Cerocoma: Una mala idea

Ilustramarco para el relato de Cerocoma.
Ilustramarco para el relato de Cerocoma.
El proyecto de Cerocoma surge de una realidad: que las nuevas generaciones cada vez dedican menos tiempo a la lectura. Para fomentar la lectura plantean historias a leer en 3 minutos.

El proyecto de Cerocoma surge de una realidad: que las nuevas generaciones cada vez dedican menos tiempo a la lectura. Y cuando lo hacen es en formatos de consumo rápido. Por eso se han planteado fomentar la lectura adaptándola a estas nuevas formas de consumo a través de historias cortas que puedes leer mientras se enfría el café, esperas al autobús o estás sentado en el lavabo. Así que aquí también podréis acceder a esos relatos. Hoy comenzamos con: Una mala idea. Además cada relato irá acompañado de una ilustración. En este caso creada por @ilustramarco_art 

 

Una mala idea

Salió de su portal y una ciudad gris y lluviosa le dio lo más parecido a los buenos días. Como de costumbre, Pilar llegaba tarde al trabajo. Mientras corría por las aceras, todavía mojadas, pensando en las reuniones que tenía esa mañana y en los informes que debía entregar, de golpe, se chocó con una idea.

De forma educada, la idea le tendió la mano ayudándola a levantarse, pero Pilar al alzar la mirada y posar sus ojos en ella tan solo pudo huir aterrorizada en dirección contraria. El día siguiente decidió tomar un camino distinto para ir a la oficina y de esa forma no encontrarse de nuevo con aquella idea. Pero de poco sirvió, puesto que al atravesar un pequeño parque que jamás había visto, vio a la idea sentada en un banco bajo un árbol leyendo el periódico. 

Al llegar a su despacho, Pilar empezó a pensar en el asunto. En esa idea. En esa malísima idea. Y en lo extraño que resultaba verla ahora por primera vez después de haber vivido siempre en el mismo lugar. Se propuso no darle más vueltas y centrarse en el trabajo. Miró su mesa llena de formularios pendientes y antes de ponerse con ellos abrió la ventana para que entrara un poco de aire fresco. Cuando la persiana aún no estaba subida del todo, vio en el balcón de enfrente a la idea sacudiendo las migas de un mantel. Desde ese momento, aquella idea no paró de perseguirla.

La siguiente vez fue en la cafetería a la que iba todos los martes. Mientras sus amigas hablaban de pañales, dientes de leche y guarderías, Pilar miraba el cielo a través de una enorme cristalera esperando a que un meteorito llegara y acabara de una vez con aquella conversación. En ese instante, la idea vestida de camarera, se le acercó sacándola de sus pensamientos y preguntándole si quería tomar algo más. 

También se encontró con ella en el centro de rayos UVA. Era noviembre y poco le importaba a Pilar el tono de su piel, pero le habían regalado unas sesiones y prefirió no desperdiciarlas. Una vez desnuda abrió con desgana la cabina que le asignaron encontrando allí dentro a la idea bronceándose. 

Por último, también la vio en sus clases de tenis. Pilar llegó al pabellón arrastrando los pies y mirando el reloj deseando que aquello pasara rápido. Como es fácil deducir no era el deporte de sus sueños pero algo había que hacer para estar en forma. Cuando el profesor activó la máquina que lanzaba pelotas, en su lugar salió disparada una y otra vez la idea contra el cuerpo de Pilar que con esfuerzo trataba de esquivarla.

Decidida a huir de esa horrible idea, Pilar empezó poco a poco a dejar de ir a todos esos lugares donde la había visto. Empezó por no presentarse los martes en la cafetería. A dar por perdido el vale de rayos UVA y a no volver a tocar nunca más una raqueta. Tanto era el miedo que le infundía aquella idea, que para no verla más, acabó dejando su trabajo y mudándose de ciudad. 

Sentada a muchos quilómetros de allí, junto al olor del mar y el sonido de las olas chocando contra el malecón, Pilar le contaba a su nuevo grupo de amigas la historia.

—Y así fue como, escapando de esa idea, terminé aquí —dijo Pilar—. Eso sí, tengo que decir que desde entonces no he vuelto a verla. 

—Vaya. Debía ser una idea aterradora —dijo la chica que había sentada a su derecha. 

—No te imaginas cuánto —contestó Pilar. 

—¿Y qué idea era? —preguntó tímidamente una de las amigas. 

—Era cambiar de vida…—contestó Pilar. 

 

 

Firma: @cerocoma_  

Ilustración: @ilustramarco_art