Elena Felíu Arquiola: “La poesía reelabora recuerdos y los convierte en materia poética, los recrea e incluso los inventa”

Elena Feliu Arquiola poemario
Anuario (2022) es el resultado de un genial proceso de “alfarería lingüística” y Elena Felíu Arquiola un sincero ejemplo de poeta valiente. Hablamos con la autora de este poemario.

La poesía, si es buena, nace de las entrañas del sujeto iluminado por el impulso de la valentía: un verso que no se atreve nace ya muerto. El lenguaje poético debe, pues, querer ser un arma arrojadiza contra el silencio, el vacío y lo indecible, pero también el fruto maduro de un previo recorrido interno por las aristas más enigmáticas de nuestro ser. Anuario (2022) es el resultado de un genial proceso de “alfarería lingüística” y Elena Felíu Arquiola un sincero ejemplo de poeta valiente. En su último poemario, la poeta y Catedrática de Lengua Española de la Universidad de Jaén funde temas tales como la memoria, la escritura o el habitar espacios bajo el común denominador de la cotidianidad: “Fabricar el prodigio | es un proceso lento: | entrelazar los hilos | que tejen la rutina; | ir forjando el metal de la costumbre; | modelar ese vidrio | caliente de los días, | soplando poco a poco”.

Nokton Magazine: Tu poesía incide en lo rutinario de la existencia humana y en todo el ritual doméstico que al final conforma la convivencia. ¿Qué relación hay entre lo poético y lo cotidiano?

Elena Felíu Arquiola: Creo que la relación entre lo poético y lo cotidiano es bidireccional. Lo cotidiano nutre la poesía, le proporciona materia sobre la que escribir. Por su parte, la poesía nos hace ver lo cotidiano con otra mirada, con otros ojos.

NM: De cualquier modo, existir implica habitar. Una parte muy importante de Anuario está dedicada a las variaciones que sufre el espacio que habitamos y nuestra propia percepción del mismo. ¿Qué es ocupar un lugar?

EFA: Es verdad que en Anuario se habla mucho del espacio ocupado o habitado. En la primera sección, “En medio de estas sombras”, se trata de un espacio cerrado, claustrofóbico, medido y limitante; un espacio interior. En la segunda parte, “Transición”, es más bien un espacio nuevo que se está empezando a conocer y que también tiene que conocernos y acostumbrarse a nuestra presencia. Por último, se habla en “Los asideros” de un espacio exterior, abierto y compartido con los otros. Un jardín o las montañas, por ejemplo. Ocupar un lugar es hacerlo nuestro, arraigarnos en él y estar en el mundo de una determinada manera.

NM: ¿Y mudarse? ¿Un viaje inverso?

EFA: Los viajes son siempre fuera de la casa propia. En cambio, una mudanza es todo lo contrario. Se trata de un viaje hacia el interior de las paredes de la casa nueva, hacia ese espacio desconocido que hay que ir haciendo nuestro. Por eso digo que puede ser como un viaje inverso. Lo extraño, lo exótico y ajeno se encuentra en esa casa nueva.

NM: Precisamente en “Transición”, relacionado con ese viaje inverso, hay un juego poético muy llamativo con Los desnudos (2020), de Antonio Lucas. ¿De qué se trata?

EFA: “Transición” es una sección que habla de una mudanza. Sin embargo, no lo hace directamente, sino a través del diálogo con el poema “Casa nueva”, de Antonio Lucas, que pertenece a su libro Los desnudos y que yo escuché recitado en voz del propio autor en unas jornadas de poesía que se celebraron en la Diputación de Jaén, en el patio de los Baños Árabes, en la navidad del 2020 al 2021. En ese momento yo estaba en plena mudanza y escuchar aquel poema que habla de empezar a vivir en un nuevo hogar me apeló, me interesó. Escribí una serie de poemas que son como glosas o variaciones de versos concretos del poema “Casa nueva” tratando de desarrollar o dialogar con esa idea, pero también, en ocasiones, pensando diferente. La literatura siempre dialoga con la literatura precedente y yo lo he querido mostrar de forma explícita.

NM: Hablemos ahora de la memoria. Cómo no volver sobre aquellos dos versos en los que dices: “En los días serenos la memoria | golpea de manera inesperada”. ¿Qué significa recordar para una poeta?

EFA: Para mí, recordar implica dos cosas. Por una parte, obtener material para la escritura. Por otra, construir recuerdos a través de la escritura. Es una relación bidireccional y de eso trata la sección “Mirar atrás”. En esta parte se habla de la memoria, pero, como me hizo ver mi amiga Yolanda Ortiz en la presentación de Anuario en la librería La Fuga, en Sevilla, aunque se habla de recordar y de la memoria, no hay ningún recuerdo a lo largo de toda la sección más que de forma muy escueta en el último poema. Más bien se habla de la acción de recordar a través del papel del lenguaje en la construcción de la memoria.

NM: ¿Y es esta poeta esclava de su memoria o es ella misma quien aprisiona dichos recuerdos?

EFA: No, yo no creo ser esclava de la memoria. Al revés, creo que, probablemente al igual que todos, recreo los recuerdos. Al final la memoria solo es el punto de partida y el lenguaje reelabora nuestros recuerdos de manera un tanto libre.

NM: ¿Cuál es esa relación entre la memoria y el propio lenguaje? ¿Puede la poesía codificar recuerdos?

EFA: Como digo, la poesía reelabora recuerdos y los convierte en materia poética, los recrea e incluso los inventa. En este sentido, la poesía ayuda a recordar, pero también a inventar.

