Victoria di Pace: “Shakespeare vino a romper nuestros egos”

Marta Calle y Lara López son "Romeo y Julieta"
Marta Calle y Lara López son "Romeo y Julieta"

Contaba Neruda que cuando le encargaron en los sesenta realizar una traducción del más trágico romance de la literatura universal, Romeo y Julieta, se sintió incapaz de volcar al idioma español la apasionada historia de aquel amor y solo pudo abarcar la exigente tarea con sentido del deber (deberse a la obra) y una inmensa modestia. Con equivalente humildad, la actriz y directora Victoria Di Pace (Buenos Aires, 1975), fundadora del Estudio Di Pace, se vuelca en adaptar el clásico de Shakespeare con una puesta en escena distópica, en la que los géneros de los personajes se despojan de rigores para fluir en su vibración energética mientras el texto se despliega fiel al verso y a la prosa de sus cuatrocientos años de hoy.

Nokton Magazine: ¿Cómo se afronta la labor de subir al escenario la obra más conocida de William Shakespeare, constantemente revisitada?

Victoria di Pace: El mayor reto es introducirse en autores tan profundos y espirituales. Cuando hablo de espiritual me refiero a autores que han estudiado la condición humana con hondura. Una espiritual que te lleva a hacerte grandes preguntas: Cómo estar en la vida o cómo ser sabio. Creo que Shakespeare ha sido un gran místico, que conocía el ánimo humano profundamente. Cuando como directora o actor entrás en contacto con este tipo de textos sabes que te van a remover. Fue lo que sucedió en el proceso de trabajo: Shakespeare vino a romper nuestros egos. Como le sucede a Romeo. Para amar y alcanzar la verdad, se tiene que soltar una parte propia, el ego pequeño. Todo el equipo atravesamos agarrados de la mano esos procesos internos y contemporáneamente se produjo el inicio de la Guerra de Ucrania. Al primer mes de ensayos nos enteramos del conflicto. ¡Nos movió hasta tal punto…! De repente estábamos en coherencia con lo que estaba pasando y sentimos muy fuerte lo importante que era en este momento hablar de esta obra.

NM: Tanto es así que el espacio presenta un aspecto postindustrial, sucio, devastado. ¿El rencor y la violencia se reproducen una y otra vez?

VDP: Voy a hablar desde una parte mía un pelín nihilista. Soy tan luminosa amando a Shakespeare como también me encanta Camus, Becket o Ionesco. Tengo amor por ese pensamiento nihilista de que hay una parte del ser humano que cae siempre en las mismas cosas. Volvemos a estar en un momento en el que el fascismo empieza a brotar de nuevo. No aprendimos nada. Yo quería plasmarlo en la obra. Era como decir: Cae una bomba nuclear, la gente empieza a vivir por la calle y se forman otra vez estas sociedades basadas en el poder. Porque todavía la sociedad está en esa vibración muy baja y necesitamos de muchos Romeos y Julietas, de muchos artistas, desde mi punto de vista, en la propia vida, para reivindicar una y otra vez este amor que va más allá de la lucha y la mezquindad.

NM: La obra ofrece la receta en la voz de Fray Lorenzo, cómplice de los amores de los dos jóvenes de familias rivales. Él anhela que la autodestrucción de los Montesco y los Capuleto cese de una vez por todas con esta unión.

VDP: Sí, de hecho hay una cosa muy interesante y es que la obra está muy basada en lo que es la mística cristiana porque Shakespeare fue un estudioso de Marsilio Ficino, de la época del Stil Novo (en torno a 1300), así como de Dante Alighieri. En esa época se estudiaba qué era un movimiento álmico. La obra bebe mucho de la imagen de Cristo. Está muy por debajo, pero Jesús viene con este nuevo paradigma, el del perdón: Ama a tu enemigo, pon la otra mejilla (nuevo testamento) frente a “ojo por ojo, diente por diente” (antiguo testamento). Shakespeare da exactamente esta receta. El único modo de poder salir de este “te mato, me matas”, radica en que alguien pare. Alguien ha de perdonar.

NM: William Shakespeare estudió durante años la mística italiana. ¿Cuántos años lleva analizando Victoria Di Pace a este autor?

VDP: Llevo en comunión con esta obra desde los 25 años. Con el tiempo comprendí que para empezar era una obsesión de mi papá. Él nos levantaba muchas mañanas con la música de la película de Zefirelli de Romeo y Julieta. Y mi hermana se llama Julieta. No me había dado cuenta. No son las únicas resonancias que ha tenido en mi vida. Yo me egresé de la Escuela de Arte Dramático haciendo la obra, justo en el papel del ‘Fray’, bajo la dirección de un director ruso que nos ayudó a entender la obra de Shakespeare desde un punto de vista metafísico, incluyendo al escritor y compositor Ivánovich Gurdjieff, que era sufi.

NM: Tuviste la oportunidad de entrar en contacto con la función desde un sentido meditativo, ¿no?

