Carlota Pereda inició el rodaje de su segundo filme solo una semana después de presentar Cerdita, su aplaudida ópera prima, en el Festival de Sitges. El proyecto le había llegado durante la Pandemia. La productora Laura Fernández (Filmax), interesada en trabajar con ella tras ver sus cortos, le hizo llegar un guión de corte fantástico. La historia, protagonizada por un médium irlandés, se inspiraba libremente en las fantasmagóricas voces escuchadas en el histórico College de Edimburgo, por las que los estudiantes se acercaban a ofrendar juguetes. Una espiritista japonesa había confirmado que los lamentos pertenecían a una niña despojada de su muñeca. La directora se trajo la acción a España, el desarrollo a su terreno y así nació La ermita, cinta de corazón dramático envuelto en leyenda y aura sobrenatural.
“La historia conecta personalmente conmigo, por mi hija y por mi madre, y ese anclaje familiar hace que la trama tenga una verdad emocional”, explica la directora. En pantalla, la pequeña Emma (Maia Zaitegi) se enfrenta a una oscuridad impalpable al intentar salvar todas las barreras, físicas e incorpóreas, para contactar con el espíritu de una niña atrapada en un antiguo santuario. En su persistente deseo de aprender a hablar con el otro mundo en realidad habita el temor más humano: Perder del todo a su madre, enferma de cáncer terminal, el día que ella muera. “Me interesa mucho el fantástico llevado a algo más terrenal, hacia cosas que te pueden pasar a ti. Como las películas que me gustaban en mi infancia. ET hablaba de un extraterrestre, pero contado desde una casa en un suburbio -apunta Pereda-. A través de la visión del género con cierto elemento realista, el sentido del humor y el peso de los personajes he conseguido hacerlo mío”.
En su cruzada, Emma se aliará con Carol, una excéntrica y sarcástica médium de medio pelo interpretada por la actriz Belén Rueda (Madrid, 1965), que confiesa sentirse fascinada por estos personajes. “Ya sabes, este tipo de perfil arisco y poco sociable, del que cuando empieza la película dices ‘¡qué señora más antipática!’, pero que según avanza el metraje piensas ‘algo le ha tenido que pasar a esta mujer para ser así”, señala. Y al instante invita a no dejarse engañar por el carácter agrio y la actitud agnóstica de su alter ego cinematográfico. “Quien no muestra nunca la vulnerabilidad es alguien herido y creo que lo bonito es que el espectador, junto a cómo vamos contando la historia, logre empatizar con lo que le sucede porque todos tenemos algo pendiente de solucionar”.
Los paisajes de Navarra y del País Vasco generan una estética atmosférica en la que el folclore, la superstición y los mitos encarnan el arraigo del elemento profano en las creencias religiosas. Los hombres-pájaro (doctores de la peste) presentados por Carlota Pereda en el prólogo de la película hacen gala de esta idiosincrasia. “La iconografía del norte está asimilada en lo gótico, en lo fantástico. Vemos que estamos en un entorno en el que suceden cosas feas, pero el mundo sigue siendo bueno. Tú querrías vivir en ese pueblo, conocer a su gente. Personas que no son malas solo por el hecho de equivocarse”, reflexiona la realizadora.
En las lindes de ese paisaje mágico se encuentran los personajes de Loreto Mauleón (Donostia, 1988) y José Bengoetxea (San Sebastián, 1964). Desde el hospital, la madre de la protagonista invierte sus escasas fuerzas en proteger a su hija del irrevocable desenlace. “La muerte es bastante tabú porque conlleva asumir los miedos internos. Yo personalmente necesito hablar de ello porque creo que es bastante más sano para afrontar nuestra existencia -expresa la actriz con serenidad-. Ha sido difícil interpretar a Maider, pero me ha enseñado mucho, me ha dado consciencia de la vida”.
Jon Elorza, el policía del pueblo, intentará también resguardar a la aguerrida Emma de sus accidentadas huidas en busca de espíritus, de los riesgos de su imaginación. “Llevamos con nosotros las fábulas, constantemente lo arrastramos de nuestra cultura”, afirma el actor al hablar de la abundancia de la mitología de toda la cornisa norte. “Mi personaje no desea creer o cree, pero no quiere saber nada de algo que está ahí. Su posición acaba no valiéndole, ya no le sirve negarlo y al final cambia. De alguna manera, vence la niña”, relata Bengoetxea.
A toda heroína se le asocia un antagonista. ¿Cómo definir al villano en La ermita? “Si hay un malvado en la historia es la muerte, ese factor que recuerda a las películas de Miyazaki”, comenta la directora. Las secuencias más delicadas fueron rodadas en la etapa final del rodaje para que Maia Zaitegi, la niña que da vida a la valiente Emma, llegase más preparada en el plano emotivo y actoral, proceso en el que “Loreto (Mauleón) y Belén (Rueda) la llevaron de la mano”. En contra de lo que pueda suponerse, la secuencia más complicada de rodar no fue la última, sino la anterior en el hospital. “Para Maia era difícil, por lo que la captamos frase a frase y luego lo construimos en montaje. Ella no tenía por qué pasar un mal trago para crear ese racord emocional”.
Carlota Pereda admite que para filmar ‘género’ se ha de crear un ambiente y narrar con un tempo específico. Sin embargo, desde su punto de vista, en el cine siempre ha de primar “la aventura” y “la sensación de relato”, por lo que aguarda que el público acuda a la sala así como se hacía antaño: “No para ver una película de terror, sino para ver una película”.