriormente descubriría la parte técnica del oficio.

No obstante, la infancia de Miller fue dura. A los 7 años fue violada por un miembro cercano a la familia, aunque todas las sospechosas señalan a su tío y su propio padre. La madre de Miller, enfermera, sometió a la pequeña a una recuperación traumática que consistía en lavados vaginales con diocloruro de Mercurio.

Foto: curiosityfem

En 1925, huyendo de su familia, se trasladó a París para estudiar teatro pero la escapada no duraría mucho puesto que su padre le cortó los fondos para que regresase a Nueva York. De vuelta a Estados Unidos se matricula en la escuela neoyorquina Art Students League. Esta decisión cambia su vida pues, a los 19 años, de camino a clase, un transeúnte la salvó de morir atropellada. La casualidad quiso que el hombre que había evitado que Miller muriese arrollada por un taxi fuese Conde Nast, fundador de la revista Vogue. Sorprendido por la belleza de la joven le propuso trabajar para la revista. En 1927 fue portada de la misma gracias a una fotografía de Edward Steichen. Este hecho le haría ganar fama y reconocimiento en el mundo del modelaje.

Siendo fiel a la transgresión que la definiría posteriormente, aceptó posar para la marca de higiene femenina Kotex, algo que causó polémica puesto que se trataba de la primera mujer en posar anunciando toallas higiénicas.

Sin embargo, la gran pasión de Miller era escribir. Para ello, Conde Nast, le ofreció el puesto de corresponsal de Vogue en París en el año 1929. No obstante, esta oferta duró poco puesto que la falta de constancia en acabar sus escritos provocó que incumpliese los plazos de entrega de sus crónicas. Debido a esta situación, Nast decidió que se encargase de hacer investigaciones para los diseñadores. En un principio se veía obligada a hacer esbozos de los vestidos, pero dada su falta de habilidad con el dibujo decidió que era mejor tomar fotografías. Fue, en ese instante, en el que descubrió una nueva pasión.

Portada de Lee Miller para la revista Vogue en 1927. Foto: curiosityfem

Una fotógrafa pionera

Esa nueva pasión que se había abierto paso en su vida de forma fortuita provocó que frecuentase el estudio del artista dadaísta Man Ray para aprender de él y mejorar su técnica con la fotografía. El artista no solo encontró a una nueva musa a la que retratar si no también a una amante.

Gracias a esta relación, Miller conocería a infinidad de artistas como Duchamp, Magritte o Picasso entre otros.

El acontecimiento más relevante de esta etapa de su vida fue cuando, por error, expuso una placa negativa a la luz. Sin darse cuenta, había creado la técnica de la solarización, caracterizaba por dar a las imágenes un aspecto más deformado y electrificado. Gracias a este acontecimiento, Man Ray recibió reconocimiento internacional, dejando a Miller relegada a un segundo plano.

No obstante, la situación entre ambos no pasaba su mejor momento. Ray no estaba a favor del matrimonio, pero tampoco quería que Miller se viese con otros hombres, algo a lo que ella se negó. Esto provocó que Ray tuviese ataques de celos de forma cada vez más frecuente, muchos de ellos violentos. En 1930 y ante tal situación, Miller pensó que lo mejor sería dar por terminada la relación y abrir su propio estudio.

El acoso al que fue sometida por parte de Ray hizo que se trasladase a Alejandría, donde inició una relación con el millonario y mecenas Aziz Eloui Bey. En esta etapa se desvincula de su pasado y comienza a perfilar su propio estilo fotográfico, más luminoso y diáfano. La vida en Egipto aunque tranquila carecía de emoción para Miller que decidió dejar a Eloui Bey y trasladarse a París.

«El diario como espejo» obra de su etapa en Egipto. Foto: Lee Miller

De vuelta en la capital francesa comienza una relación con el pintor Roland Penrose, quien se convertiría en su marido y padre de su hijo. Ambos se trasladan a Londres en el momento en que se inicia la Segunda Guerra Mundial.

Reportera de guerra

Tras el estallido de la guerra, Miller sintió la necesidad de cubrir el conflicto. En aquel tiempo, los periódicos de Gran Bretaña no acreditaban a las mujeres para ir al frente. Trabajo para British Vogue los primeros años de la guerra; sin embargo, cuando Estados Unidos paso a formar parte de esta, comenzó a trabajar para la edición norteamericana de la revista. Esto le permitió desplazarse al frente y cubrir el desembarco de Normandía, donde volvió a mostrar su osadía característica, desobedeciendo ordenes y adentrándose en territorios prohibidos para los fotoperiodistas.

Sus fotografías de la Segunda Guerra Mundial fueron precursoras, dándole una perspectiva y encuadres a sus imágenes fuertemente influenciadas por el surrealismo que marcó el inicio de su carrera fotográfica.

En este período desarrolló un sentimiento contra la nación alemana a la que consideraba deshonesta. Fue tal su animadversión que se atrevió a ser fotografiada por David E. Scherman en la bañera de Hitler después de que este se quitase la vida. Hecho por el seria conocida.

Lee Miller en la bañera de Adolf Hitler. Foto: David E. Scherman

Últimos años

En los años 50 la fotografía dejó de tener interés para Miller puesto que nada de lo que hiciese tendría el mismo impacto emocional que sus imágenes en el frente. En esta etapa se limitó a retratar a amigos. Dejó de conceder entrevistas y exponer sus trabajos lo que dificultó que recibiese reconocimiento en los años siguientes.

Falleció de cáncer en 1970, después de dos décadas de silencio. Su hijo Anthony descubrió en su ático infinidad de negativos que nunca habían visto la luz. Con el propósito de mantener vivo el legado de su madre, publicó el libro The lives of Lee Miller que recopila todos los trabajos de la arista.

Lee Miller fue una mujer que vivió su vida sin miedo, fiel a sí misma. Derribó los muros de una sociedad dominada por los hombres y sirvió de inspiración a muchas mujeres que comenzaron a cambiar las estructuras sociales a las que estaban sometidas.