Como si de una revolución textual se tratara, el Ministerio de Cultura se paró un día a pensar en los cambios que estaban teniendo lugar en la sociedad, y en un momento de brillantez, debió de decirse eso de : «Si no puedes con tu enemigo, únete a él». Así puso fin a la tan hablada guerra entre el libro en papel y el ebook, el libro electrónico que había llegado a nuestras manos hacía algunos años.
Por una vez el ‘señor Ministerio’, aún teniendo a Wert al frente, parece que hizo algo con un poco de sentido y no se unió a las filas de los detractores, que encabezan entre otros escritores tan de ‘renombre’ como Lucía Etxebarría.
A favor, la fácil auto edición para escritores noveles al más puro estilo juanpalomismo y la divulgación (controlada) de la cultura; en contra, la tan criticada piratería. Pros y contras en un escenario nuevo al que todos nos enfrentamos, pero más allá de la guerra de intereses, hay que destacar la adaptación al medio como medida de supervivencia, también cultural.
Quizás en esos términos de lucha contra la piratería es cuando surge eBiblio, planteada como una medida de préstamo legal y controlado. Vamos, lo que se ha hecho siempre con el libro de papel en las bibliotecas, y que, teniendo los medios y el panorama creado, era absurdo no llevarla a cabo. Aunque a nosotros nos gusta pensar que el proyecto nace un día a la hora de vermú entre los ministros de Cultura y Sanidad, alentados por las últimas cifras de disminución de dolores de espalda entre los españoles que han sustituido en sus bolsos y mochilas diarias los best sellers de 800 páginas de media, por un cómodo aparato de apenas 200 gramos de peso.
Haciendo gala del sentido común se unieron a las filas de la modernidad y de todo aquello que tenga que ver con lo digital para hacerle la vida más fácil (o más cool para los amantes del postureo) al lector, también llamado todavía ciudadano.
Así surge eBiblio, un servicio de préstamo gratuito de libros electrónicos impulsado por el Ministerio de Cultura, Educación y Deporte, en colaboración con las Comunidades Autónomas. Desde septiembre de este año, las bibliotecas públicas de las comunidades ofrecen más de 1.500 títulos para descargar en tu lector electrónico. Todas ellas en castellano (o español para los más patrios), pero cada comunidad podrá completar su catálogo con otros títulos en otras lenguas comunes, aprovechando (y disfrutando) la riqueza idiomática de nuestro país.
Novelas de ficción, biografías, libros infantiles y juveniles, best sellers, manuales de informática… El catálogo es lo suficientemente amplio como para llevar a cabo este experimento cultural que tiene como fecha inicial un año. 365 días para disfrutar de un préstamo gratuito y legal.
¿Los requisitos? Sólo tienes que ser usuario de una de las múltiples bibliotecas públicas de la comunidad que están esparcidas a lo largo de todo el territorio nacional. Es decir, ser poseedor de un carnet de biblioteca. Si lo tienes, el segundo paso es saberte tu usuario y contraseña para acceder a los servicios telemáticos de siempre (renovación y reserva a través de la web, por ejemplo). Sin esos datos, me temo que la era digital para ti ha terminado. Debes esperarte a estar en horario comercial (de lunes a sábado y nada de horario nocturno) y acercarte al edificio bibliófilo que tengas más próximo para que te faciliten el login.
Una vez tengas tus datos, ya puedes acceder como usuario registrado. Muy fácil: navegas, buscas en el catálogo, seleccionas el libro que quieres leer y pinchas en «Tomar en préstamo». Puedes tener dos títulos al mismo tiempo, independientemente de los que ya tengas en papel colocados en tu mesilla que pertenezcan a la misma biblioteca. Tu préstamo será efectivo durante 21 días, a partir de los cuales, un bibliotecario electrónico se llevará el libro de tu dispositivo y de tu poder, y lo volverá a poner en los estantes del catálogo digital. Mucho más cómodo que retrasarte en la entrega de los préstamos físicos de las bibliotecas de toda la vida. Pero siempre puedes devolverlo antes para tomar uno nuevo prestado.
Leerlo es sencillo, aunque tiene sus pros y sus contras. eBiblio pone a disposición un software propio, una app para móviles y tabletas, donde aparecerán los libros que tienes en préstamo y podrás leer en streaming. Pero si lo prefieres y quieres enviártelos a tu libro digital, que para eso lo tienes, también puedes darle a «descargar» una vez lo hayas tomado en préstamo (en ese caso ya no podrás devolverlo antes de los 21 días establecidos, tendrás que esperar a que «se devuelva solo»). Se te descargará un libro en formato .epub que podrás enviar a tu soporte… a no ser que seas de Kindle (no aplicable para usuarios de Kindle Fire, que usan tecnología android). Entonces… pues te fastidias, porque los DRM (Digital Rights Management) asociados al objeto de préstamo no permiten convertirlo al .mobi de Amazon, así que sólo te quedará leerlo en la app de eBiblio. Eso podría no ser ‘tan’ malo si no fuera porque en este caso, las ilustraciones de los libros no se ven, y en el caso de manuales informáticos, por ejemplo, el apoyo de los dibujos es necesario.
Entre sus servicios también se encuentra un préstamo de audiolibros, donde encontramos algún título interesante que te puede acompañar sonoramente en tus quehaceres diarios. Prueba a dejar que las palabras de Paul Auster o las de Carmen Martín Gaite resuenen en tus oídos mientras haces un viaje en coche o cuando correteas por media ciudad como miembro de esa secta que se ha enganchado al running en los últimos años.
Pero aunque el Ministerio de Cultura aparezca como el gran liberador de las letras en todo este proyecto, el Gobierno de Euskadi ya fue precursor de esta iniciativa. El País Vasco es la única comunidad que no se ha adscrito a eBiblio, precisamente porque para cuando el Gobierno tuvo la idea… ¡ellos ya lo habían inventado! Su proyecto se llama Liburuklik y nacieron meses antes que la iniciativa del Ejecutivo Central, con un catálogo que cuenta con libros en euskera.
El contrapunto lo ponen otras comunidades como Cataluña, Baleares, Melilla y Cantabria que se han acogido al programa más tarde. Cataluña, sin ir más lejos, tiene previsto ofrecer el servicio a partir de noviembre.
Aún no existen cifras para saber si es un proyecto rentable o cuánta acogida ha tenido. Lo que sabemos es que los amantes de la lectura que sí que se han subido al barco de lo digital (sin desmerecer para nada el olor de libro nuevo o viejo en papel, porque una cosa no quita la otra), tienen ahora una oportunidad para ampliar su biblioteca de ebooks. En tiempos en los que la cultura está siendo constantemente vapuleada por las administraciones, sólo nos queda apoyar este tipo de iniciativas para reforzar el avance y luchar por una cultura grande y libre. Porque es lo único que puede salvar a un pueblo de la ignorancia. Porque es la única herramienta que tenemos para construir un mundo nuevo, aprendiendo de nuestros errores y soñando nuevos mundos imposibles.