Bronca: La serie desconocida que ha arrasado en Globos de Oro y Emmy y merece ser descubierta

Serie Bronca (Beef). Ganadora Emmy y Globos de Oro.
Serie Bronca (Beef). Ganadora Emmy y Globos de Oro.
Si no fuese por los grandes premios seguramente la serie Bronca hubiese pasado desapercibida. Menos mal que no ha sido así.

Probablemente hasta la celebración de los Globos de Oro hace unos días no habías escuchado hablar de la serie Bronca (Beef). Y ahora haciéndose también con el reconocimiento a mejor miniserie en los premios Emmy te ha empezaro a sonar. Si alguien la había visto en el catálogo de Netflix (donde cada día parece más complicado encontrar títulos que no sean sus estrenos más comerciales) seguramente le había pasado desapercibida. No creo que muchos le dieran al play hasta que ha comenzado a arrasar en los premios como mejor serie dramática del año. Y, la verdad, dar a ese play conlleva entrar en una tormenta de emociones de la que ya será difícil salir.

Por una vez los grandes premios nos han descubierto una serie que no estaba en las grandes quinielas y que merece totalmente la pena conocer. En Bronca nos encontramos una escena inicial que ya nos indica por donde van a ir los diez capítulos de esta miniserie. Se trata de un pique entre conductores y, ya sabemos… a las personas se las conoce por cómo conducen. A partir de ahí surgirá una rivalidad extrema entre dos desconocidos (una mujer rica con familia, un hombre pobre que se mueve en lo ilegal) que aparentemente no comparten nada en su día a día, excepto la ira. Y es que la ira es la auténtica protagonista.

Por mucho que los premios hayan reconocido el trabajo de sus protagonistas (en los Globos de Oro, además del premio a mejor serie, Ali Wong se llevó el de mejor actriz y Seteven Yeun el de mejor actor) aquí quien domina la escena es esa ira. Una ira contenida que parece a punto de estallar en cada escena. Una ira que se presenta como leitmotiv de las vidas más cotidianas. Una ira que envuelve al espectador en un realismo voraz consiguiendo que, aunque no se empatice con ningún personaje (la serie trabaja esto a la perfección) se entienda esa necesidad de venganza, de soltar lastre, de liberar la tensión que generan unos con otros que nada tienen que ver.

La serie Bronca, escrita por Lee Sung-Jin y que cuenta con los productos de Euphoria y Todo a la vez en todas partes, mide magistralmente los ritmos para presentarnos unas emociones que no nos resultan desconocidas. Unas emociones generadas por una vida que nos exige dar lo máximo a cada instante sin reflexionar en cómo debemos, o queremos, conseguirlo. De hecho se cuelan premeditadamente grandes reflexiones en torno a qué queremos para nosotros mismos. O momentos que deberían ser cotidianos, como ese desconocido que de repente valora tu trabajo cuando nadie de tu entorno lo hace, y que sin embargo cuesta recordar la última vez que nos ocurrieron.

Pero no por ello es una serie para la introspección, nada más lejos. El toque de comedia negra es destilado en cada capítulo consiguiendo que, aunque no sepamos junto a quien posicionarnos, necesitemos saber más de esas vidas que nos transmite la pantalla. De esas vidas que están bajo la constante premisa de ¿porqué todo me pasa a mí? Sensación que se incrementa en los últimos capítulos, donde la trama ya ha avanzado unos meses, para demostrarnos que aunque creamos que alguien no puede estar ya más podrido, sí que puede.

Por otro lado la estética de Bronca es impecable. Las cabeceras de cada capítulo, que están compuestas por un único dibujo diferente en cada episodio, encajan cual insulto grandilocuente en momento de furia. Y están creadas por el artista David Choe (junto al trabajo tipográfico de la agencia Sarofsky), que también es actor en la serie.

Y es que el arte también toma su presencia en la serie Bronca. Desde su lado más creativo (el marido de la protagonista es escultor de jarrones) al más mercantil (una parte de la trama gira en torno a la venta de una silla de diseño) y se percibe como la diseñadora de producción, Grace Yun, ha dedicado gran parte su trabajo a pensar cada uno de esos detalles artísticos que, según cuenta en una entrevista para Netflix, están inspirados en posturas de yoga y Play-Doh.

También hay religión, cárceles, suegras entrometidas, ricachonas sin prejuicios, jóvenes idealistas… consiguiendo retratar esa California en la que la vida de las calles y la de las grandes fortunas se entrecruza constantemente. Y, entorno a ello, esa ira, esa tensión incontrolable de la que a veces es muy complicado huir.