Roberto Enríquez: «El pasado configura el presente de una forma inexorable»

El actor Roberto Enríquez encabeza el elenco de "El perro del teniente", de Josep M. Benet i Jornet
El actor Roberto Enríquez encabeza el elenco de "El perro del teniente", de Josep M. Benet i Jornet

La confabulación de los recuerdos, el velo onírico, la perversidad latente… modulan la atmósfera de las obras de Josep Maria Benet i Jornet (Barcelona, 1940-Lérida, 2020) en un íntimo pacto de inquietud y desconcierto con el espectador. Sea en la relación profesor-alumna de Com dir-ho?; en la sombra prominente de la pareja de Desig o la osada inmersión entrópica de La desaparició de Wendy. La directora Pilar Valenciano recupera en El perro del teniente uno de los textos más abrasivos del dramaturgo catalán. El burdel, un joven (Fernando Delgado-Hierro) que cree hallar en una prostituta (María Ramos) el halo de su primer amor, el envenenado cebo de la madame (Beatriz Argüello) y una presencia sórdida, feroz, que observa y mueve los hilos, omnipresente en Roberto Enríquez. A partir del abuso y del dolor ajeno, el actor construye su personalísimo villano, su cadente transgresión.

Nokton Magazine: El autor enumera a los personajes 1, 2, 3, 4… Personajes sin nombre, pero cuyas actitudes, experiencias y miserias son identificables.

Roberto Enríquez: Sí, aparte de que el autor se sirve de números, habla de lenguas, pero indeterminadas; de lugares inconcretos… para darle universalidad y también identificarse. Todo está atravesado por un recuerdo rotundo que se sitúa en la adolescencia, en la figura de los padres, en las decepciones… Es fácilmente imaginable. Y luego, ese poder sin capacidad de misericordia, que lo aplasta todo. Por miedo a ser desbancado, mi personaje ejerce su autoridad frente a los más débiles. No es entelequia, no es Berlusconi con el “Bunga, bunga”, 129 habitaciones y una legión de chicas para complacer. Habla de un poder pequeño, en un pueblo, ya sabes: “Si quieres conocer a Juanillo, dale un carguillo”.

NM: ¿Este ambiente irrespirable se amplifica al ubicar la historia en un burdel?

RE: La figura del burdel no es gratuita, no solo significa pornografía del cuerpo. Habla de la utilización del sexo como puesta en escena del poder, pero no solo física, sino del alma. Se utiliza un juego en el que hay una víctima: Una chica es el señuelo para un chico que cree que es de quién se enamoró en su adolescencia y a la que nunca más volvió a ver. Esa chica, que es una prostituta, está preparada para causar el efecto, con una madame que lo orquesta todo de forma eficiente y pulcra y un cliente que lo ve.

NM: La rendición a la memoria de la infancia actuará como el veneno más letal.

RE: A este joven le hacen un juego de manipulación sobre sus propios recuerdos para llevarle al abismo. Todos los personajes, el mío también que es el victimario, vive como sangrando con una herida pendiente del pasado. El autor habla mucho de cómo el pasado configura el presente de una forma inexorable.

NM: ¿La desmemoria es un factor heredado?

RE: Hay una amnesia permanente. El ejemplo se da cuando se dice tanto “¡otra película de la Guerra Civil!” y sin embargo hay tantas cosas que se desconocen. Es necesario constantemente estar refrescando porque la historia se repite y es cíclica. Como dirían los héroes del Marvel, estas fuerzas del mal siempre están acechando: Los totalitarismos, los populismos… Siempre aparecen los Milei, etc. Es muy importante dar conciencia a la gente para que tenga capacidad de análisis y juicios críticos, aportar datos.

NM: ¿Qué te preocupa más de esta especie de estado de demencia?

RE: Fíjate, un aspecto de la memoria que es brutal, medio inherente al ser humano. Existe un paralelismo entre lo que sucede en la función con lo que ocurre ahora mismo. El pueblo judío fue masacrado en la II Guerra Mundial y años más tarde, hace lo mismo con otro pueblo, un genocidio. ¿Dónde está la memoria?

NM: ¿Sabría responderlo tu personaje, el perro del teniente?

RE: El autor dice que en el pasado era el hombre más fiel del teniente, que hubiera sido capaz como un perro de tirarse al mar si se lo hubiera perdido, no hubiera dudado en nada. Él pasa con el tiempo de perro a dueño, con la diferencia de que fue perro, de que fue maltratado, apaleado, adiestrado… y ahora es el amo. Y desde ese resentimiento ejerce el poder.  

