Se siente, ahora se llevan los pantalones pesqueros de talle alto con tops ombligueros rollo años 70. Algunas y algunos verán nacer en si mismos la necesidad de tener justo ese modelo de turno, pero los bolsillos vacíos, la conciencia consumista en su sitio y las ganas de aprender algo nuevo en plena ebullición. Abrir el armario y darse cuenta de que no tienes justo la prenda de ropa que “necesitabas” puede ser una desgracia (problemas, claro está, de un primer mundo absurdo) o puede ser una oportunidad.
Con aquello de la moda hípster y lo de retomar hábitos anteriores abandonados, ya no solamente por nosotros mismos hace unos años, sino también casi por nuestros padres, se empezaron a poner de moda grupos de costura y de tejer. Algunos se hacían llamar, porque siempre parece que queda mejor en inglés, knitting groups cuando en realidad eran grupos de chicos y chicas que quedaban, agujas de crochet o de punto en mano y ovillo en bolso, a echar la tarde en una cafetería entre cháchara, puntos cruzados e infusiones. Y también se hizo negocio con aquello, porque los locales que se convertían en centros de reunión para los grupos que hacían calceta empezaron a subir los precios de las consumiciones, incluso a cobrar por estar.
Pero no hagamos juicios de valor sobre el aprovechamiento de la oportunidad por parte de los hosteleros. En esta ocasión vamos a fijarnos en el aspecto más lúdico y festivo, a la par que colaborativo. De un tiempo a esta parte han proliferado por algunas ciudades, también en España, espacios en los que ponen a tu disposición todo lo necesario para crear con telas y tener en el armario piezas únicas. Sin contar con el gustazo de construir y elaborar algo con nuestras propias manos…
Por las callejuelas del Barrio de las Letras, uno de los más castizos, con más historia y muy de moda en Madrid, puedes encontrar tiendas pequeñas decoradas con un gusto y una sencillez que invitan a entrar, tiendas de ultramarinos de las de toda la vida y una singular cafetería en la que por 7€ puedes tomarte un buen café y hacer uso de sus máquinas de coser, electrodoméstico que muy probablemente se encuentre desterrado de los ajuares de las casas del común de los mortales, durante una hora. Teté CaféCostura (c/ San Pedro, 7) es un espacio que transmite tranquilidad, sonrisa y luz, y además se puede encontrar casi cualquier cosa que necesites para lo que surja confeccionar, en especial unas telas japonesas llenas de colores dignas de los mejores disfraces de cosplay.
En sus inicios se centraron principalmente en la creación de figurines para teatro, pero las ganas de aprender de los que por allí pasaban y de enseñar de la dueña del establecimiento desembocaron en un espacio distinto. No hacía falta pillarse los dedos con la máquina en un pespunte para darse cuenta de que la costura tiene muchos más trucos e ideas que conocer, por eso decidieron organizar grupos para talleres en los que aprender patronaje, costura sencilla para fabricar bolsos o mochilas, costura a mano, estampación en textiles e incluso cursos de reciclaje de prendas de vestir. Al asomarse al escaparate del taller se pueden observar varias máquinas ocupadas, chicos y chicas enfrascados entre dedales, hilos de colores y telas. Puede que sea simplemente porque se ha puesto de moda, pero saber el trabajo que lleva confeccionar cualquier cosa ya le da un plus especial que, seguro, vale más de esos 7€.
Fotos de marco.arnhold /motherAWESOME y Teté CaféCostura