Cerocoma: Sé busca hombre íntegro

Se busca hombre íntegro.
Se busca hombre íntegro.
El proyecto de Cerocoma surge para fomentar la lectura planteando historias a leer en 3 minutos. Hoy: Se busca hombre íntegro.

El proyecto de Cerocoma surge de una realidad: que las nuevas generaciones cada vez dedican menos tiempo a la lectura. Y cuando lo hacen es en formatos de consumo rápido. Por eso se han planteado fomentar la lectura adaptándola a estas nuevas formas de consumo a través de historias cortas que puedes leer mientras se enfría el café, esperas al autobús o estás sentado en el lavabo. Así que aquí también podréis acceder a esos relatos. Hoy nos proponen: Sacadme de aquí. Además cada relato irá acompañado de una ilustración. En este caso creada por @dannyadaletart

 

Se busca hombre íntegro

Tenía la cuenta del banco llena, pero vacía la agenda de contactos. A sus 29 años, Iván había sido incapaz de tener una relación o mantener una amistad más de 3 meses. Ni siquiera ese amigo o amiga de la infancia que todos tenemos. Ese que nos aguanta aún sabiendo lo cafres que somos. Ni eso. 

Ni sus camisas de seda, ni su Mercedes, ni su casa en la zona alta de Barcelona habían sido suficientes para retener a su lado a alguien. Desde pequeño tuvo todo lo que quiso y ahora se encontraba rodeado de lujos pero no con quien compartirlos. Iván no era un tipo feo, pero cuando abría la boca la gente salía por patas. 

Pese a tener las habilidades sociales de un primate recién nacido, Iván no era tonto. Sabía que tenía un problema a la hora de conocer gente y creía haber encontrado la solución. Un perro. No le gustaban los animales, simplemente quería un bonito reclamo para conocer personas  sin la necesidad de esforzarse. 

— ¿Sabes más o menos que estás buscando? —preguntó la chica de la perrera.

— Sí, un perro —respondió Iván—. El más bonito que tengas. 

— Todos son bonitos, es una cuestión de gustos… —respondió ella. 

— Si tú lo dices… he visto alguno aquí que solo me serviría para que me tiraran piedras por la calle, no para conocer gente —respondió Iván. 

En un primer momento, la dependienta pensó en echarlo a patadas de allí, pero aquel tipo parecía tener dinero. Seguro que el perro que eligiera tendría mejores condiciones con él que en esas diminutas jaulas. 

Iván acabó eligiendo a un precioso labrador color beige. Realmente era el animal en mejor estado de aquel lugar. 

No llevaba ni dos horas en casa con su nueva mascota cuando llamó a la perrera. 

— Perdona, ¿el perro es sordo? —preguntó Iván—. Le he puesto nombre pero no me hace ni puto caso. 

— Si a usted le llaman Alfredo por la calle, ¿se giraría? Pues eso… —respondió la chica de la perrera reconociendo la voz del otro lado del aparato—. Lleva un collar con su nombre.

Le colgó.

Se acercó y se dio cuenta que aquella chica tenía razón. Sin embargo, no tenía un collar, sino dos. En el primero se podía leer en grande el nombre de IKEA. En el segundo, una frase en letras negritas que ponía: “Se busca hombre íntegro que sepa amar y que sepa perdonar”. 

— ¿Ikea? Menuda birria de nombre para un chucho —pensó en voz alta—. Y lo de la frase esa de amar y perdonar… ¿desde cuándo vienen los perros con eslogan?

Ahora que su mascota le hacía caso y que en pleno mes de enero era la persona más bronceada de la ciudad, Iván estaba listo para probar suerte.

El primer paseo no fue todo lo bien que él esperaba. Pero era una cuestión de paciencia. Al llegar a casa, le abrió la puerta a Ikea para que entrara mientras él miraba las cartas del buzón. Los ladridos que oyó antes de entrar le parecieron extraños. Con eco. 

Le habían robado. No quedaba absolutamente nada dentro.

Dejó a Ikea atado en casa y corriendo se subió a su Mercedes dirigiéndose a la comisaría más cercana. 

—Relájese caballero y vayamos paso por paso —le dijo el comisario. 

—Se lo he contado ya tres veces. Estaba paseando a Ikea y al volver a mi piso… —empezó a decir Iván. 

—¿Ikea? —preguntó el comisario con la cara blanca—. ¿No se referirá a un labrador marrón clarito no? 

—Sí, ¿cómo lo sabe? —pregunto Iván. 

—Rápido, tenemos que llegar a su casa antes de que sea tarde —dijo el comisario—. Por el camino se lo cuento todo. 

En el asiento de atrás del coche de policía, la sirena le impedía oír con claridad la explicación del comisario, pero pronto entendió lo pardillo que era. Su perro era el cebo de una banda de ladrones. Mediante un chip lo ubicaban y cuando veían que su nuevo dueño lo paseaba aprovechaban para dejarle la casa como un descampado. 

—De ahí su nombre —dijo el comisario.

—No le entiendo. ¿A qué se refiere? —preguntó Iván.

—Ikea. Espero que tenga alguno cerca. Lo va a necesitar ahora —respondió el comisario intentando contener la risa. 

Al llegar, el labrador ya no estaba allí. Lo único que había en medio del comedor desierto era una enorme pintada en el suelo que decía:

 

“Si me supiste amar, me sabrás perdonar.”

                                                                 Ikea

 

Firma: @cerocoma_  

Ilustración: @dannyadaletart