Uno de los riesgos de las adaptaciones son las comparaciones, es inevitable hacerlas. En el caso de Alta fidelidad la serie estrenada el mes pasado en Hulu, el reto venía por partida doble.
Bajo la sombra de la novela homónima de Nicky Hornby y la adaptación cinematográfica del año 2000 de Stephen Fears, la versión de Sarah Kucserka y Veronica Becker llegaba con un riesgo añadido, el giro de tuerca de su protagonista.
La Rob femenina
Zoë Kravitz es la encargada de dar vida a Rob Brooks. A diferencia de las obras de Hornby y Fears, en esta ocasión Rob es una chica afroamericana inmersa en pleno siglo XXI. No solo se trata de un nuevo género en el personaje, también de la psicología con la afronta sus problemas.
Lo interesante de esta nueva adaptación es la manera en la que se bucea en los pensamientos propios de la sociedad actual, muy alejados de los que estaban en boga en los años 90. El racismo, la sexualidad o la forma de comunicación de las personas con las nuevas tecnologías son algunos de los temas que se plantean en esta nueva adaptación. Una lastima que no se profundice lo suficiente en los dos primeros y pasen de puntillas por la trama, salvo por breves comentarios por parte de algunos de los personajes y poco más. Sin duda uno de los grandes fallos de la serie.
Pese a ello, el cambio tecnológico se siente en la forma en que Rob hace uso del móvil como vía de escape y auto-tortura. El efecto “paranoia” de las redes y la sociedad 2.0 se reflejan de forma perpetua de la mano de la protagonista y su forma masoquista de stalkear los perfiles en Instagram de sus ex parejas. Lo que en el 95 era escuchar los mensajes de ese amor perdido en el contestador ahora se traducen con el odioso visto de WhatsApp.
Rompiendo la cuarta pared
Kravitz es magnética. Atrapa la atención, la cámara la quiere y disfruta de ella mientras la sigue por las calles de Nueva York viéndola maldecir mirando al frente con un cigarrillo colgando de los labios. Conectas con su personaje desde el primer momento y no lo dejas de hacer hasta el final. El gran acierto de la nueva apuesta de Hulu se encuentra en la hija de Lisa Bonet, que como dato interesante participó en la película de Fears, y Lenny Kravitz.
Rob se cuestiona el significado de su vida, de su incapacidad para mantener a las personas a su lado, del amor, las relaciones de pareja y, especialmente, de lo que duele ser abandonada. A golpe de playlist de Spotify, va creciendo a lo largo de los capítulos hasta poner en jaque sus prioridades y cerrar ciclos.
Una segunda temporada confirmada
Alta fidelidad (High Fidelity) es brillante, su trama no es aburrida y vives un recorrido natural en la evolución personal de sus personajes. El único fallo se encuentra en el capítulo 8 titulado Ballad of the Lonesome Loser, centrando el personaje de Simon, el amigo y compañero de trabajo de Rob. Se sale del eje principal de la serie y hace que la atención del espectador decaiga. Pese a eso, la sensación al terminar los diez capítulos es la de querer saber más sobre la historia de Rob y de todos aquellos que la acompañan.
La segunda temporada se encuentra en fase de creación y todavía no hay fecha de estreno. Tendremos que esperar para poder volver a reflexionar con Rob sobre la vida mientras se bebe un whisky solo y escucha un vinilo de blues.