Raúl Gálvez narra historias con papel. Nacido en Elda (Alicante) en 1988, alterna su trabajo en el mundo del diseño con su inclinación por el collage. Su nombre artístico es Erre Gálvez y su obra ya ha llegado a instituciones como el Museo del Romanticismo o el Cerralbo. Ahora El Imparcial (Calle Duque de Alba 4, Madrid) expone un conjunto de creaciones ‘artesanas’, en las que ha trabajado con revistas y materiales que van de la década de los 50 a la de los 80, reinterpretando las imágenes y creando nuevos significados, originales, irónicos y muy atractivos visualmente.
Nokton Magazine: ¿Qué significa ser artista gráfico en 2018?
Raúl Gálvez: Significa permanecer atento todos los días. Hay mucha gente haciendo lo mismo que tú y muy bien además, así que no puedes dormirte porque pierdes el hilo y más en el collage que está muy de moda, y supongo que eso tiene un punto negativo, porque cuando algo está tan de moda la calidad puede bajar.
NM: A veces, en tus creaciones reinterpretas obras canónicas y tomas imágenes de personajes del mundo del cine y del arte, como La Gioconda, Mondrian… ¿Te sientes cómodo con la definición de poesía visual?
RG: Supongo que sí tengo proyectos cercanos a la poesía visual, alguna vez me han dicho que obras mías se parecen al estilo de Joan Brossa y eso es un halago. De todos modos no me gustan las etiquetas, pero la gente que ve la obra es la que la califica. Simplemente me gusta lo que hago y disfruto haciéndolo.
NM: A propósito, ¿dónde está la frontera entre creaciones con carga, con ideas, y lo que sólo es estética? ¿Cómo manejas tú esa línea?
RG: Yo creo que el arte tiene que tener fondo, y personalmente trato de que mis collages cuenten una historia porque si no serían equiparables a cualquier print visual vacío. No obstante hay gente que valora la imagen sólo por la imagen, y eso también es respetable.
NM: Trabajas el collage de forma manual, manejando revistas físicas, seleccionado, recortando… ¿Esa faceta del artista como artesano está desapareciendo?
RG: Quizá sí, la digitalización puede llegar a ser un problema si se pierden la originalidad y el tacto. También lo estamos viendo en los libros, que el papel pierde terreno. Hay artistas visuales digitales geniales, pero me gusta reivindicar el punto manual porque creo que gana en calidad. Puedes hacer un collage digital e imprimirlo mil veces, pero un collage original con una revista de los años 50 es uno y es único. Lo manual también está bien para desconectar del ordenador, del móvil o de la televisión. Sentarte, coger papel y ponerte a cortar agiliza tu mente.
NM: Con tu trabajo de diseñador y tu pasión por el collage da la sensación de que vives rodeado de imágenes. ¿Lo visual te puede saturar?
RG: Claro. Todos los diseñadores tenemos un problema, y es que nunca desconectamos del mundo visual. A veces sales del estudio en la agencia, vas a tomarte un café por ahí y cuando coges la carta te pones a analizarla: por qué han usado estas tipografías, por qué han usado este color… A veces te pones a recortar y parece que las cosas pueden salir de forma casi mágica, pero si no es así te puedes obsesionar. Yo para crear imágenes puedo partir de un concepto, buscando en la revista directamente algo concreto (una pierna, por ejemplo). Otras veces tiro las revistas al suelo, me siento y empiezo a hojear para ver qué sale.
NM: El día 8 de marzo publicaste en Instagram un collage con la figura una mujer. ¿Cómo crees que está la situación de desigualdad en el mundo del arte o del diseño, que es el tuyo?
RG: Obviamente hay que luchar por erradicarla. Históricamente hay muchísimas mujeres pintoras que tenían que firmar con el nombre de un hombre para poder vender. No sé si es posible que mi trabajo, al ser creativo, no tenga una desigualdad tan drástica o al menos las experiencias que yo he tenido. Pero tenemos que estar ahí para cambiar la situación de desigualdad, en el arte y en todas las disciplinas.
NM: Tus proyectos han aparecido también en publicaciones extranjeras, en lugares como Shangai o Sao Paulo. ¿España es lugar para artistas?
RG: Yo estoy contento en Madrid porque es una ciudad muy cultural que ofrece muchas posibilidades, pero está claro que en este país hay problemas con la cultura. Es una injusticia que bajen el IVA de los toros y no bajen el IVA de los teatros. Respetando a quien le guste el toreo, esa situación es una vergüenza. Pero sí, aunque haya dificultades para los artistas, creo que hay que estar aquí en España intentando que las cosas mejoren.