VDP: Sí y ahí entendí que el Fray tiene la llave y no se la guarda, la ofrece a todos cuando expresa el deseo de que el matrimonio entre Romeo y Julieta cambie las cosas. Luego le da a Romeo otra llave: la filosofía que necesita. En ese momento en que los impulsos naturales están desbocados, le pide que calme su temple. Hice varios cambios de palabras para que se entendiera bien porque el significado de esta intervención es compleja. Viene a ser que si cada ser humano tiene tres centros (el pensar, el hacer y el sentir) y se los logra alinear sin que ninguno se imponga sobre el otro, se empieza a obtener la sabiduría. Tenemos que tener la capacidad en los momentos de venganza o locura, de parar un momento y respirar, y sentir si de verdad nos compensa reaccionar. Es el espacio que está entre la reacción y la sabiduría. Shakespeare lo pone en boca tanto de Julieta como del fraile. En esa parte del monólogo de Fray Lorenzo, él señala que todos somos lo mismo y al mismo tiempo somos todos distintos y dentro de nosotros hay tanto un veneno como un poder curativo.

NM: Esta misma dualidad se calcifica cuando Julieta afirma ‘Mi único amor nace de mi único odio’.

VDP: Ella tiene incorporado dentro lo que es amar al enemigo. No hay enemigo en Romeo. Su único enemigo es el nombre. Cuando trabajábamos el texto, yo a la actriz le insistía: “Tenés que subrayar la palabra nombre todo el tiempo”. El nombre es el enemigo (Montesco), pero no la persona (el ser de Romeo). En la famosa escena del balcón ella declama Eso que llamamos rosa con otro nombre igual sería. ¿Qué quiere decir? Estamos peleando por los nombres, porque un sector del mundo se llama Rusia y otro sector del mundo se llama Ucrania, pero cambia los nombres o sácaselos y solo hay seres humanos. Julieta le pide a Romeo que deseche el nombre con el coraje de estar decidida a hacerlo ella si él no se atreviera.

NM: El tono del montaje dignifica al personaje de Julieta, que una lectura superficial de la trama (dos adolescentes enamorados que acaban suicidándose), puede infantilizar o denostar.

VDP: Ella tiene el don de perdonarle, aunque haya matado a su primo (Teobaldo). Posee una entereza… Es un amor que de verdad traspasa. Todos tenemos nuestras neurosis, cristalizaciones, dolores… La mirada de Julieta atraviesa la superficie. Es como decir: Yo te veo más allá de esta forma que te has creído tú mismo que eres. Y no eres ni eso. Eres más grande que eso.

NM: ‘Cuánto más te doy, más tengo’.

VDP: Yo le decía a Lara (López), nuestra Julieta, que en esa frase tenía que parar y sentir que se lo decía al público. Este es el mensaje que como directora querría que llegue con claridad, el mensaje más místico: ‘Mi amor es grande como el océano. Cuanto más te doy, más tengo, siendo ambos infinitos’. El acto de dar es ya un acto de recibir. Te digo, la obra es pararse en cada segundo (ríe). ¡Es un alimento constante para el alma! Por eso estoy tan enamorada de este texto y al público le cuesta aplaudir al terminar la función, por unos segundos impactados por el trágico viaje, por la emoción.

Retrato de la directora argentina Victoria di Pace
Retrato de la directora argentina Victoria di Pace.

NM: Con su sacrificio, Romeo y Julieta, producen un eco en sus familias, en una sociedad en ruinas. ¿Es una resurrección en la muerte?

VDP: Yo no soy católica, por lo que cuando hablo de la mística cristina, creo que va más allá. Esa muerte y resurrección es una muerte y resurrección interna de uno mismo. ¡Mira qué coincidencia! Ahora estoy trabajando como coach de los actores del musical que prepara Emilio Aragón, Gospell, en el que ayudo al protagonista a encarnar el papel de Jesús de Nazaret. ¡Cómo está todo conectado! La resurrección del que habla el misticismo cristiano es interior. Es la muerte de la pequeñez para ir a una parte de ti que es mucho más inmensa que tú, pero para la que primero hay que morir, aceptar que una parte de uno mismo se tiene que ir.

NM: El amor y la pérdida.

VDP: Está relacionado con el miedo también. ¿Porque qué te hace valiente en la vida? Afrontarlo. El amor te desnuda completamente, te vuelve frágil. La vulnerabilidad nos sitúa en un espacio de luz. La muerte de Romeo y Julieta es, soltar el “yo del pasado” para que el “yo del presente y el futuro” aparezcan. Cuando fui madre tuve una sensación de muerte, esa sensación de no saber lo que va a pasar, de saber que realmente no puedes tener el control de la situación. Un terror profundo. Y es soltar todo esto, dejar que suceda, con un dolor muy grande. ¡El premio es de una belleza…! Vivo la muerte de los amantes de Verona como un parto. En cualquier proceso de cambio personal siempre hay una parte dolorosa. Ellos mueren ya en el lecho nupcial, lo que habla de una unión eterna. Igual que Desdémona y Otelo. Julieta está haciendo eso cuando se toma el veneno, afrontar un gran miedo que le convierte en una mujer más fuerte. En ese último monólogo, que es uno de los monólogos más difíciles escritos para una mujer, Shakespeare te cuenta un viaje. Debemos afrontar todos nuestros dragones y fantasmas. Ella da el sí al amor y en esa expansión encuentra la resurrección.

