Ya no se habla del auge de la novela negra porque la novela negra ya está inscrita en la corriente literaria, siempre lo ha estado. El descontento social es una constante en la historia y son los detectives de ficción los encargados de analizarla, cada uno con sus métodos y sus posibilidades. Acudimos a los ‘Martes Literarios’, concretamente a la conferencia de Petros Márkaris durante su estancia en la UIMP en la que imparte el taller ‘Cómo convertirse en escritor de novela negra en cinco pasos’ y descubrimos porqué el clima determina los personajes o la extensión de una obra y porqué la cultura siempre es la salida en una situación de crisis.
Márkaris (novelista, guionista y traductor) lo tiene claro “la realidad actual ayuda al género negro a ser expresión de la propia realidad” pero el mismo género ha cambiado. Es en la década de los 80 cuando sufre la mayor transformación convirtiéndose en lo que él denomina “novela social” mientras que en los ’50 y ’60 era la resolución de un caso. Así acerca el género a las obras clásicas del s. XIX donde los delitos eran el comienzo de las novelas como, enumera, Oliver Twist o Los Miserables.
Pero no es sólo la época la que determina las peculiaridades de la novela negra, también lo hace el clima. El creador del detective Jaritos encuentra importantes diferencias dentro del género entre las obras mediterráneas y las nórdicas. Los del sur comparten el modo de investigación y el tipo de asesinato, menos brutal que en la nórdica, pero sobre todo (especialmente Calvalho y Jaritos) comparten la gastronomía. “Comer primero y después solucionar el problema” expresa Márkaris que se muestra sorprendido de cómo otros detectives pueden vivir de pizza y cerveza, “¡es una pesadilla!”. Las diferencias sociales son obvias y llegan a influir en el proceso creativo de cada escritor. Él reconoce que necesita mucha autodisciplina porque si no, con el buen tiempo, dejaría de escribir para salir a una terracita. Se reafirma en que el clima influye incluso en la extensión de las obras considerando que los centroeuropeos, “ven que llueve y dicen… pues me siento a escribir 50 páginas más”.
Si hablamos de novela social es imprescindible atender a la actualidad; Márkaris se considera pesimista. Al contrario que en una investigación policial, donde cada pieza lleva a un nuevo descubrimiento hasta alcanzar la resolución, la crisis toma otro camino “hagamos lo que hagamos las cosas no hacen más que empeorar”. Su reflexión deja clara la raíz del problema, Europa se ha creado empezando por un mercado común y no por la política y la cultura. Para explicarlo en sus palabras mejor recurre a la gastronomía, “ la cultura y la civilización son el elemento principal que los políticos han servido como postre. Pero ahora, que hemos tenido de todo, decimos ‘he comido tanto que ya no quiero el postre’”.
El desempleo, la precariedad o el hambre no entienden de climas ni de épocas. Incluso no saben diferenciar quién es el asesino, quién ha cometido el delito. Pero sí entienden de formas de narrarlo, de vías de escape y de la importancia de la literatura para entender y para sobrevivir.
Foto: LiteraturhausSalzburg (cc)