Marina Yuszczuk nos ofrece un relato universal en ‘La inocencia’

El relato de esta historia en primera persona consigue hacernos partícipes desde el primer minuto de esta vivencias, el despertar sexual de la protagonista, ese ansia por experimentar de la adolescencia o las ganas de encontrar sensaciones placenteras sin más.

Cuando se crece con el trasfondo religioso de fondo, la melodía suena de una manera diferente en tu cabeza. La religión lo inunda todo y cuando te das cuenta te ha atrapado en sus fauces. El credo como un refugio al que acudir a diario, es lo que vive la protagonista de La inocencia, novela de la autora argentina Marina Yuszczuk, recién editada en España por Blatt&Ríos.

El relato de esta historia en primera persona consigue hacernos partícipes desde el primer minuto de esta vivencias, el despertar sexual de la protagonista, ese ansia por experimentar de la adolescencia o las ganas de encontrar sensaciones placenteras sin más. La niña y después mujer que cuenta esta historia, con el -yo- como principal atractivo, va de acá para allá deseando que alguien la vea como de verdad es.

Marina Yuszczuk nos envuelve en este libro en un relato que no sabemos cuánto tendrá de autobiográfico, pero que nos seduce a pesar de ser una historia ya contada en muchas ocasiones. La inocencia es la primera novela de la autora después de haber publicado varios poemarios como Lo que la gente hace, El cuidado de las manos Madre soltera (lo podemos encontrar editado en España por Las afueras). Tras esta primera novela también podemos leer en Blatt&Ríos La Sed, un segundo trabajo por el cual consiguió en Argentina el Premio Nacional de Novela Sara Gallardo. Además la autora es directora también de Rosa Iceberg, el sello creado a mediados de 2016 por la propia Yuszczuk junto a dos escritoras también reconocidas como son Emilia Erbetta y Tamara Tenenbaum. El objetivo del proyecto consiste en publicar autoras y cuentan en su catálogo con títulos de Cecilia Fanti, Romina Zanelatto, Lía Chara o Ana Navajas, entre otras.

La inocencia es la historia de quien navega por su vida relatándola desde un presente adulto y sabiendo lo mal y lo bien que lo pasó puede hacer un resumen de su vida con sus momentos álgidos, los días depresivos, los meses en los que no sabía si dejar las clases de la universidad o las veces en las que se metió en líos por culpa de algún ligue. Es la historia también de una madre que decide entrar en una religión cerrada y fundamentalista y arrastra a su hija quien la acompañará desde ese momento. Los límites que traspasa la protagonista la hacen crecer y formarse. La protagonista nos hace también partícipe de su maternidad y de los deseos, anhelos e intensidad con las que se vive en el puerperio. La inocencia nos enseña todas las facetas de la vida de esta persona pasando además por temas como el aborto o las contradicciones de una pareja que no saben si buscan o no un segundo bebé.

La relación con su cuerpo y con la comida también son importantes porque envuelven el contexto de la adolescencia para hacernos partícipes del cambio que sufre la protagonista y que va de la mano del despertar sexual, de las relaciones con sus amigas y de sus primeros escarceos amorosos regados siempre de un punto tragi-cómico. ¿Quién no ha sufrido por ese amor adolescente imposible, se ha conectado al chat de madrugada para charlar o ha recorrido kilómetros de más para salir de casa de sus padres buscando la aventura? Lo importante también de este relato es que es universal y aunque el contexto religioso acompañe a la protagonista, al final las vivencias nos hacen hermanarnos con ella. Una novela que ofrece diferentes lecturas y todas de una riqueza increíble.