No descubrimos nada nuevo al decir que la ficción bebe de la realidad y que las creaciones literarias o cinematográficas son claro eco del momento en el que se escriben. Es quizás por ello que el trauma psicológico ha repuntado su aparición en los productos culturales, incluso llegando a convertirse en trama. Que los personajes que lo han sufrido parecen ser hoy mayoritarios. Que cualquier género de ficción presenta alguna conversación o una trama completa entorno a esta patología.
La crítica literaria Parul Sehgal reflexionaba sobre esto en The New Yorker en un artículo titulado El caso contra la trama del trauma, en el que planteaba si este tropo del trauma realmente ayuda al lector a profundizar en los personajes o si simplemente los aplana en un conjunto de síntomas. El uso del trauma psicológico genera así un nuevo debate que parte de su utilidad en la ficción, de que puede ayudar a entender la evolución de un personaje, porque eso es precisamente la novela, acompañar a los personajes en su evolución. Y cómo tal el trauma puede ser necesario, ¿pero hasta qué punto se encuentra en equilibrio con el resto de piezas que conforman esa aventura que es un libro o una película?
El trauma psicológico como recurso literario
La memoria traumática del personaje y el proceso de sanar sus heridas están llegando a estandarizarse como identidad, hoy el personaje traumado puede ser una definición fácil de encontrar en cualquier reseña. El uso de este recurso es lógico, el trauma existe y por pura estadística un porcentaje de protagonistas lo sufrirá, pero parece que en los tiempos actuales está elevando notablemente su aparición. Por poner un ejemplo, ¿en cuántas películas o series basadas en Nueva York encontramos personajes afectados por el 11S que han perdido a algún familiar o amigo en esa catástrofe? Quizás usar este trauma psicológico es un recurso cómodo para dar profundidad a un personaje que carecía de ella, hacerle “traumado” parece hacerle hoy más interesante para la ficción. Por lo que la cuestión se transforma; ¿el personaje es realmente interesante para la trama? Si lo es, adelante con contarnos su trauma, será relevante para entender sus actuaciones, su modo de pensar, sus objetivos vitales. Pero si el personaje no se sustenta en sí mismo, el trauma se convierte en moda argumental.
Las ficciones enmarcan así situaciones como abusos, violaciones, bullying, familias desestructuradas, accidentes trágicos, guerras, muertes arrolladoras… trasformando el leitmotiv de las historias actuales, como cita Sehgal en su artículo “a diferencia de la trama del matrimonio, la trama del trauma no dirige nuestra curiosidad hacia el futuro (¿lo harán o no?), sino hacia el pasado (¿qué le pasó al personaje?)”. Y así el trauma psicológico mueve la trama en forma de confesiones, de flashbacks o de escenas de actualidad.
El trauma también afecta a superhéroes y detectives
En parte este foco en el trauma psicológico es una adopción de la actualidad llevada a la ficción, porque el trauma emocional hace referencia tanto a un evento que ha amenazado la vida de una persona como a las consecuencias psicológicas que le ha supuesto vivirlo. Quizás hasta el momento uno de los traumas más adaptados en la ficción es el de la guerra, tanto desde la perspectiva del soldado como desde la de la víctima. Ahora el abanico se abre porque la sociedad alza la voz sobre multitud de conflictos psicológicos. Como se plantea Sehgal “en un mundo enamorado de la victimización, ¿ha surgido el trauma como un pasaporte al estatus, nuestra insignia roja de coraje? La pregunta en sí misma podría ofender: tal vez sea grotesco argumentar sobre el valor simbólico atribuido al sufrimiento cuando se dispone de tan poca restitución o remedio. Tantos debates laboriosos, todos reservados a cuando llega el momento de entretenerse. Nos conformamos con más episodios de superhéroes de Marvel que meditan musculosamente sobre problemas paternos, más sagas de heroínas literarias enigmáticas y oscuramente heridas”.
Ocurre por tanto en todos los géneros y en todos los productos (libros, series, películas…), y es bastante palpable si escuchamos por ejemplo a lectores de novela histórica o negra que llegan a abandonar libros porque solo se centran en la tragedia personal, la trama no avanza, la acción queda relegada, y el argumento solo se concentra en explorar el apartado psicológico, que seguramente no es el foco que buscaba un lector de estos géneros. Lo cual no exime que no haya que incluirlo pero quizás no ha de protagonizar la historia. El trauma parece por tanto, si atendemos a la ficción, lo cotidiano. El recurso del momento para que un personaje avance.