“No se puede vivir con miedo toda la vida. La vida es así: te caes, te levantas y te vuelves a caer. Pero, si ni siquiera te mueves por temor a caerte, en realidad ya te has hundido«. Cuando los personajes de Eva (Nathalie Poza) y Carlos (Javier Gutiérrez) suben al coche, y dejan su mundo conocido atrás -jugándose su última esperanza a una escalera (animada) de color- asalta el espíritu del Pat de Bradley Cooper en El lado buenos de las cosas. A situaciones desesperadas, decisiones rocambolescas, asume esta pareja de padres.
En crisis matrimonial, sin dinero y con el detonante de una tragedia familiar, los protagonistas se lanzarán a una odisea espídica de situaciones y personajes que a simple vista podrían parecer inverosímiles, pero que en Honeymoon adquieren el cauce de la comedia negra embastada en road-movie y thriller. “A mí en el cine siempre me han gustado los límites del humor y el drama porque en la vida se unen a menudo -afirma su director, Enrique Otero (A Coruña, 1972), autor del guión mano a mano con Roberto G. Méndez-. Vemos mucho esto en Azcona y Berlanga, te estás riendo, pero realmente lo que le sucede al personaje es un drama”.
Los hermanos Coen, Tarantino o Kubrick surgen entre sus referentes y la película así lo ilustra cuando el plano cenital enfoca a un turismo recorriendo el asfalto, los protagonistas “adoptan” a una niña China, dormida en el asiento trasero del coche robado de un comerciante de dvd’s de Mazinger Z y otros dibujos de los 80; o un asesinato por supervivencia es investigado por la policía como un crimen planificado en un ajuste de cuentas.
“La historia de dos vendedores puerta a puerta” que inició el guión, tal como explica Otero, acabó transformándose en un filme que no se encasilla en el género y presenta una coralidad de interpretaciones con nombre propio. “La historia va pasando de unos a otros, lo que hace que fluya, y cada cual le da un color, por lo que todos los personajes podrían tener su spin-off”, señala el director, admirado por el “enorme reparto” de su segunda película de ficción. En el cartel, encabezado por Gutiérrez y Poza, destacan María Vázquez, Fernando Urbizu, Pablo Derqui y Antonio Durán ‘Morris’.
“Sacar película de presupuesto medio, hoy en día en España, es muy complicado. Hay películas autorales de muy bajo presupuesto o películas comerciales de muy alto presupuesto. No me importa, a lo largo de la vida, solo hacer cuatro o cinco largometrajes. Sin riesgo, no hay apuesta y prefiero, aunque sea largo y arduo, coproducir mis películas y ser fiel a mi estilo de cine hasta el final”, afirma Enrique Otero sobre su regreso, once años después de rodar Crebinsky, su ópera prima.
A Javier Gutiérrez (Luanco, 1971), añadido a un guión que “sorprende a cada momento” y que recibió personalmente de mano de Otero, le sedujo “formar parte de un ejercicio arriesgado desde la producción a la interpretación”. Se preguntó cómo no enrolarse en una película tan valiente, inclasificable y de tan esforzado presupuesto que, de otra manera, podía no haber llegado a la pantalla. “Hemos hecho equipo en el proceso de creación. Nathalie y yo tenemos un lenguaje común y Enrique nos ha dado libertad para poder aportar en las secuencias”, explica sobre el rodaje el actor. El mensaje de la película y, la resiliencia de su personaje, son el mismo para él: “En una época en la que todo parece de usar y tirar, hemos de darle una oportunidad a la persona que hemos amado y volver a construir la relación a partir de las dificultades”.
Nathalie Poza (Madrid, 1972), asidua compañera escénica de Gutiérrez, interpreta como él y el director que Honeymoon es una historia de amor. “Me enternece cómo el personaje de Javier, de una manera muy generosa y una vulnerabilidad que a veces no vemos en los personajes masculinos, acompaña al mío hasta en las situaciones más delirantes”.
A pesar de estar al borde del divorcio y de una pérdida irremplazable, la pareja protagonista se aliará para salvar la barrera que se les presenta a partir del dolor común. “Carlos y Eva son un matrimonio corriente, con problemas laborales, económicos, de pareja… y de repente les surge la oportunidad de tirar hacia delante de una manera muy ciega, pero que nos hace sentir identificados. El misterio de la vida es frágil, no estamos nadie inmunizados de las catástrofes, por lo que cuando tienes el amor cerca, ¡qué importante es valorarlo!”, reflexiona.
“Me encanta la película porque hay que confiar en que pueda haber segundas, terceras, cuartas… oportunidades”, señala María Vázquez (Vigo, 1979), nominada al Goya por Matria y encantada de curtirse en papeles de tonalidades y géneros contrapuestos. “El humor negro es muy español y muy gallego. Cuando estás metido en un drama y luego lo cuentas, hay cosas muy locas, desde fuera adquiere un surrealismo cómico”. Está feliz de repetir -amén de algunas localizaciones del filme que pertenecen a Valladolid y Zamora-, rodaje en Galicia (Ourense, Santiago, Coruña…), su tierra, y de coincidir con Morris y Enrique, paisanos y viejos conocidos. “Quique también es músico y entiende el ritmo y la musicalidad de las palabras, por lo que la película tiene ese contrapunto rock & roll” (ríe).
El ritmo no cesa, tampoco los giros, en esta carretera de líneas rectas nunca se sabe de dónde saldrá la curva. Como remata su director, “Honeymoon podía haber sido una luna de hiel de Polanski, pero acaba siendo una segunda luna de miel”. A lo Thelma y Louis, los protagonistas conducen y aceleran. ¿La dirección? Nadie lo sabe.