Se dice de Carlos Bardem que no necesita presentaciones. Hermano del oscarizado Javier Bardem, cuenta con un recorrido de cine y opta a varias candidaturas en los próximos Premios Goya. Estuvo presentando Diamantes negros de Miguel Alcantud en los Cines Princesa (Madrid) junto al equipo de la película.
Ganadora del Premio del Público en la Sección Oficial del 16º Festival de Málaga, y estrenada recientemente, Diamantes negros se inspira en historias de chicos africanos menores de edad que fueron traídos por agentes u ojeadores para jugar al fútbol y que ni juegan, ni han podido volver. Carlos Bardem interpreta a un ojeador sin escrúpulos que no duda en realizar todo tipo de malversaciones con tal de llegar a su fin.
Contundente y valiente, Carlos, evoca para Nokton Magazine su recorrido: el proceso de trabajo en Diamantes Negros y lo que significó para él, rememora anteriores trabajos, nos habla de futuros proyectos, de su faceta de escritor y de sus preocupaciones como ciudadano.
Recogemos sus declaraciones durante la rueda de prenda y posterior entrevista realizada en tándem junto con F.J. Guerrero, periodista y director de cine.
Durante la rueda de prensa contó que no tuvo oportunidad de hablar con ningún ojeador, aunque sí tuvo la suerte de que el personaje estaba muy bien escrito. «Mi interés no era hacer una representación fidedigna de un tipo de representante del fútbol. Lo que este hombre representa, más bien, una amenaza, es una metáfora del poder, del emprendedor». Como bien se puede observar en el film, el personaje de Carlos es el de un señor que busca espacios de rentabilidad en el negocio del fútbol y que se aprovecha de la desigualdad. «Lo que si me impresionó a la hora de preparar el personaje fue descubrir la enorme cantidad de puntos en común que tiene con el mundo de la trata de blancas. Cómo hay gente que se dedica a rentabilizar la miseria y la desesperación». Lo del diamante negro, explicó, viene a ser como la fama «pero no deja de ser gente que se dedica a estafar a otra que quiere escapar de la miseria. Si le sale bien se topan con un diamante negro». También insitió en que al final, casi ninguna de esas oportunidades llegan a su fin y que «lo que queda es gente abandonada, muñecos rotos, gente estafada, gente a la que se cobra miles de euros en aldeas de África a cambio de una mentira, una estafa, una ilusión que no tiene ninguna base real».
Nokton Magazine: ¿Cómo surge tu interés hacia este proyecto?
Carlos Bardem: Me hicieron una propuesta para leer este guión. No conocía a Carlos (productor) ni a Miguel (director), la verdad. Me sorprendió mucho el guión, me gustó mucho. Pienso que, de vez en cuando, los actores debemos permitirnos el lujo o el placer, siempre que podamos, de trabajar en proyectos que nos conmuevan. Entiendo que el cine es entretenimiento, pero a mí, el cine que más me interesa es el de cultura, el que retrata una realidad, la señala con el dedo, la muestra y la pone ahí para que, el que vea la película, la juzgue y se modifique en función. A todos nos gustaría creer que esta película servirá para que alguien reflexione sobre esto. Por lo menos, que se adopte una postura crítica o se tomen soluciones a este problema tan tremendo que se retrata.
NM: Tienes una implicación muy fuerte en la vida cultural y social como actor. Estás muy presente en las manifestaciones. ¿Esto lo ves como un derecho, una obligación o una necesidad de denunciar todo lo que está pasando?
CB: Creo que es un derecho irrenunciable, aunque nos quieran convencer de que está de más hacerlo. Vamos a ver: yo no soy mi trabajo. Yo no soy un actor. Yo soy un ciudadano que trabaja de actor o que a veces trabaja de escritor. Pero a mí me importa, mucho más que el cine y mucho más que mi trabajo, el país y el mundo en el que vivo. La sociedad donde se desarrolla mi existencia y la de la gente que me importa. A partir de esto, creo que es un derecho irrenunciable de todo ciudadano manifestarse y protestar contra lo que crean que es injusto. Ahora nos lo quieren restringir. A mí a veces me dicen: “esto te perjudicará profesionalmente”. Supongo que sí. Pero a mí me interesa mucho más el Carlos Bardem ciudadano que el Carlos Bardem actor. A mí. Me interesa ejercer mis derechos siempre que pueda. Creo que eso no es lujo: es una obligación, un derecho. Es algo en lo que no podemos ni debemos renunciar.
