El espejo nos devuelve una imagen que solemos reconocer. Somos, hasta cierto punto, conscientes de cómo nos percibe el mundo, y así todo parece estar bajo control. La psique humana camuflada en una amalgama de gestos entre los que no todo el mundo es capaz de leer. Sobre esta complejidad del retrato psicológico indaga el artista Jonathan Notario en su recién publicado libro Retratos de interior. En él 25 personas exponen algo más que un gesto metódico o una sonrisa ensayada; sus retratos, de la mano de Notario, son una entrada a lo que pasa dentro de ellos, a sus recuerdos y su memoria. De este estudio de interior y de la llave mágica encerrada en el libro hemos hablado con su autor.
Nokton Magazine: Retratos de interior lo conforman veinticinco personas, ¿quiénes son y por qué han participado en tu proyecto? ¿Había algún requisito para ser retratado e incluido?
Jonathan Notario: La mayoría son conocidos con los cuales he tenido algún tipo de relación, aunque solo haya sido a través de redes sociales. El requisito era tener un rostro único, que no se pareciera en nada al de los otros veinticuatro, porque mi intención era crear una galería de personajes muy diversos, tratados como si de actores de una película se tratara, cada uno con su personalidad y estilo propio.
NM: En el libro, otras personas, las que retratas, hablan de la memoria, el paso del tiempo y la nostalgia. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? ¿Por qué te ha parecido importante tratar estos temas?
JN: Por alguna razón, muchas personas de mi generación tienen un sentimiento nostálgico de tiempos anteriores, quizá porque en estos últimos 30 años el mundo ha experimentado cambios muy radicales, en cuanto a aspectos tecnológicos y políticos, y los adultos de ahora se tienen que enfrentar a un mundo que no es el que les habían prometido cuando eran unos niños, por eso creo que hay una tendencia a añorar el pasado, ahora más que nunca. El proyecto pretende ser una investigación personal en el retrato. Somos nuestras vivencias, las experiencias forman parte del pasado, de la memoria, y construimos el futuro a partir de ellas, por eso creo que es importante tratar ese tema si quiero hacer una investigación coherente en cuanto al retrato se refiere.
NM: Parece que has querido alejarte un poco de los ‘juegos’ que comparten muchos de tus trabajos, la mayoría cargados de una cierta ironía o de una mirada algo cínica de la sociedad. ¿Solo lo parece?
JN: No lo he pretendido, pero mi forma de crear no viene determinada por esos parámetros sino que adapto el estilo según las necesidades del proyecto. Está claro que un proyecto así debía ser algo más serio, ya que son ellos los que hablan, no yo; no podía interponerme en eso, y he dejado que todo salga de la forma más natural y menos forzada posible, sin ninguna necesidad de llamar la atención ya que se trata de un proyecto sobre la introspección y el mirar hacia dentro. Tenía que estar tratado con mucha más calma que otros proyectos anteriores que he realizado. Pero que no haya humor jocoso como en otras obras mías no quiere decir que no haya ironía, ya que en la propia forma de ejecutar el proyecto está bastante presente.
NM: Si Retratos de interior fuera, además de una llave mágica, una llave mágica maestra, ¿a los pensamientos ocultos de qué otras personas o personajes te gustaría poder acceder?, ¿hay alguna puerta que preferirías no abrir por lo que pudieras encontrar tras ella?
JN: Los personajes ocultan la auténtica realidad mediante un objeto y una carta, en una especie de versión analógica de Facebook, y no se muestran como son sino como quieren que se les vea, de ahí el carácter teatral y escenográfico de la propuesta. Quizá sea mejor así, a veces la auténtica verdad es mucho menos interesante y es mejor que se intuya algo, aunque tú lo completes con tu imaginación o inventiva, a que te lo muestren todo de golpe y se rompa toda la magia.
NM: Los retratos que acompañan las ‘revelaciones’ de los retratados tienen, como tú mismo dices, «una estética pop y kitsch«. ¿Cómo se complementan estilo y fondo en esta obra?
JN: Lo más interesante para mí era hacer algo muy humano y cercano que se alejara de lo digital y la frialdad. Por eso utilicé elementos del pasado, como el libro, la madera, la artesanía o la escritura manual, que tienen esa calidez que no tiene lo digital. El aire pop y kitch estaría en la forma de unificar todos esos elementos creando una especie de caja – cápsula de tiempo – retrato – carta.
En la exposición de los originales se pueden ver las diferencias de tamaño entre unos y otros, en escala gradual, debido a que realicé los retratos según el objeto que me daban, y no al contrario como sería lo habitual. De esta forma unos son muy grandes (estuche, mono de peluche…) y otro son más pequeños (llavero, púa de guitarra…). En el libro utilicé otras lógicas adaptándome a ese formato, como el hecho de dividir la carta en una secuencia de tres páginas a lo largo de la cual se va abriendo el retrato – caja: cerrado – medio abierto – abierto del todo. O el hecho de difuminar los bordes de los retratos para asemejarlos a la ilustración de cuentos clásica y transformar las cartas en narraciones ficcionalizadas mediante títulos extraídos del propio texto.
NM: Como el resto de tus obras, este libro ha sido pensado también para su instalación en sala. Es muy interesante, por cierto, que nos hagas partícipes de esta parte de tu trabajo: Retratos de interior (el montaje).
JN: A veces las obras están sujetas a modificaciones, no pienso en ellas como algo definitivo sino como algo que puede acabar cambiando con el tiempo, incluso saltándome mis propias normas iniciales. Me adapto al medio en el que trabajo, y pienso en cómo funciona la obra en ese medio. No es lo mismo un libro, que una exposición física, que un vídeo. Los mismos elementos deben ser tratados de formas diferentes y lo que funciona en un medio no necesariamente funciona en otro.
