John Berger: el modo en el que vemos

John Berger.
Hablamos de John Berger poniéndolo de nuevo en el mapa con una nueva edición de su obra 'Modos de ver'.

John Berger (1926-2017) fue un intelectual y escritor inglés, puntilloso y crítico en sus textos sobre arte que traspasaban lo meramente histórico o artístico. Hoy se le recupera y se le vuelve a poner en el mapa con una nueva edición del libro Ways of Seeing (Ed. Gustavo Gili, 2019) recopilando, en parte, las ideas de este programa televisivo que dirigió Berger en 1972.

Modos de ver, John Berger.

El libro nos enseña a mirar a través de distintos modos de ver, no desde una óptica única. Muestra la Hª del Arte y la perspectiva de la imagen que, hoy más que nunca invade nuestras vidas y a nosotros mismos, como no quieren que la veamos. O, simplemente, nos da otro punto de vista. Lo podemos aceptar o rechazar. Pero, al menos, no da la oportunidad de replantearnos el modo en que nos dijeron que debíamos ver, y el modo en que nos vemos.

En Los Modos de ver de John Berger no alecciona,  es precisamente lo contrario a lo que se propone. Nos quita el velo de la tradición por medio de ella, pudiendo ver con ojos nuevos y críticos el arte, como la vida, y los modos de verlos y de ver a los demás, así como también a nosotros mismos.

Berger comienza encauzando el ensayo hacia los modos de ver hablando de la perspectiva. Siendo esta la base fundamental del libro. Desde dónde miramos, qué miramos y si lo mirado nos devuelve la mirada o no, y si esto es relevante o para quién lo es. Incluso si somos nosotros los observados. Berger, en colaboración con otros autores, crea siete capítulos, de los cuales tres son solamente imágenes. Porque la verdad e importancia de la imagen habla por sí sola en este libro, “la vista llega antes que las palabras” es la esencia del ensayo, y, por otra parte, se recalca la importancia de la obra de Walter Benjamin La obra de arte en la época de su reproducción mecánica (Casimiro Libros, 2019), la cual también recomendamos.

La obra de arte en la época de su reproducción mecánica, Walter Benjamin.

El libro hace una lectura de la historia del óleo en la que se le achacan implicaciones sociales y económicas, que van más allá del material y de la técnica pictórica. El óleo comenzó en 1500 y tuvo vigencia hasta 1900. Con la llegada de la fotografía, esta se convierte hasta cierto punto en su heredera.

El texto sorprende por el modo de ver a la mujer desnuda en diferentes situaciones y diferentes épocas en los cuadros de múltiples y diversos autores. La obra de arte era un objeto que era poseído por su propietario (de gran nivel socioeconómico, no importa la época), quien solo deseaba mostrar su posesión, tanto el cuadro en sí mismo, como la escena que representaba (de todo lo cual era también poseedor). Todas las veces, la mujer formaba parte de esas posesiones. El poseedor era siempre un hombre, cuya colección artística alimentaba su ego. La relación entre propiedad y arte era enormemente estrecha. Y muchas de las escenas eran de familia, de propiedades, objetos, mujeres (mujeres-objeto) e, incluso, esclavos.

John Berger en su casa de París. Foto: El País.

El óleo es representación del tiempo presente (de lo poseído ya por el propietario), mientras que la fotografía se consagra como heredera de la pintura al óleo y vierte de futuro a la imagen, porque el consumidor-espectador no tiene algo, pero quiere tenerlo y las consecuencias de tenerlo serán satisfactorias para él. En el siglo XX las imágenes publicitarias inundaron nuestras vidas, ahora este hecho continúa en el XXI. Las imágenes publicitarias nos muestran esa felicidad a futuro con las que se nos promete ser observados con envidia por los demás si compramos. La publicidad representa la sociedad de consumo. Y de alguna manera el óleo durante cuatro siglos y la publicidad son emblema de eres lo que tienes. Parece, entonces, que no han cambiado mucho las cosas.

Berger concluye que aspectos como la sociedad capitalista y consumista, el glamour, cómo queremos que nos vean los demás y la envidia que esto suscite hacen posible que la publicidad pueda seguir siendo creíble, y que vivamos en la contradicción constante entre lo que somos y nos gustaría ser, o lo que nos venden que podría gustarnos ser desde una especie de fantasía. La imagen y los modos de ver pueden dar realmente para mucho.