La cultura de la dieta y los estándares de belleza imposibles no son nada nuevo, llevan arraigados entre nosotros desde hace siglos. Por ejemplo La Venus de Wilendorf ya era un canon de belleza irreal para las mujeres de esa época. Se exageraron las cualidades de la figura de la mujer en áreas concretas asociadas a reproducción sexual, porque en ese momento la fertilidad y la reproducción era lo ideal. Esta cultura no solo se ha convertido en una opresión estética sino también en una serie de intereses económicos a través de dietas, productos para adelgazar, etc. Al final, se trata de una moda tras otra, movida por conflictos de intereses que se aprovecha de la vulnerabilidad de la sociedad, haciendo siempre énfasis en la mujer.
Las nutricionistas se han puesto las pilas en este aspecto y son muchas las divulgadoras que crean contenido para difundir la realidad en la que vivimos, retándonos a no ser partícipes ni dejarnos arrastrar por ella. De esta manera encontramos a las dietistas de Esto es nutrición (Stefy Fernández y Victoria Lozada), quienes proponen desde un punto de vista saludable huir de las dietas restrictivas, tirar tu báscula por la ventana e intentar escuchar y aprender un poco de nuestro cuerpo porque cada persona es diferente y lo que ves que le funciona a una, quizá a otra no le vaya bien, cada cuerpo es distinto y demonizar alimentos o comidas solo crea más frustración en cuanto a la forma que tenemos de alimentarnos y de tratar de lidiar con nuestros cuerpos.
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La premisa es clara, las dietas fracasan sin distinción entre ellas porque no podemos prolongarlas en el tiempo, restringen grupos de alimentos y nos hacen estar hambrientos pensando en qué nos comeríamos si no estuviéramos a dieta. A largo plazo para esa persona es un bucle, ya que estás en una rueda de entrar y salir de la dieta sin ver los resultados esperados, es decir, la pérdida de peso mantenida en el tiempo. Por ello, la «anti-cultura de la dieta» nos permite ver las cosas desde otra perspectiva que no es otra que la de tomar hábitos saludables que sí puedan ser acomodados a nuestras necesidades y adaptados a nuestro modo de vida: aprender a cocinar alimentos, hacer ejercicio porque nos apetece y no por obligación o disfrutar de esa pizza que hemos hecho nosotros mismos por el simple placer de poder comer algo casero y sabroso.
Hackear a nuestro cerebro no es tarea sencilla, sobre todo porque la mayoría llevamos un «policía de la comida», desde Esto es nutrición nos dicen: «Nuestro consejo, es que anotes en algún lugar, o inclusive prestes atención a la policía de la comida que llevas en ti, que no son más que las reglas de la dieta alojadas en lo profundo de tu cerebro que controlan tus elecciones de comida y juzgan todo lo que comes (o no comes). Y es que despedir a la policía de la comida te permite elegir la comida en base a la salud y la satisfacción, en lugar de las reglas de la dieta o la privación.»
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