A nivel personal la mayoría, siempre habrá quien no, respondería ‘mejor ropa’. O muebles o comida; o cualquier cosa útil y divertida. A los informativos sólo saltó el diseño que un joven estadounidense propuso para fabricar pistolas pero la vida cotidiana también se ve marcada por la teconología de la impresión 3D. Pocas personas fuera del mundo de la tecnología han visto o usado una impresora 3D pero ante las múltiples noticias que últimamente inundan los medios de comunicación avanzando las inimaginables posibilidades de dicha herramienta todos pensamos… ¡parece fácil!.
Más lejos del uso profesional, surgen constantemente nuevas iniciativas en torno a las creatividades que propone. Pasteles, vestidos, armas… todo es posible porque la democratización de esta tecnología pretende, por el momento, ser máxima. Alcanzar el tope de que cualquiera pueda idear, diseñar y construir desde su casa. Pero también es una herramienta más en los productos de máxima calidad. Lo demuestra el uso de impresoras 3D para la creación de la colección que la diseñadora Iris van Herpen, junto a la empresa de software Materialise, presentó en la última Semana de la Moda de París. Ropa obviamente sin costuras.
La repostería creativa continúa haciéndose eco y aprovechando las últimas tendencias y también se apunta a esta moda como muestra la empresa Natural Machines que está creando una impresora 3D para fabricar pasteles. Quince ingredientes para crear la masa y una cápsula por cada uno de ellos. Quizás llegue el momento de que la Thermomix quede arrinconada en cualquier armario. Pero la industria tecnológica, siempre un paso por delante que la sociedad, ya se ha lanzado a crear impresoras 3D para uso “cotidiano” y tiendas como Amazon ya las incorporan entre sus productos a la venta. Por el momento las más comunes, sobre 400 euros, sólo crean productos de pequeño tamaño.
Aunque aún el precio esté sólo al alcance de unos pocos puede que en su momento llegue a ser rentable si permite decorar un salón creando desde tu propia casa jarrones, marcos, espejos o pequeños muebles. Aunque la copia de productos estará al alcance de cualquiera generando un nuevo debate sobre la propiedad intelectual. Por el momento ya se ha abierto un mercado dentro del diseño, el de la venta de “plantillas”; algunas webs como i.materialise o Shapeways ya las ofrecen. Y no son sólo las plantillas lo que ponen a la venta si no también miniaturas y objetos ya fabricados, desde cinco euros, que incluyen de joyería, gafas, bolsos o cinturones a piezas de arte.
Lo que hasta el momento era el DIY se transformará en ‘hazlo con una impresora’. El diseño seguirá siendo la esencia de la creación de cualquier producto y la creatividad o la imitación se impondrán en la rutina de quien pueda adquirir una impresora 3D. El mercado se supera a sí mismo y ya comienza a proponer los pasos que seguirá está tendencia que no parece ponerse límites.
Fotos: RoHerreraP (cc)