Si Cyrano tuviera un iPhone

Poesía en las paredes
Poétika se cuela en nuestros móviles medio tontos, medio listos para llenarlos de versos según tu estado de ánimo, el calorcito que haga o el día de la semana.

 

Cyrano de Bergerac era el simpático del grupo. El típico miembro de la cuadrilla de amigos que nunca puede faltar. Es el culto, despierto, inteligente, con unas dotes irónicas reseñables que siempre acaba siendo el amigo de la chica porque cree que su físico no lo apoya. Sobrepasa de largo el número de cafés permitidos para mantener las posibilidades de relación amorosa y asume la función de servir de nexo y aconsejar a futuribles parejas de amigos y amigas. Pero claro, Cyrano era un muchacho de otro tiempo y su rol quedaba definido por otros usos y costumbres en las relaciones personales. Sus equivalentes de hoy en día dan conversación a mansalva y ensalzan las figuras de sus amigos. Él servía de apuntador de versos para el rendido amante con menos capacidades poéticas.

Desde hace poco podemos encontrar entre el repertorio de apps un pequeño chivato al oído de poemas, un Cyrano con pantalla táctil que nos da mucho juego. Nokton Magazine ha tenido la oportunidad de hablar con una de sus creadoras, Gabriela Ybarra, responsable de Poetika en Wake App.

Nokton Magazine: Dentro de la inmediatez que supone el mundo de las app y los Smartphones, la poesía se cree fruto de la reflexión, ¿qué hueco le ves a la palabra poética en el ámbito digital? ¿De dónde nace la idea de la aplicación?

Gabriela: Jacobo, uno de nuestros compañeros, es muy aficionado a la poesía y se le ocurrió la idea de crear una app que fuera capaz de encontrar el mejor poema para cada momento, en función del contexto y el estado de ánimo del lector.

Como él no es editor y quería que la app tuviera poesía de calidad, comenzó a contactar poetas jóvenes de cierto prestigio que quisieran colaborar en el proyecto; pero por desgracia ninguno quiso participar. En el ámbito de la literatura lo digital aún tiene muchos estigmas. A los poetas jóvenes les daba miedo el medio, lo asociaban a contenidos de baja calidad y tenían muchos prejuicios. Preguntando a unos y a otros, Jacobo se enteró que el editor Jenaro Talens estaba muy interesado en investigar nuevas vías digitales para distribuir literatura. Al contactarle, Jenaro se entusiasmó con el proyecto e involucró a la escritora Catherine François  para dirigir junto a él la edición de la antología contenida en Poetika.

Creo que, aunque es cierto que contiene pensamiento, gran parte de los poemas surgen de experiencias cotidianas. A pesar de las connotaciones académicas, serias y aburridas que injustamente se le han atribuido a este género, no se nos ocurre ningún arte más espontáneo.

En el mundo offline se ha dado por hecho que el único modo de distribuir literatura son los libros, pero el mundo digital abre nuevas vías que van mucho más allá del ebook, que no deja de ser un libro en PDF.

NM: Poetika parece formar parte de esta nueva corriente que se hace llamar slow web, ¿cómo ve el asentamiento de este tipo de acceso a la información online?

G: No sé si estoy de acuerdo con que Poetika sea slow. Es cierto que preferimos la profundidad sobre superficialidad, pero muchas veces los pensamientos profundos surgen y se consumen de forma fugaz.

La slow web, es un fenómeno absolutamente natural. A lo largo de los siglos siempre ha habido contraculturas y reacciones a los movimientos mayoritarios. Si la mayoría demanda inmediatez, es lógico que exista un grupo que recuerde las bondades de lo lento. Si la tendencia imperante fuera la inversa, ahora lo contracultural sería el consumir y producir rápido.

NM: La aplicación permite una interacción espacial, temporal, hasta meteorológica con el usuario, ¿cómo se canaliza la sinestesia que pretende Poetika?

G: Uno de los principales objetivos que perseguíamos era el de eliminar el sesgo que la mayoría tenemos a consumir sólo aquello de lo que hemos oído hablar o conocemos. No tiene buscador por autor o por título. Esto fue una decisión deliberada. Nos pareció mucho más interesante y novedoso permitir que el usuario descubriera poemas en función de sus circunstancias, intereses o estados emocionales. Creemos que descubrir contenido de esta forma puede llegar a ser muy vinculante y un buen estímulo para seguir leyendo.

NM: ¿Se ha establecido algún tipo de filtro a la hora de incorporar las aportaciones poéticas de los usuarios a la aplicación?

G: En principio no hay filtros en los poemas de usuario, pero si nosotros o algún lector encuentra poemas ofensivos o que sean una copia literal de otros autores, los eliminamos.

NM: La traducción de un poema a otra lengua supone todo un reto para el que se enfrenta a ello, ¿cómo han superado la barrera del que dice que un traductor es un traidor del verso?

G: Tanto Catherine como Jenaro han traducido personalmente varios de los poemas presentes en la app. No somos traductores y gracias a ellos hoy disfrutamos de poetas persas del siglo VIII como si estuvieran vivos. La labor de traducción de poesía es compleja, y desde nuestro punto de vista, no lo suficientemente valorada. En Poetika hemos querido citar a los traductores para aportar nuestro granito de arena en su reconocimiento. 

NM: Poetika es una app que huele a inspiración callejera, ¿qué poema le inspiraría tomar una cerveza en una terraza? ¿Y un amanecer después de una noche intensa?

G: Más que lo callejero, la principal inspiración de Poetika son lo emocional y lo contextual.

En cuanto a tu petición, hay un poema del nicaragüense Ernesto Cardenal que satisface en pocas líneas tus dos demandas. Se titula Como latas de cerveza vacías y colillas, y son unos versos perfectos para leer de vuelta a casa tras una noche de fiesta.

Como latas de cerveza vacías y colillas
de cigarrillos apagados, han sido mis días.
Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como los automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y música de radios…
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de los radios que pasaron de moda.
Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas. Boletos rotos,
y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.

Foto (cc): Pepeltenso