Damos la vuelta al mundo de Lizzy Fogg

Portada de 'La vuelta al mundo de Lizzy Fogg'.
Portada de 'La vuelta al mundo de Lizzy Fogg'.
'La vuelta al mundo de Lizzy Fogg' aporta consejos útiles para mujeres que viajan solas a través de las vivencias de Elisabeth G. Iborra.

Los libros de viaje invitan a soñar, a imaginar destinos desconocidos, a revivir aquellos ya visitados, y a divertirnos. Mientras las guías de viaje aportan datos útiles y consejos para moverse cómodamente. En La vuelta al mundo de Lizzy Fogg encontramos una perfecta fusión entre ambos en la que el entretenimiento y la utilidad están a la orden de la lectura.

Con el subtítulo Consejos para mujeres que viajan solas encontramos las aventuras de la escritora, podemos ver a Elisabeth G. Iborra identificada en Lizzy Fogg, que nos narra su experiencia en diferentes países y apunta consejos útiles especialmente dedicados a las mujeres que viajan en solitario o se plantean hacerlo.

De espíritu viajero desde la niñez y con algún desengaño laboral por el camino que la motivó a lanzarse a hacer lo que más le gustaba, Elisabeth recorre en este libro más de 30 países, desde Europa  Asia y Oceanía, pasando por Israel y Nueva York, transmitiendo las ganas de visitarlos.

En cada capítulo (dedicado a un país o ciudad) repasa hoteles, restaurantes, transportes, excursiones… y muestra la máxima sinceridad en su impresión sobre los monumentos más populares de cada destino. Pero también hay espacio para gastronomía, masajes, compras y buenos cócteles. Todo ello salpicado de anécdotas y píldoras de pura aventura. Por las páginas pasan hoteles de lujo, hostales, colchones de amigos y es que, como nos cuenta la autora, “depende del destino y del estado de ánimo en el que estés o lo sociable que te encuentres. A mí a veces no me apetece hablar con nadie y, para la introspección e ir a mi rollo, prefiero un buen hotel, cómodo y limpio; y si es de lujo, pues mejor, para qué nos vamos a engañar, soy sibarita y hedonista cuando puedo permitírmelo. Pero tampoco es una prioridad, en otras ocasiones, la mayoría, estoy felicísima en plan hippie en una cabaña, en un hostal familiar o en casa de locales que ofrecen su hogar y su amistad altruistamente a través de couchsurfing”.

Mujer viajando sola.

Con un lenguaje claro, el libro comienza con la frase “Si hubiera nacido en la antigua Grecia, habría sido prostituta y me habría llamado Elefteria” (esas prostitutas eran las únicas mujeres que podían hablar con Sócrates o Platón), las vueltas por el mundo de Elisabeth se muestran como una hoja de ruta para aquellas que quieren lanzarse a viajar solas. “Les aconsejaría que pierdan el miedo y vayan pisando fuerte y mirando al frente, sin mostrar debilidad; que salgan a la calle discretas, no ostentosas, sin móviles ni cámaras ni bolsos que capten la atención de los cacos, para que se vayan a por otro turista más «rentable»; y que se lleven una mochila con asas pero también con tirador y ruedas, con la ropa en rollitos dentro ¡y una copa menstrual!”, nos dice.

No están todos los países que ha visitado, quedan fuera destinos como India, Vietnam, Hong Kong, Macao o Ecuador porque como nos indica “la mayoría de ellos los he excluido porque recomendaría viajar de otra manera diferente, a poder ser, con un viaje organizado en el que el guía se entendiera con los oriundos, lo apañara todo con ellos y le ahorrara a la viajera o al viajero los sinsabores, las discusiones, los malentendidos, etc. En Bolivia y Vietnam, por ejemplo, y un poco en Ecuador también, me sentí como un cajero al que todo el mundo intentaba sacarle el dinero. Y de malos modales. Y yo no viajo para discutir con los autóctonos sino para disfrutar de su país y de su cultura, como pude hacer en los demás países”.

La vuelta al mundo de Lizzy Fogg (ediciones Casiopea) es un libro de relatos viajeros en formato contemporáneo que podemos leer en el orden que más apetezca; de Azores a Japón, de Brasil a Noruega… Cada página, aún en los momentos más complicados de los viajes, invita a soñar próximos destinos. La autora ya tiene los suyos “pues tengo dos pendientes para lo antes posible: El Transiberiano, ya para la primavera que viene, porque con el frío en la estepa siberiana es impensable; y la provincia de Mendoza en Argentina, porque visité el resto del país en 2006 pero, ahora que estoy más especializada en vinos, me gustaría ir a catar un Malbec tras otro a sus maravillosas bodegas”.