Imaginemos entrar en un cuadro, no en uno cualquiera, en una de las enmudecedoras obras del ‘pintor de pintores’. O mejor aún, viajar en el tiempo, ser testigos de la creación, conocer al maestro. Encima de un escenario todo es posible, la vida congenia con el arte y el arte proyecta los claroscuros de la vida, como hiciera en el siglo XVII el pincel de Diego Velázquez.
Él, Maese Diego, está a punto de entrar en escena. Lo presagian los grandes lienzos que aquí y allá invaden el espacio, los materiales y ornamentos de pintura, el telón rojo abierto sobre el fondo, los cristales cegados… ese espacio meta-pictórico donde se obrará el milagro del nacimiento de La Venus del espejo, inspiración de la elocuente escenografía.
Pero, ¿dónde está la musa? ¿Quién es la elegida? Antes incluso de que aparezca el genio por las escaleras de su habitáculo de trabajo, las quejas injuriosas de una dama embravecida y las réplicas de su particular lacayo descienden veloces entre el público hasta poner el pie sobre el que se nos antoja un templo del arte. María Inés Calderón alias ‘La Calderona’, fielmente guardada por el pícaro Lucio, acude por deseo del monarca al taller del pintor de la Corte para ser retratada. En el primer encuentro sonarán metales de batalla. Nada a continuación tendrá desperdicio. Aquí comienza la comedia y cuando concluya, la mentira, el deseo, las intrigas, el amor, la sombra de Felipe IV y hasta la Santa Inquisición se habrán congregado en la Sala Guirau del Teatro Fernán Gómez para trasladarnos al Siglo de Oro, época de esplendor decadente, de Barroco sublime, de inmundicia moral y social.
La puta enamorada, premio Max Aub al mejor texto en los Premis de les Arts Esceniques de la Generalitat Valenciana en 1999, nació de la inventiva del dramaturgo Chema Cardeña hace tres lustros. El libreto se inspira en uno de los personajes menos conocidos de los retratados por Velázquez, ‘La calderona’, popular actriz y amante muy considerada por el rey Felipe IV. Se trataba de una personalidad indómita y poco dada a la prudencia servil, un soplo de libertad y determinación en un contexto donde las féminas eran sólo moneda de cambio y la libertad de expresión un espejismo. “Es una mujer de carácter y al mismo tiempo sensible. Comienza con fuerza y decisión, pero esa fachada se quiebra cuando las emociones entran en juego” explica Eva Marciel, la artífice de encarnar a tal fuerza de la naturaleza.
Si existió una relación estrecha con Velázquez, algo que debido a la corona hubiera sido imposible hacer público, no ha quedado rastro en ninguna crónica o misiva. Escasos datos se tienen sobre María Inés Calderón y poco se conoce acerca del capítulo personal de la vida de Don Diego, pero la ficción, como decíamos, representa el mundo de las posibilidades, en este caso, de un sentimiento platónico. “Cuando mi personaje la conoce encuentra algo que nunca había visto, una mujer arrolladora, bella en todos los sentidos y con una luz que ni en sus mejores cuadros logró plasmar – explica el actor Federico Aguado, Velázquez en la obra -. Esa luz que había perdido tras tantos años bajo el yugo real, rodeado de pose y falsedades, la recupera gracias a la frescura de María”. En este conflicto de enamoramientos y juegos de poder entra Lucio, interpretado por el actor Javier Collado, transformando la situación en un triángulo de enredos y verdades a medias.
Recuperada por el director Jesús Castejón y Salvador Collado, coproductor del montaje junto al Teatro Calderón de Valladolid, La puta enamorada enfila su última semana en la capital para reanudar la gira que desde hace un año les ha conducido por toda la geografía española. Los protagonistas explican que la magia se aviva, después de más de cincuenta representaciones, en “los matices y los distintos colores» con los que tropiezan según aumenta el vínculo con sus personajes. Eva Marciel señala que se trata de una de las funciones “más vivas” en las que ha trabajado nunca por “la riqueza y belleza del texto y la buena química” que existe entre compañeros. “Nunca había deseado tanto la continuidad de una obra como en este caso”; a lo que Aguado añade que, como en la realidad, “se necesita mucho tiempo para conocer realmente a una persona”. Con “esa persona” se refiere a Don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, el ‘Pintor de la luz’, que en el tenebrismo iluminado del escenario vuelve a respirar pasión y alumbramiento. La puta enamorada es desde su origen un homenaje a la etapa baluarte de la cultura artística española y en especial una mirada ágil, emocionante e inspirada sobre el Teatro del Siglo de Oro desde la contemporaneidad. El arte imita a la vida, la vida imita al arte y nos devuelve su reflejo.
Podéis ver La puta enamorada hasta el 1 de febrero, de martes a sábado a las 20h., y los domingos a las 19h., en la Sala Guirau del Teatro Fernán Gómez de Madrid. El precio de la función son 19€, menos los martes y miércoles (16€). Existen descuentos para grupos, jubilados, parados, propietarios del Carnet de la Red de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid o el carnet joven.
Fotos: Euroescena.