Entre trama política y trama teatral. Políticos al libreto

Palco presidencial en teatro.
La actualidad es parte del teatro y los nombres propios de políticos corruptos se transforman en personajes a través de obras para reflexionar.

Los corruptos están en las portadas y los carteles. No hablamos de las de prensa ni de los de campaña electoral sino de las de libros y salas teatrales. Las tramas de corrupción se cuelan en los guiones, siempre lo han hecho, porque el teatro ha de ser actualidad y la política, mayoritariamente, es teatro. El público que ve los informativos desde su sofá quiere realizar el análisis desde la butaca con el humor como agente conductor de esa concienciación que lleva implícita la escena.

Aquellas labores de documentación para elaborar un guión asentado en la realidad, con las necesarias dosis de crítica social, escándalos sexuales e intriga se facilitan hoy porque las grandes tramas surgen de las páginas y los programas que el ciudadano transita a diario. Los ministros, reyes o alcaldes siempre han sido el foco de las luces en escenarios donde ahora llevan nombre propio e historia/trama confirmada en hechos reales.

Acaba de estrenarse en Dinamarca un musical sobre el expresidente italiano Berlusconi, protagonizado exclusivamente por mujeres, y hace unos años que París puso música y guión a la historia del exdirector del FMI Strauss-Khan. Los líos de faldas son un aderezo más a estas vidas no tan ficcionadas de políticos que cual suerte de Fausto han vendido su alma al diablo (sin la contraparte de adquirir sabiduría).

Con nombres, apellidos y larga experiencia en banquillos y tribunales España también cambia el estrado por el escenario. Hoy volvería a estar de actualidad aquel Ubú President (basado en el Ubú Rei) de Els Joglars en el que satirizaban a Jordi Pujol, pero las noticias imponen que a las tablas suba la representación de uno de sustragala-tragala-teatro-espanol hijos en Camargate. El teatro Tantarantana presentó el pasado mes esta pieza que sube a escena las conversaciones grabadas en el restaurante La Camarga a Alicia Sánchez Camacho (PP) con la expareja de Jordi Pujol Ferrusola. Aunque no solo de tramas corruptas vive la sátira política, también se mantiene bebiendo de la historia como hace Trágala, Trágala (Teatro Español) donde la vida de Fernando VII va evolucionando hasta un presente representado por Doña Letizia o Pablo Iglesias; desde la compañía Yllana lo dejan claro “no te desesperes, porque España no es una tragedia; es un sainete”.

El análisis de la corrupción que nos ahoga se hace en clave de comedia y el público parece responder con interés como ocurre con El Ministro (Teatro Alcázar, protagonizada por Carlos Sobera). En otros títulos la realidad literal es el guión, es lo que ocurre con Ruz-Bárcenas, dirigida por Alberto San Juan quien también apostó por llevar las noticias políticas al teatro con Marca España (ambas en Teatro del Barrio), que ha regresado temporalmente. En ella se desarrolla en el escenario la trascripción del juicio al extesorero del PP. Un personaje de especial atención estos días, al menos desde los tebeos, tras la publicación de El Tesorero donde Ibáñez induce a Mortadelo y Filemón a investigar unas cuentas que no cuadran.

Persona o personaje el político es el eje de la trama, los motivos los ponen los tiempos porque como ya decía Pedro Crespo en el Alcalde de Zalamea “el honor es patrimonio del alma”.

Foto: JosEnrique (cc)