NM: Dentro de tus terrenos puramente interpretativos hemos visto que, en los últimos años, has elegido personajes muy diferentes entre ellos. En Solo quiero caminar, Celda 211 y Alacrán Enamorado. Incluso llegando a cambiar el acento, el idioma, la nacionalidad. ¿Esto es algo concienzudo para no encasillarte a ti mismo?
CB: No, esto es que uno hace lo que le ofrecen. (Risas) La madre de la madre de mi madre ya era actriz, y en mi casa, de pequeñitos, aprendimos un dicho: dios mío, que lo que me ofrezcan sea bueno porque si es malo, lo voy a hacer igual. Los actores tenemos que trabajar para vivir. Esas campañas que nos hacen, donde dicen que somos todos unos subvencionados y que vivimos del cuento, son falsas. Es un colectivo y una profesión, por definición, inestable. Trabajador por cuenta ajena con un nivel de ocupación muy precario, y cuando te llegan proyectos intentas emocionarte con todo lo que te venga y hacerlo. En mi caso, como es lógico, necesito trabajar para vivir, como todo el mundo.
Tengo la suerte de tener una cara que es muy peculiar y parece ser que sirve para interpretar a todo tipo de latinos y latinoamericanos, y tengo cierta facilidad para trabajar otros acentos que no son el mío. Poco a poco, me han ido llegando proyectos de Latinoamérica, o en inglés, o proyectos americanos. Mi carrera, no por una decisión concienzuda, pero es lo que ha pasado, me ha ido llevando hacia allá. Ahora tengo por estrenar varias películas: una es mexicana; otras dos películas son en inglés: una con Benicio del Toro y Josh Hutcherson (Paradise Lost); otra con Stephen Dorff, David Strathairn y Alberto Ammann, que la rodamos en Perú (Oliver’s Deal).
Cada vez me llegan más cosas de allí y me alegro, me congratulo de ello porque, evidentemente, el panorama laboral aquí es muy complicado. Pero no se debe a una especial visión o inteligencia, ha venido dado así. He tenido la suerte, en concreto en el cine mexicano, de participar en películas que creo que están entre las mejores del cine mexicano de los últimos 10 o 15 años: La zona, Días de gracia, Gónzalez, que me ha servido para que me dieran, en el último festival de Morelia, el premio al Mejor Actor. Cine muy potente el que se hace en México.
NM: ¿Estás satisfecho con el recorrido de Alacrán Enamorado?
CB: Me hubiera gustado que hubiera funcionado mejor en taquilla, pero creo que es una película que tiene una vida muy larga. Es una película que le gusta a la gente que la ve y está funcionando bien a nivel de ventas internacionales. Funcionó muy bien en la plataforma de descargas legal. Creo que es una película que va a seguir viva y va a seguir dando alegrías. Luego, para mí, independientemente de todo eso, es una película que me ha dado muchas satisfacciones como actor. Es el papel más bonito que he interpretado nunca. Esto muy satisfecho de ese trabajo, no solo del mío sino del de todos en esta película, con un nivel interpretativo muy alto. Es una muy buena historia, así que creo que seguirá dando alegrías.
NM: ¿Has pensado extender tu carrera como novelista?
CB: Sí. Yo siempre tengo una cosa empezada. Lo que pasa es que soy muy asistemático: soy incapaz de escribir con una disciplina todos los días. Lo empiezo, lo dejo, lo vuelvo a retomar. Sé cuándo empiezo una novela pero nunca cuándo la acabo. Se me van cruzando cosas por en medio, rodajes. Ahora estoy adaptando una novela mía: Buziana o el peso del alma, una historia sobre unos años en los que viví en Brasil y un lugar que conocí. La estoy adaptando con Everardo Gout, que es un director mexicano con el que trabajé en Días de gracia, para rodarla en inglés y que sea un proyecto internacional potente. En eso estoy ahora, con este trabajo de guión.
NM: Si pudieras pedir tres deseos al cine, ¿cuáles serían?
CB: Trabajo, trabajo y trabajo. No tengo más deseos. Cualquier otro deseo es consecuencia del trabajo.
httpv://www.youtube.com/watch?v=nxYsDUvolgI