¿Quién no se ha sentido atacado o perseguido a ritmo de burlas e insultos? Y ¿quién no se ha reído del que se sale de la norma arrastrado por el poder de las masas? Todos en mayor o menor medida hemos sido los raros, los diferentes y, a su vez, los que por conmoción social o puro morbo buscan alguna cabeza de turco. Tras el exito de su debut Danzad malditos, Malditos Compañía nos sorprende ahora con una nueva obra, Escenas de caza, (en el Pavón Teatro Kamikaze hasta el 18 de febrero). En ella se reflexiona, a través de la locura colectiva contra un chivo expiatorio, sobre la dualidad intrínseca del ser humano entre víctimas y verdugos.
El director de la compañía, Alberto Velasco, y la actriz María Pizarro han hablado con Nokton Magazine acerca de su actual colaboración y, también, sobre cine, linchamientos, y teatro.
El encuentro
“Fui a ver Danzad malditos de Malditos Compañía en Matadero y me quedé tan flipada que me dije que me encantaría currar con ellos”, comenta la joven actriz María Pizarro. Sus deseos se cumplieron. Tras varios cursos como alumna de Alberto Velasco, se atrevió a mandarle un audio. “Alberto, no sé cómo hacerlo pero quiero trabajar contigo, como si es llevándote los cafés” (risas). Poco después Alberto le propuso un papel en su nueva obra, el de `La Idiota´, centro de «muchas burlas y vejaciones» y que, a pesar de su apodo, «es el personaje más lúcido de todo el espectáculo». La sorpresa aún le dura y no es para menos, ya que, tras su formación en la Escuela Nave73 con la compañía Grumelot y algunos pinitos en el mundo teatral, este ha sido su reto más profesional hasta la fecha.
El cine
Danzad malditos estaba inspirada en la conocida película de Sidney Pollack, They Shoot Horses, Don’t They?. Mientras, Escenas de caza bebe de una joya casi desconocida de la cinefilia alemana, Escenas de caza de la baja Baviera de Peter Fleischmann. En el film de Fleischmann, basado en una obra de teatro de Martin Sperr, los zapatos de baile de la película de Pollack se transforman en las feroces zarpas de una jauría humana que ha puesto sus enfurecidos ojos y sus viperinas críticas en un hombre, Abramm, debido a su homosexualidad.
“Como grupo pensábamos que era buena idea hacer de nuevo algo sobre una película y pensamos en El Ángel Exterminador”, nos cuenta Velasco. Pero, en mitad del proceso descubrieron que Blanca Portillo se les había adelantado y tuvieron que abortar la misión. Fue entonces cuando, en plena crisis, Alberto se acordó del artículo de la web cultural El asombrario sobre el film de Fleischmann. “Sentí la necesidad de contar esa historia…a todos nos tocaba de alguna manera”.
Para Pizarro la película de Fleischmann fue todo un descubrimiento, “me gustó y me ayudó mucho”. Además, la cinta le trajo numerosas referencias a otras películas como la danesa La Caza o Dogville de Lars von Trier. A estas añadimos La jauría humana de Arthur Penn y la maravillosa M. el vampiro de Dusseldorf de Fritz Lang, entre otras.
Después del baile
Enfrentarse a un nuevo proyecto tras el éxito de Danzad malditos (Max al mejor espectáculo revelación del 2016) le ha acarreado “muchos nervios” a la compañía. “Escenas de caza tiene personalidad propia, no tiene nada que ver, aunque entiendo que a los que les haya gustado la primera pueda no gustarles esta”. Pizarro lo secunda, “se ha tendido a comparar mucho la una con la otra pero Escenas de caza va por otros derroteros”, apunta Pizarro. Ya no sólo en que la danza no está tan presente como en la primera, sino también en el uso del texto que «se ha puesto muy en el centro de la propuesta”.
Tándem dramaturgia-dirección
A pesar de lo que puedan indicar sus apellidos (Alberto y María Velasco), director y dramaturga no son hermanos, pero parece que su tándem funciona. “Los Velascos son maravillosos…están a la par, se retroalimentan“. Sobre María, Pizarro afirma que lo que más le gusta de ella es su forma flexible de trabajar, “siempre ha estado muy abierta a modificar texto o a quitarlo para ir a favor de lo que la obra contaba”. Algo a lo que sin duda se ha tenido que acostumbrar pues, como nos confiesa Alberto, desde el estreno en el Teatro Pavón Kamikaze el pasado 8 de febrero, se han quitado ya 5 escenas. “Dirigir es decidir…he tenido que decir que no a cosas hermosas pero que despistaban al público… hay obras que hablan por sí solas, tienes que aprender a escuchar, a usar un sexto sentido”.
Homo homini lupus
Malditos Compañía deja en Escenas de caza bien subrayada la locución latina Homo homini lupus. Y es que como bien se dice en la obra “caminamos pisando cabezas”. Lo peligroso de los linchamientos es que “la culpa individual se desvanece en el colectivo”, señala Pizarro. Por eso, no es casual que el único personaje con nombre propio de la obra sea el protagonista, Julio. “Le damos la dignidad al perseguido de tener el nombre», mientras tanto la masa se sigue escondiendo.
El cuerpo, el reto
A Alberto Velasco, como creador, le interesa ponerse en los límites «es así como llego a los intérpretes…cuando rompen la barrera del cansancio empiezan a salir cosas interesantes”. Escenas de caza no es tan exigente fisicamente como su primera obra, pero “el nivel de tensión que tienen que conseguir y mantener los actores es muy grande, como un maratón”. Pizarro lo corrobora, admitiendo que a pesar de los retos físicos y psicológicos, con Alberto se trabaja “desde la facilidad y el amor”.
Un maravilloso estercolero
Pizarro afirma que trabajan «es un estercolero» literal (risas). Esto se debe a que la escenografía la conforman bolsas de basura. Una genialidad de Alessio Meloni que la ayuda a meterse en el papel. «Me agobia, me hace sentir que como actriz estoy en la mierda» (risas). Y la compara con una instalación artística, “podrías quedarte mirándola durante horas”. A esta peculiar escenografía hay que sumarle el vestuario, el sonido y la iluminación, muy elogiados por los críticos y que son un plus para el espectáculo.