El fascismo se mueve últimamente por España con manga ancha. Más indiscriminado que nunca desde hace años, puede que también más viral, sus artífices, conscientes o no de que lo son, matan, agreden y humillan a cualquiera que se salga de su norma. Lo hacen todo con el maná de la impunidad cayendo desde los púlpitos políticos, públicos, televisados.
Ante la indefensión, organización. Con la ayuda de las herramientas del siglo XXI -las redes sociales- el pueblo se manifiesta y denuncia. Lo hicieron hace poco en Sevilla un grupo de activistas que han preferido mantenerse anónimas. Cuando hace unos meses el centro de la ciudad empezó a llenarse de pegatinas homófobas, decidieron aplicar la autodefensa y diseñar sus propias pegatinas como respuesta antifascista.
Con Rocío Molina, Lorca, La Fuensanta, La Veneno y Ocaña como referentes de su lucha, los diseños se extendieron por Instagram, desde donde se puede acceder a su libre descarga y uso. «El impulso fue más la rabia que el miedo, tras ver la cantidad de odio destilado sobre el colectivo LGBTIQA+», explica una de las promotoras de la iniciativa en una entrevista vía mail con Nokton. «El motor fue en concreto una pegatina encontrada en los alrededores del Parque del Alamillo: «ZONA LIBRE DE LGBT», con la bandera del orgullo tachada. Esto no es opinión, es odio«, sentencia.
Primero de forma autogestionada y más adelante con la complicidad de la gente de la redes (artistas y activistas fundamentalmente), los diseños cobraron vida en Sevilla para llegar luego a otras ciudades españolas. Así es la campaña de las pegatinas antifascistas.
Nokton Magazine: ¿Por qué la elección de Rocío Molina, La Fuensanta, La Veneno y Ocaña?
Respuesta: Tanto Rocío Molina como La Veneno y Ocaña son referentes del colectivo LGBTIQA+ andaluz, queríamos defendernos visibilizando y empoderando desde nuestra identidad andaluza. Estos tres fueron los primeros diseños que visibilizaban parte del colectivo (la pluma, la transexualidad, el lesbianismo…), pero luego sacamos algunas pegatinas más como la de La Fuensanta, como mención concreta al fascismo, Acción Antifascista Intersex que visibiliza la intersexualidad y algunas otras sobre la expresión de género e identidades que complementaban la acción.
NM: ¿Dónde se han usado vuestros diseños? ¿Os imaginabais una respuesta tan masiva a vuestro llamamiento?
R: Desde el principio quisimos que fuese una campaña libre en la que cualquiera pudiese descargarse las imágenes, pero no imaginábamos que llegaríamos a tener repercusión incluso fuera de Andalucía. Es imposible tener un control de hasta donde llega la incidencia de la campaña, pero tenemos certeza de muchas ciudades y pueblos en Sevilla, Huelva, Cádiz, Granada, Murcia, Euskadi, Tenerife, Mallorca, Asturias… También nos llegaron imágenes de un colectivo que llevó carteles impresos con nuestros diseños al pleno del Ayuntamiento de Talavera de la Reina en el que se declaró como ciudad libre de LGBTIQA+Fobia.
NM: ¿Cómo pueden este tipo de acciones como la vuestra, donde lo cultural se convierte en político de una forma muy clara, combatir el fascismo desde las bases?
R: El fascismo tiene vía libre si de entrada no se le ofrece resistencia y eso, como todo, empieza desde lo más básico. Las resistencias se engendran en el día a día, a través de los hechos cotidianos, los espacios que transitamos y la gente con la que los compartimos. De ahí podemos escalarlo todo lo que queramos, pero si de primeras aplaudimos o no condenamos tajantemente estas actitudes, caemos en el error de pensar que son admisibles, cuando el odio nunca lo es. Por eso, cuando sales en defensa de quien sufre estas fobias, estás haciendo política y estás resistiendo al fascismo. Si encima lo haces abanderando iconos populares y del colectivo que también sufrieron por esta causa, es fácil identificarse con ello y atreverse a tomar parte, incluso a nivel individual.
NM: Las redes sociales, ¿construyen, destruyen o todo lo contrario?
R: Las redes sociales sirven para lo que se quiera hacer con ellas. Por eso es importante usarlas con cabeza. En este caso nos han servido para reflejar una indignación colectiva y compartir un sentimiento de unión contra las fobias al colectivo LGBTIQ+. Naturalmente hay quien se ha mosqueado, lo ha malinterpretado e incluso lo ha querido tirar por tierra, pero el impacto tiene un balance mucho más positivo que negativo por la difusión que ha tenido y el apoyo para quienes se sienten en desamparo ante estas realidades.