Las grandes olvidadas del siglo XX

En el primer centenario del poeta Blas de Otero, queremos rendirle homenaje de una forma especial: recordando a otras tantas figuras que como él lucharon, pero cuyos nombres quedaron en el olvido. Y es que si preguntáramos por la poesía social de la España de posguerra, quizá a todos nos sonarían nombres como el del propio Blas de Otero, Gabriel Celaya o José Hierro. Con un poco de suerte aparecería en esta lista la bilbaína Ángela Figuera. Esto es algo que no nos sorprende, pues desde la misma Generación del 27 y hasta finales del siglo, vemos largas enumeraciones en las que escasamente aparecen las mujeres.

¿Qué hay, entonces, de estas escritoras? Podemos reconocer su enorme lucha activa contra una guerra que les afectaba a ellas en mayor medida; no olvidemos la condición de las féminas, que se encontraban en una encrucijada: ser la perfecta esposa y ama de casa u oponerse tanto al régimen como a la sociedad rebelándose contra su papel establecido. Es por ello precisamente que se complica su labor de escritoras; primero tendrán que superar los sinos de poder emerger como mujer independiente y autosuficiente. A partir de aquí, podrán comenzar su camino en la poesía. Sin duda, el célebre poema “La poesía es un arma cargada de futuro” de Gabriel Celaya es una de las más claras manifestaciones de este tipo de lírica, sin embargo, hay muchas formas de subversión. No solo es poesía social la que se opone en mayor o menor medida al régimen establecido, sino también aquella a cuya interpretación se llega desde el aparente silencio de los versos.

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Inicio del poema «Epílogo a Blas de Otero», de Ángela Figuera.

Podemos destacar así a la ya mencionada Ángela Figuera y a sus coetáneas Carmen Conde y Gloria Fuertes entre otras. Vemos en todas ellas la justificación del “pecado original”, si bien cada una lo hace desde su propia e ilimitada expresión. Así, la cartagenera Carmen Conde da su palabra a figuras bíblicas que explican desde su punto de vista el origen, sobre todo en su poemario Mujer sin Edén. Vemos aquí a la misma Eva justificando su existencia, justificando sus hechos e incluso cuestionando la obra de Dios. Una poesía similar podemos encontrar en Ángela Figuera, algo que ya vemos desde su primer poemario, titulado Mujer de barro, es decir, mujer creada con el mismo material que el hombre. Su intención no sería transformar la realidad, sino endulzar el agrio camino que les había tocado vivir. Incluida en el llamado «triunvirato vasco de la poesía social», mantuvo durante su vida una comunicación activa con nuestro poeta homenajeado.

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Ángela Figuera.

Si Gloria Fuertes es reconocida por muchos como poeta infantil, igual de meritoria es su obra seria, social e incluso existencial. Desde un tono siempre irónico, afronta la realidad tras la cortina del humor y convierte la poesía en un arma de salvación con la que esquivar las balas que continuamente recibía. Si algo tienen todas ellas en común es el afán de superación; bajo una formación cultural envidiable, no dejaron en toda su vida de dedicarse, de una u otra manera, a las letras, incluso siendo represaliadas durante el conflicto bélico. Fueron mujeres comprometidas consigo mismas y con todas las demás; así, siempre es hora de recordarlas y de recordar también el valor de la literatura como memoria histórica, pues el camino ya “se anunciaba en sus palabras”, como diría la también poeta Elena Martín Vivaldi.

Foto: Wikipedia.