Patroclo, aquel que aún ama

En mitad de tanto fuego.
En mitad de tanto fuego.

A veces, desmemoriados, creemos que el amor pertenece a un tiempo, cuando de deberse a una constante, traicionaría su naturaleza, libre de la órbita de la esfera… de dogmatismos. Una vez un hombre, hijo de Rey, de nombre maltrecho en una tierra de mitos y Dioses, entregó su corazón en llamas a un semidiós de admirables gestas. Con su nombre en los labios, asido a un último aliento, el amante pronunció sordamente: ‘Aquiles’.

Inspirándose en La Ilíada de Homero y otros textos, Alberto Conejero -dramaturgo asiduo al pasado con ánimo de revelar claves del presente- despierta de entre los muertos, o de entre los caídos en los fértiles influjos de Afrodita, a Patroclo. Amante, amigo, héroe trágico. Hombre que amó y deseó a otro hombre. “No estoy aquí para contar la guerra de Troya”, advierte al inicio del soliloquio.

La desnudez del escenario, la oscuridad rasgada por la luz del foco, se abre en canal a la palabra, a la poética de carnalidad abrasiva, cimbreante, que Rubén de Eguía degluta con la urgencia y estoicismo de un desterrado hambriento. En este limbo en el que todavía arden las brasas de la ciudad de Paris, Patroclo reclama al amado, lo evoca en su relato. Desarmado, ruega a los Dioses su vuelta.  

Pero Aquiles, tal como él y todos los que aquel día blandieron su espada, es una presencia ausente. Patroclo murió a manos de Héctor; Héctor, a manos de Aquiles y Aquiles cumplió su profecía y recibió muerte por una flecha en el talón. Nadie sale indemne de la guerra. Conejero lo subraya en boca de su protagonista. Troya es Ucrania, Gaza, Líbano… Y en mitad de tanto fuego, aún nos queda la esperanza, el amor como credo.

En mitad de tanto fuego’ se representó del 25 de enero al 4 de febrero de 2024 en Teatros del Canal (Madrid).