La evolución de los adornos. De la Edad de Bronce a las tiendas chinas

Collar dorado.
La moda se retroalimenta y la historia se repite. La inspiración está en las revistas y en los musesos.

Adornar lo que nos rodea es inherente al ser humano sean cuevas, casas, bastones, bolsos, nuestra piel, cuello, muñecas…  porque cualquier elemento puede ornamentarse. Pero las tendencias se imponen con estilos y técnicas. Sabemos que en la moda nada es nuevo, de hecho, seguimos pintándonos los ojos como Cleopatra -ahora más que nunca- y continuamos dibujando sobre nuestra piel. El objetivo ha cambiado pero no lo ha hecho la forma ni la realización, artesana en un principio y de nuevo manual en la actualidad donde prolifera por doquier el DIY.

El consumismo atroz muda a nuevas fórmulas en las que se revisa el armario / joyero / sótano de la vieja casa familiar buscando adornos que rescatar, se caminan mercadillos y tiendas de segunda mano en busca del objeto fetiche, o se acude a la tienda china más próxima buscando abalorios e hilo para fabricar los nuestros propios. La sensación de encontrar o crear el complemento perfecto es difícil de definir pero antes hay que centrarse en la inspiración, que la mayoría de las veces estará condicionada aun sin buscarlo por la moda del momento. Quizás para recuperar esa inspiración sin salirse de las tendencias actuales hay que mirar a la historia, de hecho a la prehistoria. Los collares de media luna ocupan estanterías en todo tipo de tiendas y cuellos de todo tipo de estilos y aunque los colores fosforitos son de nuestra época los adornos de metal en esta forma vienen de muy lejos. Uno de los mejores ejemplos se encuentra en Irlanda, son los famosos lunulae, si los vieseis en cualquier tienda sabríais que es lo que estáis buscando. ¿Es retro? No, es mucho más. Es un adorno propio de la Irlanda de la Edad de Bronce Antiguo (entre el III milenio a.c. y el 1300 a.c.) y de una época en la comenzaba a aflorar el comercio y junto a él, el lujo. Sin olvidar que en la antigüedad los collares, brazaletes, pendientes o alfileres solían formar parte de ajuares, muy diferentes a los actuales, son un claro ejemplo del ciclo de la moda.

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Lunulae de la Edad de Bronce.

Ponerte tu lunulae para asistir a un ritual de culto en tu cueva dista mucho del uso actual de los adornos. Ahora la experiencia comienza al entrar en una tienda que seduzca tu mirada y tu fascinación con colores brillantes, suaves telas, dulces cadenas, juguetones hilos… Ante tales tentaciones puede ser importante tener una idea previa de lo que se quiere, inspirada en un outfit de revista o en un objeto de museo, para no dejarse llevar por esa compra compulsiva que suele ligarse a lo barato.

La moda se retroalimenta y la historia se repite. El ser humano sale a conseguir materias para componer sus objetos y después se deja llevar por la creatividad para ejecutarlos, una creatividad cada vez más complicada pero más accesible.

Fotos:  Miguel Vera (cc) / calame (cc)