Todos los pueblos de ficción son los mismos: una pareja de detectives, un misterio indescifrable y un escenario fácil de identificar y con algún que otro conflicto de por medio. Por eso, cuando se anunció la miniserie Wayward Pines como una de las imprescindibles del verano, vimos que reunía los requisitos de: Misterio + detective + pueblito pintoresco. Una mezcla bastante clara y con similitudes a otras series de actualidad como Once upon a time o La Cúpula y a míticas como Twin Peaks.
La serie, inspirada en la novela futurista y homónima de Blake Crouch, trata de un pueblo perdido cerca de Iowa en el que un detective, Ethan Burke (Matt Dillon), se despierta de un coma después de haber sufrido un accidente de tráfico. No puede contactar con su familia por teléfono, no hay Internet, ni televisión, ni conexión alguna con el mundo real. Ante el ataque inminente de ansiedad que nos daría a muchos tras descubrir ese aislamiento, el detective decide salir a buscar a dos compañeros desaparecidos.
Hasta aquí y mientras vemos este primer episodio todo nos resulta familiar. Un detective que llega a un pueblo a investigar es Twin Peaks. Un pueblo del que no puede salir nadie, Once upon a time, y un pueblo en el que ha ocurrido algo que poca gente puede explicar, La cúpula.
Miniserie y novela:
Después de los diez episodios en los que transcurre Wayward pines, la cara que se le queda a una es de no saber muy bien lo que ha visto. La trama va in crescendo hasta el capítulo cinco en el que todo se acelera, después la manera de resolver los conflictos queda justificada en parte por la temática, y en parte por la estructura de miniserie. Pero todo el tiempo parece que la serie podría ir a mejor y no, se queda en un limbo, en un término medio, pasando sin pena ni gloria y quedando como mero entretenimiento veraniego. Y, al igual que en la ya mencionada La Cúpula, quizá sea buena idea echar un vistazo a la novela, o novelas, en el caso de Wayward.
¿Pero de dónde viene la idea esta serie y, por ende, de la novela? Su autor, Blake Crouch, cuenta que aparcó su coche en una calle desértica de una ciudad, de Colorado. Antes de salir del vehículo se le acercó un policía para advertirle que allí no podía aparcar. El agente tuvo que escarbar la nieve para disipar una endeble doble línea en el suelo que prohíbe el aparcamiento de coches en la vía urbana. «Era una situación absurda; mi coche era el único en la calle y el policía y yo los únicos habitantes. El lugar era precioso y yo empecé a fantasear sobre qué podría pasar de no poder salir de allí, así me surgió la génesis de la historia», contó Blake en la presentación de Wayward Pines en Europa.
Contagiado de la claustrofobia mental que le generó la desatinada discusión con el policía de Colorado, el escritor buscó aparcamiento a lo lejos, pero el efecto de estar encerrado quedó con él y lo trasladó a sus libros: una trilogía, Pines, Wayward y The Last Town, (aunque en España la editorial Destino los editó en uno único tomo).