NM: ¿Cómo se gestiona el tiempo y el espacio para no pervertir el texto?

VDP: El mensaje tiene que llegar hasta las vísceras. ¿De qué me sirve filosofar? Esa es la virtud que tenemos los que hacemos teatro, manejamos emoción. Cuánto te remueve un actor que está sintiendo lo que está expresando, empatizas como espectador. El teatro es un ritual, por lo que en la butaca se realiza el mismo movimiento energético. Puedes ir a ver un Shakespeare montado de mil modos y el más pésimo, pero saldrás con el alma removida. El mensaje es muy potente. Imagina si encima hay por detrás una lectura filosófica en la puesta en escena. Yo creo que solo puede interpretarse lo que se entiende Hemos estado nueve meses ensayando. Shakespeare tenía el secreto, nos estaba guiando y había que bajar la cabeza y ponerse al servicio. Yo a los actores les indicaba que era necesario pensar que eran todos los personajes y que dentro llevaban un Romeo, una Julieta, un fraile, un Montesco o Capuleto, esas partes que todos tenemos y que en algunos momentos están en guerra.

NM: ¿Se debe a esta resignificación el motivo de que en la obra se difuminen los géneros y Romeo sea interpretado por una mujer o el fraile y la ama por un hombre?

VDP: Realmente lo que quería no es que la gente pensase que es una historia de amor solo entre dos mujeres. Si no que nos parezca natural ver en el escenario que el amor no tiene género. Pues el amor no tiene ni género, ni edad, ni raza… y la sabiduría, representada por Fray Lorenzo, o la representación del amor maternal, tampoco lo tiene. Estamos en una época donde estamos en contacto con quienes somos cada vez más. Empezar a definir las actitudes y nuestros dones y quiénes somos por el género es muy limitante para los seres humanos. Para mí era un poco una provocación. Y más que poner una chica como Romeo, poner una mujer como fraile, cuando siempre la espiritualidad o la sabiduría estuvo conectada con los hombres. En la época de la Inquisición quemaron a muchas sabias por “brujas” cuando eran chamanas, sacerdotisas…

NM: Las mujeres de Shakespeare nunca fueron débiles ni vacuas.  

VDP: Para nada. Piensa que en el Stil Novo a la mujer se la ponía incluso por encima del hombre. Todo el viaje de Dante por La divina comedia es para llegar a los Infiernos para llegar a Beatrice, que está arriba en los cielos. La simbología muestra que, como es la que da vida, contiene la sabiduría más grande. El alma va hacia el espíritu. El espíritu es la mujer y el alma es la persona que está aprendiendo, en este caso, Romeo. ¡Para mí está escrito en la obra! Julieta es la heroína total. Para representarlo en aquella época el hombre era el alma, el que tenía que aprender y hacer un viaje a través de su oscuridad, y la mujer ya estaba allí arriba. Luego eso desapareció. Lo suelo relacionar con las Cruzadas, que arrasaron con todo lo que no fuese católico. A María Magdalena, la tildaron de prostituta cuando es muy probable que fuese la pareja y el apóstol favorito de Jesús. Tengo un proyecto de hacer una obra sobre ella, la llevo estudiando también hace muchos años.

NM: ‘Hasta ahora tus ojos se han oscurecido y has mirado demasiado, sí, demasiado, sobre las cosas de la tierra. Si esto te deleita, ¿cuál será tu arrebato cuando levantes tu mirada hacia las cosas eternas?’. Escribe Petrarca y podría pertenecer a la pluma de Shakespeare.

NM: La obra habla de la eternidad, pero siento que no está en la muerte real. Es muy filosófico, pero la obra te invita a entender que sí somos eternos, pero ahora. Shakespeare propone un juego de personajes, el teatro en el teatro. Nos pone un espejo: Señalas al enemigo, pero en realidad ese enemigo eres tú. Somos una parte de un todo y, como en el tantra, la eternidad es la consciencia. En consciencia entiendes que no hay diferencia entre tu hermano y tú, entre un árbol y una persona. Cuando te enfadas con alguien, estás proyectando. Somos de la misma materia, polvo de estrellas. Creo que él te dice que si uno se hace alumno de la sabiduría y resuelve sus propios conflictos la guerra se puede terminar. Intentar hallar profundamente lo que quiere decir Shakespeare nos transforma. Siento que las interpretaciones banales de Romeo y Julieta se producen porque no se han tomado el tiempo de sumergirse y huir de la generalidad.

La obra se representa los domingos 30 de octubre y 6 de noviembre en El Umbral de Primavera (C/Primavera 11 – Madrid) a las 19:30h.

Reparto

Marta Calle – Romeo
Lara López – Julieta
Nicole Pérez-Yarza – Fray/Madre Montesco
Izarbe Bernal – Benvolio
Noel Conde – Mercuzio
Alberto Larios – Paris/Criado
María Díaz – Madre Capuleto
Ferran Plana – Padre Capuleto
Arwent Martínez – Teobaldo/Boticario
Jorge Ferrera – Ama