NM: En este inventar, ¿se aleja el lenguaje poético del esencialmente cotidiano?

EFA: En la sección “Mirar atrás” lo que intenté hacer es precisamente alejarme del lenguaje cotidiano. Partí de asociaciones de palabras frecuentes y para ello empleé el diccionario REDES, dirigido por el profesor Ignacio Bosque, que es un diccionario que no define las palabras, sino que recoge las combinaciones frecuentes y las explica. Entonces, yo busqué con qué verbos aparece el sustantivo recuerdos habitualmente y encontré, por ejemplo, asaltar, invadir o bucear. Lo mismo con memoria y los verbos hurgar, escarbar o bucear. Y a partir de este tipo de combinaciones frecuentes, que si las usas de una manera poco reflexiva en un poema podrían ser lugares comunes o clichés, mi intención fue hacer que el lector se dé cuenta de ese tipo de asociaciones en las que a veces no nos fijamos y, de esa manera, “desautomatizar” el uso de la lengua. Por eso hay comentarios a lo largo de los poemas de tipo metalingüístico y digo, por ejemplo, “Los recuerdos -decimos | en este idioma nuestro- | nos asaltan e invaden”, o también “El poder del lenguaje nos permite | entender igualmente | como un mar la memoria, | en el que bucear | persiguiendo tesoros sumergidos | o en el que diluir | la escoria del recuerdo”. Yo escribo sobre esa combinación de bucear en la memoria haciendo notar que si buceamos en la memoria es que la memoria es un mar. También en el poema en el que digo “La lengua ofrece múltiples opciones: | atesorarlos, | conservarlos igual que flores secas, | hilvanarlos con cordel o cinta” estoy hablando en todo momento de los recuerdos sin decir que estoy hablando de ellos. Solo se remite a ellos con el pronombre átono los, y empleo verbos que habitualmente aparecen combinados con el sustantivo recuerdo. Atesorar recuerdos, conservar recuerdos o hilvanar recuerdos.

NM: Vayamos a la parte final del poemario. ¿Qué significan para ti todos esos nombres que ocupan las dedicatorias de “Los asideros”?

EFA: Concebí “Los asideros” como una sección final de agradecimiento. Es un acto de gratitud a personas que a lo largo de ese año en que se escribió Anuario, entre marzo del 2020 y marzo del 2021, fueron importantes en mi vida. Los asideros son las personas y actividades que hacen de la vida un lugar más habitable. Quería de alguna manera dar las gracias a familiares, amigos y personas que ayudan a vivir.

NM: ¿Crees que la poesía podría llegar a ser en algún caso un acto silencioso, individual y no comunicable?

EFA: En mi caso, la poesía, en principio, es un acto silencioso e individual. Después pasa a ser comunicable una vez que algún lector generoso quiere compartir lo escrito por mí. Nace como un acto silencioso, individual e íntimo y después se convierte en otra cosa.

NM: Por otro lado, creo que hay un nuevo poemario a punto de salir del horno. ¿Qué nos puedes contar?

EFA: Sí, hay un nuevo poemario que se publicará en el mes de mayo de este año 2023, de nuevo en la editorial sevillana La Isla de Siltolá, y que se titula Otro amor. Trata sobre el final del amor, la fragilidad del sentimiento amoroso y el papel del lenguaje en la construcción del amor y en el relato posterior. Estoy muy contenta con él y tengo muchas ganas de verlo publicado.

NM: Anuario presenta ciertos vestigios de Poemas en el margen (2015) que aún recorren tu poesía ¿Qué huellas deja Anuario en esa nueva obra, Otro amor, que está a punto de salir?

EFA: Otro amor comparte con los dos anteriores la tendencia al poema breve, la inclinación a la expresión sintética o el interés por la reflexión sobre el lenguaje. Son señas de identidad de mi poesía que están presentes en estos tres últimos libros.

NM: Y tu actividad docente e investigadora, ¿de qué forma interfiere y convive con el oficio de escribir versos?

EFA: Interfiere en que a veces mi actividad docente e investigadora exige mucha atención y no le puedo dedicar tiempo a la poesía. Por otro lado, conviven en mi interés por la reflexión sobre el lenguaje. El hecho de que soy lingüista, profesora e investigadora del área de lengua española, hace que la reflexión sobre el lenguaje y el gusto por la palabra precisa forme parte de mi actividad profesional cotidiana, y creo que eso se plasma en mi poesía. Es difícil para mí encontrar un equilibrio entre mi actividad profesional y la escritura.

NM: Como bien decías, toda construcción poética tiene su origen en otras lecturas. Ya para finalizar, ¿qué lectura forma parte esencial de Anuario?

EFA: Recuerdo que en la escritura de Anuario, especialmente la parte final, estuve leyendo a Francisco Brines. En concreto El otoño de las rosas, regalo de mi amiga Carmen Conti por mi cumpleaños.

NM: ¿Y de Elena Felíu?

EFA: Me resulta muy difícil seleccionar. Elena Felíu es una suma de vivencias y lecturas realizadas a lo largo de toda una vida. Prefiero contestarte que he descubierto recientemente a una poeta colombiana, María Gómez Lara, con la que coincidí en una lectura poética hace unos días y que me está gustando muchísimo. Concretamente estoy leyendo su libro titulado El lugar de las palabras. De nuevo, lo metalingüístico y la reflexión sobre el lenguaje está muy presente.