En un momento de Dos punto cero a la izquierda, novela que trata de hallar el equilibrio entre el espíritu de Bret Easton Ellis con la ternura castiza de Manolito Gafotas, uno de los personajes plantea un monólogo sobre cómo las relaciones sociales configuran nuestras vidas. No hay duda de que a Manuel Riquelme le interesa la tecnología como motor que reafirma nuestras inquietudes y define nuestras identidades. Escritor y guionista de cortometrajes, su primera novela publicada, Videoclub 84, fue una novela marcada por el peso de la nostalgia, una carta de despedida de un universo analógico (perecedero) que nunca más volverá. Ahora en Dos punto cero a la izquierda Manuel se encarga de fotografiar nuestro presente más inmediato.
Nokton Magazine: ¿Somos más felices compartiendo la canción que escuchamos? ¿O debimos quedarnos dentro del Videoclub 84?
Manuel Riquelme: Ni una cosa ni la otra, claro. Los personajes de Videoclub 84 son un producto de su tiempo, mientras que los personajes de Dos punto cero a la izquierda se encuentran en esta realidad 2.0 de redes sociales, trending topics y descargas de series americanas. Si tuviera que definir Dos punto cero a la izquierda diría que no es una parodia, sino más bien un thriller construido con elementos de la realidad más inmediata, un retrato de nuestros tiempos a través de un espejo ligeramente deformado.
NM: Dos punto cero está narrada por cuatro personajes principales, de los que has realizado retratos que has compartido por la página web. Háblanos de los personajes de la novela.
MR: La novela está construida a cuatro personajes. Ángel, el stalker, es un hombre capaz de ver más de un centenar de series de televisión de una sentada y cuya cordura pende de un hilo. Miranda es la IT Girl. Modelo, DJ, diseñadora, ilustradora, cantante, escritora y consumada, moderna de pueblo. Luego está Adrián Corbalán, el escritor frustrado. Machista y misógino hasta decir basta. Es el autor de la archiconocida saga Plenilunio: un cruce entre Divergente y Crepúsculo ambientado en plena Guerra Civil. Se trata de un cuarentón alcohólico, cocainómano y adicto al sexo que se vale de las rentas de su éxito para engrosar las páginas de su «vaginagenda», un documento en el cual apunta todas sus conquistas.
Por último, tenemos a Cenicienta. Es el personaje del que sabemos menos durante la novela ya que se nos presenta como un misterio que se presenta con diferentes identidades de princesas Disney.
Blancanieves, La Sirenita, La Bella Durmiente, Cenicienta. Su máxima es: “nadie dice la verdad en Internet. Todo el mundo miente”.
NM: Cuchillos japoneses, chantajes sexuales, stalkers… ¿Te inspiraste en algún personaje real mientras preparabas la novela?
MR: Pues, para ser honesto, lo curioso con escribir una novela sobre las redes sociales es que muchas veces sentía que iba por detrás de la realidad. A veces se me ocurrían cosas que en tres meses se convertían en trending topic en Facebook e Instagram.
Por otro lado, el personaje de Miranda se me ocurrió al ver el comportamiento de un blogger y pensar, ¿qué pasaría si lleváramos este personaje al extremo? Me interesaba mucho indagar en las vidas de iconos de la actualidad, imaginar cómo podrían ser cuándo no están pegados a la pantalla de un ordenador.
NM: Hay algo que se encuentra en Videoclub 84 y que volvemos a ver aquí. A pesar de que los personajes son caricaturas, violentos, solitarios o un poco locos, lo cierto es que todos ellos transmiten una cierta ternura. Es casi como que el lector siente cierta compasión por ellos.
MR: Supongo que es algo que me sale. Intento que mis personajes no sean monstruos, sino personas reales, y aunque yo no los juzgo intento que el lector conecte con ellos. Todos los protagonistas viven de alguna manera desconectados de la realidad, pero es gracias a ella cuando se autodescubren.
NM: ¿Es entonces Dos punto cero a la izquierda un libro a favor de la tecnología?
MR: Definitivamente, estoy a favor de las redes sociales o de Internet, aunque haya algunos peligros como la adicción, como le sucede a Ángel, que directamente necesita vivir conectado para darle sentido al mundo que le rodea. Sin embargo, intento tratar un tema aparentemente tan serio como esto mediante humor. Creo que el humor negro es lo único con lo que Internet puede funcionar.
Ilustraciones cedidas por Manuel Riquelme.