Cinco trucos para la pasta de la mafia

Usar una cuchilla de afeitar, contar los segundos o añadir azúcar: los mafiosos de la pantalla son gente respetable cuando se ponen el delantal.

Toda película o serie de mafiosos italianos que se precie debe contar con un personaje irrenunciable en su reparto: los platos de pasta. Cocinar y comer es algo sagrado en los clanes, que los identifica, los vertebra y los devuelve a sus raíces sicilianas; un ritual capaz de hacerlos más fuertes, estrechando sus vínculos y ayudándolos a reponer fuerzas incluso cuando todavía tienen las manos manchadas de sangre. Es difícil no ver Los Soprano, Uno de los nuestros y El Padrino sin sentir que empiezan a rugir las tripas; así que he aquí algunos trucos para la pasta extraídos de sus enseñanzas. Buon appetito!

Que el ajo se disuelva

Que Henry Hill, el protagonista de Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990), interpretado por Ray Liotta, dé con sus huesos en la cárcel no representa impedimento alguno para que siga comiendo como un marqués. La película relata cómo él y algunos de sus compañeros de prisión preparan verdaderos banquetes de pasta, que hacen palidecer de envidia incluso a los funcionarios y los guardias. No obstante, hasta los privilegiados pasan estrecheces entre rejas, aunque los goodfellas consiguen hacer de la limitación de recursos un valor añadido al cortar el ajo con una cuchilla de afeitar en láminas tan, tan finas que, en palabras de Hill, “se disuelven en el aceite”.

Remover bien la pasta

Pocos personajes más desagradables que Ralphie Ciffareto nos dejó la serie de televisión Los Soprano, y aun así también hay cosas que podemos aprender de él. La mayoría tienen que ver con la cocina, como el truco que una noche le explica a Jackie Junior, en un raro arrebato de instinto paternal, para que la pasta absorba bien el sabor de la salsa: una vez cocinada, añadir mantequilla, devolverla al fuego y remover muy bien en la olla durante 45 segundos. Ni uno más, ni uno menos.

“Un poco de azúcar, ése es mi truco”

Quien se haya atrevido a cambiar el bric de supermercado por las bondades de la salsa de tomate casera probablemente haya sido testigo de un antes y un después en cuanto a su relación con la pasta. No obstante, todo tiene sus secretos, y uno de los de la salsa de tomate perfecta está en El Padrino, la trilogía con la que Francis Ford Coppola llevó al cine la novela homónima de Mario Puzo. En la primera entrega de la saga, cuando Vito Corleone convalece de un tiroteo, uno de sus sicarios, Clemenza, trata de animar a la familia con una pasta con salsa de tomate y albóndigas. Y es entonces cuando confiesa su secreto: añadir un poco de azúcar, para contrarrestar la acidez del tomate. No en vano, esa receta ha pasado a la historia como espaguetis Clemenza.

No comas solo

Cuando Bobby Baccalieri, el fiel ayudante de Tío Junior en Los Soprano, se queda viudo, las mujeres del clan lo arropan. Y qué mejor manera de hacerlo que con suculentos tupper de comida italiana, que se suman a los que ya dejó la difunta Karen antes de pasar a mejor vida. Una de ellas es Janice, la complicada hermana de Tony, que, como casi siempre, no presta ningún favor de manera desinteresada, y termina forzando a Bobby a engullir los últimos restos que su esposa dejó en el congelador, como una manera de “superar” el luto. No hay menú más desolador que ver a Bobby llorando delante de una tartera.

Asume que a la gente no le importará nada más

Seis temporadas de una serie tan disfrutona como Los Soprano dan para mucha gastronomía. Desde el piloto, queda claro que comer es una religión para todos y cada uno de los integrantes de esta familia italoamericana, capaces de anteponerla con frecuencia a sus no pocos problemas. En el primer episodio, las dificultades en la relación de Tony con su madre, Livia, se atisban cuando ésta llama llorando a su casa para avisar de que no estará en el cumpleaños de Anthony Junior. Al pequeño de la familia se le escapa entonces un no fucking ziti (“no habrá putos ziti”) de fastidio, al saber que no disfrutará de esta deliciosa receta de pasta al horno tan típica del sur de Italia. Sus padres (y el cura que siempre anda por allí a ver qué cae) se lo afean, pero los ziti se convertirán en una constante a lo largo de toda la serie.

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