Leer a Margaryta Yakovenko (Ucrania, 1992) es conocer una realidad que a veces se nos escapa, la de todas esas personas que han tenido que emigrar de su país en busca de un futuro mejor, de unas condiciones de trabajo dignas, de una prosperidad para sus hijos que no veían que fuera posible en su ciudad natal… Tantas historias como personas, pero que orbitan en una misma verdad: la de quien lo deja todo y se lanza sin lazos y sin redes de ayuda a miles de kilómetros de lo que se conoce por «hogar».
Yakovenko ha descrito en Desencajada (Caballo de Troya, 2020) lo que supone el desarraigo, ser hija de inmigrantes y crecer en un país que no es el tuyo pero que a pesar de todo sí lo sientes como tal. Las clases sociales, el tener que demostrar que vales porque tus padres lo han dejado todo para darte a ti un futuro mejor que el que suponían quedándose en su país… Esta novela trata todos estos temas y lo hace con el hilo conductor de la vida de la protagonista, desde que deja su ciudad en Ucrania hasta que llega a un pueblo de la costa de Murcia.
Hablamos con la autora sobre lo que orbita alrededor de su primera novela:
Nokton Magazine: Contaste en tu cuenta de Instagram que los editores de Caballo de Troya estaban en busca de manuscritos para publicar y te habían preguntado si tenías algo entre manos. ¿Cómo se fraguó esta novela?
Margarita Yakovenko: La idea del libro la tuve en la cabeza durante tres o cuatro años, sabía que quería escribir sobre este tema y fue algo que se construyó desde cero. Ellos, los editores Antonio J. Rodríguez y Luna Miguel, me preguntaron ya que habían pensado en mí. Lo que no sabía yo es que iba a poder ordenar mis ideas y escribirlo en tan poco tiempo. En este aspecto he tenido mucha suerte porque cuando escribes algo y no sabes si se va a publicar o no produce mucho vértigo y pierdes mucha fe en ello.
NM: ¿Qué parte tiene de ficción y de real esta novela?
MK: La novela en sí y la estructura que le quería dar fue surgiendo de manera muy orgánica a la hora de escribir, no decidí qué vivencias merecían estar y cuáles no, no estaba premeditado. También quise incluir más voces dentro de la novela que unificaran el relato de la protagonista para que la historia fuese más universal, historias de otras personas que he podido conocer o que me han contado.
NM: Podemos decir que el desarraigo lo conoces bien.
MK: Hay momentos en los que te sientes fuera de lugar porque tu familia no está allí, ese vacío que a veces se llena con horas interminables de trabajo y solo queda el sentimiento de sobrevivir. 21 años después de haber llegado a España aprendes, te auto-educas, piensas que puedes construir tu nueva historia.
Decían que «Los niños huérfanos que se hacían adultos llegaban sin vicios», al migrante le pasa algo parecido, es triste, pero real.
NM: ¿Has visitado Ucrania últimamente?
MK: Yo no he perdido los lazos con mi familia ucraniana, he hecho visitas cada verano, mantengo el contacto. No es como en la novela.
NM: Contaba otra autora de Caballo de Troya, Dara Scully, que escribir no le había supuesto apenas beneficio económico. Me parece que está bien que se conozcan estas cosas porque tendemos a idealizar la figura del escritorx, ¿cómo ha sido en tu caso?
MK: Tú ya tienes tu trabajo, en mi caso de periodista y escribir te quita tiempo y no está bien remunerado. Al final se paga bien a un 3% de lxs que publican y al resto que les den. Es algo absolutamente vocacional porque te estás dedicando a algo por amor al arte. Ojalá se idealizase menos y a la misma vez pienso en las rutinas que cuentan algunos escritores que solo se dedican a eso y me da cierta envidia.
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NM: La vuelta al pasado y el rememorar la infancia pueden hacer que sanen ciertas heridas, ¿lo planteaste desde este punto de vista para el libro?
MK: Lo planteé un poco como ir a terapia, casi todos los psicólogos que he visitado querían recurrir a mi infancia. En el caso de la protagonista del libro, tiene muchos traumas que superar.
Yo dejé de ir a terapia porque no veía que avanzáramos, al final el libro me ha servido para ello.
NM: ¿Puede el camino forjar a alguien como dices en la novela?
MK: Nos acaba por forjar a todos, las vivencias, la forma en la que aceptamos cómo llegan las cosas, cómo transcurren los años, las decisiones o no que tomamos… Es un camino que todos estamos viviendo y al final mucha gente está lejos de su familia aunque sea en el mismo país y tenemos que crear otras redes de apoyos.
NM: ¿Ha tenido algo de «especial» publicar tu primer libro en plena pandemia?
MK: Me parece una experiencia incompleta, no ha habido presentación, no puedes firmar ejemplares, no ves a los lectores más allá del calor virtual… Las ventas en general están sufriendo mucho, no estamos tampoco como para leer mucho, si has sufrido alguna pérdida, si tienes a alguien enfermo… son momentos difíciles.
Al final en España no se lee tanto como creemos.
Yo me doy cuenta muchas veces que gracias, o a pesar de las redes sociales, vivimos un poco en una burbuja, pero al salir de ella nadie conoce ese libro del que crees que todo el mundo habla.
NM: ¿De qué manera te ayudó tu ‘Diario de cuarentena’ que escribiste en Instagram durante el confinamiento?
MK: Me ayudó mucho para la rutina, para escribir el libro y teletrabajar. Al pasar el confinamiento totalmente sola me ayudaba el proceso de buscar fotos, hacer el texto y recibir comentarios y mensajes de la gente que estaba como yo, que me contaran sus experiencias ayudaba. Ahora la vida tal y como la conocíamos ha pasado a ser otra cosa y las interacciones reales han quedado muy mermadas.
NM: ¿Hay racismo institucional en España? Cuéntanos tu caso.
MK: El problema es que tenemos una Ley de Extranjería bastante anticuada, no se corresponde con la realidad del país.
Un permiso temporal te vale un año, para pedir la nacionalidad hay que esperar diez años, como en mi caso, pero solo cuentan los años si has estado de manera legal.
Mi hermano nació en España, le dieron permiso de residencia y pasaporte en España, pero no le dieron la nacionalidad hasta hace un año (tiene 15) y con esto el estado te dice que no eres de aquí. Son gestos hostiles.
NM: ¿Futuros proyectos?
MK: Estoy escribiendo algo, pero de forma totalmente libre. No tener nada detrás me da libertad. Ya veremos si se materializa.