NM: Pero aún siendo así, ¿el perro no podría elegir liberarse de sí mismo?

RE: Es un tema que me flipa mucho. Le he dado muchas vueltas. Mi personaje tiene un fortísimo componente narcisista, no solo psicopático. Muchos psicólogos coinciden en que los psicópatas no se recuperan. La psicología moderna dice que están entre nosotros. Puede ser tu padre, tu jefe… sin necesidad de cometer un asesinato. Saben cómo comportarse porque ciertas acciones no dan crédito, traen malas consecuencias, quizás lleven a la cárcel. Fingen que sí están arrepentidos porque es lo que el interlocutor quiere creer y le manipulan, pero no tienen posibilidad de redención porque no creen que estén mal.

NM: La Historia está impregnada de estas personalidades.

RE: Los nazis cogieron padres y madres de familia para torturar y exterminar a determinados judíos. Al principio fue una cosa horrible, lo pasaron muy mal y luego hablaban de cómo pasado un tiempo podían hablar mientras comían, lo habían convertido en algo cotidiano. La conciencia sobre el error se puede extirpar. Todo depende de la capacidad de liderazgo. La mayoría estamos preparados para obedecer determinadas consignas de ciertos líderes que tenemos en consideración, sean más o menos carismáticos. Todos podemos acabar en esa tesitura, por eso es muy importante contar la historia, arrojar luz y decir “cuidado con esto”.

NM: ¿En el espejo podríamos vernos reflejados?

RE: Nosotros somos el otro, todo está contenido en nosotros mismos. Es muy fácil echar balones fuera, pero en nuestros pequeños comportamientos todos tenemos gestos que pueden ser precisamente de este tipo. Creo que hay una vocación y cada vez más abnegada de anestesiar, lo que antiguamente llamaban los romanos “pan y circo”. Cuánto menos conciencia tenemos, más fácilmente manipulables somos. Muy poca gente está ávida de despertarse, en general estamos adormecidos.

NM: ¿El texto de esta función te causó una sensación de despertar?

RE: Cuando leí este texto sentí que tenía una cosa muy oscura, atroz, que habla de manipulación, de resentimiento, de dolor… Reconocí que era un buen material teatral por los símbolos de los que servía, pero también una llamada a un sitio, a un rincón dentro de ti que resuena y da un poco de miedo. El teatro es uno de los instrumentos para poner un espejo al ser humano, que es de lo que se trata.

NM: ¿Qué te sedujo del personaje?

RE: Es un tipo que urde un juego perverso, que tiene consecuencias terroríficas para el resto. Su poder es supremo y parece fácil ponerse en esa ubicación y no tener nada que perder. Lo más difícil e interesante a la vez es que este tipo es un miserable, está herido, miente a todos los demás, tiene miedo, sufre, siente complejo… y lo encubre con su actitud de arrogancia. Construir tal carpintería bajo la podredumbre a través de esa miseria de perro apaleado ha sido mi caballo de batalla.

NM: ¿Nos reconocemos en las sombras?

RE: Hay gente que tiene una conducta, más honesta y blanca, y otros que no. Pero si entras a conocer en profundidad, cada ser humano tiene “un hijo de puta” dentro a la vez que una persona absolutamente adorable y abrazable. Estamos hechos de contradicciones y a mí no me importa que el personaje sea grande o pequeño, sino que tenga claroscuros. Es la grieta para interpretar. Los actores nos encargamos de hacer una especie de disección del ser humano.

NM: ¿Subir al escenario se siente como regresar a casa?

RE: Yo no soy de la era digital ni tecnológica. En un barrio lo más fácil es meterte en un grupo de teatro. Bueno, que ahora sería experimentar con cámaras. Cuando estudias, trabajas con grandes autores teatrales, que es la base de toda la ficción. Además de la cuna, tiene algo inigualable: El que haya personas presentes y que cada día sea diferente, siendo el mismo texto y reparto. Estará fatalmente pagado en comparación con otros ámbitos de la actuación, pero es algo muy vocacional. Hacer teatro para para mí es un máximo placer.  

El perro del tenientese representa en la sala Max Aub (Nave 10) de las Naves del Matadero (Madrid) hasta el 10 de marzo. Para más información y compra de entradas se puede consultar la web del teatro.